Aunque reconocen que dormir es importante, saben que esta actividad está afectada por el estilo de vida, sin embargo, un panel de expertos de la National Sleep Foundation, un instituto que se dedica al estudio del sueño y sus trastornos, señaló que lo ideal es que una persona duerma entre 7 y 9 horas.
Durante algún tiempo se ha relacionado el aumento de peso con la falta de sueño, pero un nuevo estudio sugiere que la comida nocturna pude no ser la principal culpable. Diversas investigaciones han dado evidencia de que la interrupción del sueño altera al metabolismo y aumenta la capacidad del organismo para acumular grasa.
Estos últimos descubrimientos se suman a otras evidencias científicas sobre como el mal sueño altera el reloj corporal incrementando el riesgo de tener una amplia gama de problemas de salud como enfermedades cardiacas y diabetes.
“Dormir no es sólo para conservar energía tiene muchas funciones”, dijo Jonathan Cedernaes, investigador de la Universidad de Uppsala en Suecia
Los estudios realizados por Cedernaes ha relacionado en distintas ocasiones el trabajo por turnos y la falta de sueño con el riego de obesidad y diabetes. El sueño insuficiente parece alterar a las hormonas que controlan el apetito. Aquellos que duermen menos tienen más tiempo para comer generando una poca resistencia a ingerir alimentos no saludables.
Para aumentar la gravedad del asunto, la obesidad agranda el riesgo de desarrollar apnea del sueño, un trastorno en donde la respiración se interrumpe o se dificulta.
Otro estudio, que también realizó el investigador Cedernaes, proporciona nuevos resultados sobre la influencia que tiene la falta de sueño con el metabolismo y su equilibrio entre la grasa y masa muscular.
Esta investigación, publicada en la revista científica Science Advances, consistió en que 15 voluntarios asistieran a una prueba en dos ocasiones; la primera después de una noche normal de sueño y la otra posteriormente de haber permanecido despiertos toda la noche. Para este estudio, los participantes entregaron muestras de grasa, tejido muscular y sangre.
Los resultados obtenidos fueron: luego de la privación del sueño, el tejido graso mostró cambios en las células, lo que ayuda a aumentar la tendencia de absorber lípidos y estos a su vez se multipliquen.
Por el contrario, en el músculo, se observó que se redujeron los niveles de proteínas estructurales, que son construcciones que el cuerpo necesita para mantener y aumentar la masa muscular.
“La pérdida de sueño por sí misma es una reducción de las proteínas que son los componentes clave del músculo”, dijo Cedernaes, y agregó que es probable que una dieta y una rutina de ejercicio puedan ayudar a contrarrestar estos cambios.
El estudio también encontró un incremento en la inflamación del cuerpo luego de la falta de sueño, que es un factor de riesgo para desarrollar la diabetes tipo 2, la cual consiste en que nuestro cuerpo descompone los alimentos que ingerimos y los trasforman en glucosa.
Así, el vínculo entre la privación del sueño y la enfermedad es una preocupación creciente debido al aumento en el trabajo por turnos y los cambios en los patrones de sueño que se dan en todo el mundo.
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