Cada vez más personas y expertos en todo el mundo piden que se eliminen las Olimpiadas. Estas son las razones del por qué
En su columna en el diario británico, The Guardian David Goldblatt, señala que el circo itinerante de las Olimpiadas muestra el lado oscuro del deporte: desplaza a personas, intimida a los atletas y respalda regímenes crueles.
El también periodista y autor de The Games: A Global History of the Olympics, señala que los asientos vacíos en los estadios de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 son una bendición disfrazada. Resalta que el espectáculo deportivo, por bueno que sea, no puede disipar el hecho de que este evento se esté celebrando en medio de una crisis de salud pública sin precedentes y en contra de los deseos de la gran mayoría del público japonés.
Poner fin a la farsa olímpica
Pero Goldblatt no es el único que aborda el tema de que se eliminen las Olimpiadas. Los opositores consideran que se debe poner fin al Comité Olímpico Internacional (COI), quien se ostenta como el líder de un movimiento social global.
Para comprender mejor esto, hay que saber por qué ahora las ciudades han perdido el interés en ser sedes olímpicas. Un artículo del semanario The Economist señala que desde que se retiro la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1976 a Denver (Estados Unidos), las alertas se encendieron .
Hasta ese entonces, celebrar los justa olímpica se consideraba un privilegio, pero ahora la lista de ciudades interesadas se ha reducido bastante. Por esta razón, el COI se ha visto obligado a reformar su proceso de licitación.
En el nuevo proceso, las ciudades ya no están obligadas a elaborar propuestas que cuestan decenas de millones de dólares. Ahora el COI ahora elige candidatos prometedores e identifica un “postor preferido”.
Costos de ser anfitrión de unos Juegos Olímpicos
El semanario inglés detalla que ser anfitrión de los Juegos Olímpicos ha pasado de moda y la queja más común es el costo.
De 1896 hasta finales de la década de 1960, las competiciones se llevaron a cabo en las grandes ciudades de América y Europa que ya contaban con la infraestructura necesaria.
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Pero los juegos crecieron rápidamente y el número de atletas se duplicó entre 1956 y 1972. El panorama cambió para las sedes posteriores:
- Montreal, sede de los juegos de verano de 1976, gastó tanto que tardó 30 años en pagar las deudas finales por las instalaciones.
- Pero en 1984, la ciudad de Los Angeles negoció el uso de la infraestructura existente. La competencia fue rentable y, de repente, los Juegos Olímpicos recuperaron su atractivo.
- Después, los mercados emergentes, como Corea del Sur (1988), Grecia (2004) y China (2008), lo vieron como una oportunidad para mostrar su desarrollo y vitalidad.
Las Olimpiadas, un gasto multimillonario
A pesar de que la percepción sobre los juegos cambió y crecía el número de posibles anfitriones, también lo hacían las demandas contra el COI. Para poder ser una sede olímpica, había que construir infraestructura de clase mundial. Tan solo el presupuesto para la oferta de Londres 2012 se disparó desde un punto de partida de 2.4 mil millones de libras esterlinas (3.3 mil millones de dólares) a más de 9.3 mil millones (12.7 mil millones de dólares).
De acuerdo a un estudio al que hace referencia The Economist, calcular el impacto económico de mega eventos como las Olimpiadas puede ser complicado. Pero si hay un punto en el que los organizadores y críticos coinciden, ese es que los juegos superan el presupuesto.
Alexander Budzier, Bent Flyvbjerg y Daniel Lunn de la Universidad de Oxford encuentran que todos los Juegos Olímpicos desde 1960 se han gastado en exceso, en un promedio del 172 por ciento en términos reales.
Tokio es un ejemplo perfecto. En 2013, el precio de organizar los juegos era de 7 mil 500 millones de dólares. A fines de 2019, el presupuesto oficial aumentó a 12.6 mil millones de dólares, aunque la junta de auditoría de Japón calculó que el costo real era el doble. Las contramedidas de Covid-19, incluido el costo de probar y adaptar los lugares, agregaron 2.8 mil millones más.
Otro caso del excesivo gasto sucedió en 2015, cuando Boston (Estados Unidos) era la ciudad favorita para ser sede de la justa olímpica. Todo cambió cuando una cláusula en el contrato del COI estipulaba que los contribuyentes locales serían responsables si los costos se excedían.
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Esto hizo que el alcalde de la ciudad desistiera, lo que provocó que Roma, Hamburgo y Budapest también retiraron sus ofertas. Para salvar las apariencias, se otorgó la sede de los juegos a París en 2024 y Los Ángeles en 2028.
La verdad oculta de los Juegos Olímpicos
Antes de que una enfermedad mortal confinara al mundo, el COI ya tenía problemas. Para la presentes olimpiadas, los costos se elevaron y Japón tendrá que pagar por ellos. El país nipón deberá gastar más de 30 mil millones de dólares por la justa olímpica, de los que el COI no pagará ni un centavo.
Para defender este gasto, el COI argumenta y defiende que las Olimpiadas impulsan el crecimiento económico y dejan legados urbanos y deportivos positivos. Pero hasta ahora, en casi 20 años (excepto Barcelona 1992) ninguna competencia olímpica aumentó la tasa de crecimiento económico, los niveles de competitividad y empleo, los ingresos turísticos o la productividad de una ciudad anfitriona.
Los desplazados por el deporte
La reubicación forzada a causa de las Olimpiadas es un fenómeno que se ha presentado a lo largo de las décadas. Goldblatt pone sobre la mesa que los programas urbanos que acompañaron a Seúl 1988 y Beijing 2008 vieron casi 2 millones de personas desplazadas.
El Centro por el Derecho a la Vivienda y contra los Desalojos, con base en Ginebra, estima que 1.5 millones de personas fueron desplazadas para liberar espacio para los proyectos olímpicos y la renovación masiva de Pekín (Beijing, 2008) en el camino hacia los juegos. Ese fue el verdadero precio de los preparativos, dijo el grupo.
Como respuesta, el gobierno y los organizadores del evento desestimaron con ira las acusaciones. “La realidad es que sólo alrededor de 6 mil familias estuvieron involucradas en el programa olímpico de reubicación”, afirmó en agosto del 2008 para Reuters, el portavoz del Comité Organizador de los Juego, Sun Weide.
Sin embargo, grupos defensores de derechos humanos acusaron que la negación del problema por parte del gobierno no es ingenua. “Hay suficiente evidencia como para sugerir que mucha gente fue forzada a abandonar sus hogares sin una debida o adecuada compensación”, agregó el investigador de Amnistía Internacional en Hong Hong, Mark Allison.
En China, algunos residentes que protestaron fueron detenidos, como Ni Yulan, una abogada de 47 años, que fue enjuiciada bajo los cargos de “obstruir a una autoridad pública”, luego de resistirse a la demolición de su casa.
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En el 2012, a 48 horas del inicio de los Juegos Olímpicos de Londres, varias amenazas ponían en peligro el éxito de las competencias. Los británicos se enfrentaban a cinco graves problemas: falta de transporte, saturación de aeropuertos, falta de elementos de seguridad, fallas en las telecomunicaciones y un mal tiempo, con un verano lleno lluvia, siendo junio y julio los meses más lluviosos de su historia hasta ese momento.
Para Río 2016, los desplazados por el deporte fue de más de 60 mil personas expulsadas de sus hogares y negocios. En su publicación del 7 de julio de 2016, la Columnista del diario brasileño O Estado de São Paulo, Vanessa Barbara publicó en el diario The New York Times que a menos de 50 días de la inauguración del evento, Río de Janeiro se había declarado en “estado de calamidad pública”. Una crisis financiera les impedía cumplir con su compromiso con los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
Río estaba en bancarrota total. En aquel año, el estado le debía 21 mil millones de dólares al gobierno federal de Brasil y 10 mil millones a instituciones de la banca pública y prestamistas internacionales. Su déficit presupuestal se calculaba en 5.5 mil millones de dólares, sin contar que se les concedió un préstamo de 860 millones para cubrir los costos de seguridad del evento.
Los problemas previos en la nación carioca, ya se habían presentado en sedes anteriores. Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi, Rusia, estuvieron plagados de reportes de hoteles mal hechos con plomería de segunda; la incertidumbre de la influenza H1N1 acechó de cerca a los juegos de 2010 en Vancouver, Canadá, y Grecia apenas terminó de construir lo necesario para la ceremonia de inauguración en 2004.
Los verdaderos ganadores de los JO
Los Juegos Olímpicos han demostrado ser altamente rentables para las empresas de construcción, funcionarios y políticos que entregan contratos de la mano de promotores inmobiliarios.
Pero a pesar de la infraestructura creada para las justa olímpicas, los ciudadanos son los últimos beneficiados. En el caso de Río 2016, el estado no construyó una sola instalación deportiva comunitaria, pero su policía antidisturbios obtuvo lo mejor en nuevas armaduras y pistolas Taser chapadas en Kevlar (equipo antibalas).
Para escapar a las críticas y legitimar sus acciones, el COI ahora ha volteado a ver al deporte limpio y la ecología. Pero estas acciones se ven opacadas por la corrupción dentro del organismo. Una muestra fue el programa sin precedentes de dopaje patrocinado por el Gobierno ruso. En el lado ambiental, Beijing quedó más contaminada después de realizar sus Juegos Olímpicos. Pyeongchang (2018), Río (2016) y Sochi (2014) vieron la destrucción de hábitats naturales protegidos.
Ahora en Tokio 2020, el gobierno anunció la instalación de camas de cartón y la elaboración de medallas hechas con desechos electrónicos y tecnológicos, en un intento por limpiar la imagen de una competencia que juega contra una pandemia y la naturaleza.
La capital japonesa ahora experimenta un verano ardiente y húmedo, por lo que tuvo que cambiar varias competencias lejos de la sede principal.
Derechos humanos, un cero a la izquierda
En vísperas de los Juegos de 1968, el gobierno mexicano masacró a sangre fría a más de 300 manifestantes y lanzó una guerra de terror contra el movimiento estudiantil que se oponía a ella. En ese entonces, el Presidente del COI, Avery Brundage comentó que “estaba en el ballet”.
Para hacer frente a escenarios de protesta con en ediciones pasadas, el COI ha implementado nuevas regulaciones contra la protesta de los atletas.
En medio de una emergencia mundial por una nueva ola de contagios de Covid-19, existe una oportunidad para poner fin a esta farsa. El COI debe disolverse y pasar sus activos a un nuevo organismo democráticamente constituido para el deporte global.