La enfermedad fiebre de Lassa se detectó en Inglaterra después de no haberse reportado ningún caso en 10 años.
Además hay un tercer caso probable que está bajo investigación, de acuerdo con la Agencia de Seguridad de Salud de Reino Unido.
Uno de los casos confirmados ya se recuperó y el otro está recibiendo atención médica en el Royal Free London NHS Foundation Trust. En cuanto al caso probable continúa siendo tratado en este mismo centro de salud.
Lo que se sabe de estos casos es que son parte de una misma familia quienes hicieron un viaje reciente al oeste de África.
“El riesgo general para el público es muy bajo. Nos estamos comunicando con las personas que han tenido un contacto cercano con los casos antes de la confirmación de su infección, para brindarles la evaluación, el apoyo y el asesoramiento adecuados”, dijo la Doctora Susan Hopkins, asesora médica principal en UKHSA, de acuerdo con The Guardian.
Qué es la fiebre de Lassa
La fiebre de Lassa es una enfermedad infecciosa mortal que es endémica de África Occidental y cuyos casos ya no habían llegado a Europa.
Los contagios se dan al exponerse a artículos o alimentos contaminados con orina o excremento de ratas infectadas.
Sin embargo, el virus también se puede contagiar a través de fluidos corporales como la saliva o estornudos.
En África Occidental hay grandes poblaciones de roedores por lo que la enfermedad se considera endémica.
Esta zona es la de mayor riesgo de contagio respecto a la fiebre de Lassa. Los casos importados, en otros países, son raros.
En ocasiones ocurren entre personas quienes trabajan en esta zona endémica del país además de trabajadores de la salud o voluntarios.
Cuáles son los síntomas de la fiebre de Lassa
Uno de los síntomas principales es fiebre y la mayoría de las personas se recuperan completamente.
Este es uno de los malestares principales junto con dolor de cabeza, dolor de garganta, dolor muscular, dolor en el pecho, náuseas, vómitos, diarrea, tos y dolor abdominal de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS reporta que la duración de la enfermedad es de una a cuatro semanas. El diagnóstico ocurrió por primera vez en países como Ghana, Guinea, Liberia, Malí, Sierra Leona y Nigeria.
Para los casos severos se han reportado síntomas como hinchazón en la cara, líquido en la cavidad pulmonar, sangrado por boca, nariz, vagina y el tracto gastrointestinal.
También algunos pacientes pueden reportar baja en la presión arterial por lo que este es uno de los principales signos a monitorear.
El 25% de las personas que se han recuperado aseguran haber tenido sordera como una de las secuelas de la enfermedad. En la mitad de los casos, la audición regresa entre uno a tres meses después.
La fiebre de Lassa fue detectada en Reino Unido hasta 1980 por última vez y los últimos dos casos fueron de 2009. Después no se tiene registro de que haya habido una transmisión después de estos pacientes.
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