Hasta ahora, el debate mediático sobre el primer ejercicio de revocación de mandato básicamente se centra en lo formal-jurídico: ¿consulta democrática o propaganda política? ¿revocación o ratificación? ¿participación o abstención? ¿Dónde están las casillas? Esta polémica ha marginado la discusión sobre la evaluación de la gestión del presidente López Obrador que prácticamente se reduce a los foros organizados por el INE, cuando no se trata de alabanzas o descalificaciones con más adjetivos que argumentos. Mucho ruido y pocas nueces.
Sin embargo, la incidencia socio cultural de esta inédita consulta brilla por su ausencia en la discusión pública, a pesar de los esfuerzos del propio López Obrador por introducir este aspecto. Para plantear un debate ordenado sobre el impacto cultural el ejercicio de revocación de mandato caminemos de la mano de uno de los pioneros de la antropología política, George Peter Murdock, quien hace 57 años definió siete características fundamentales comunes a toda cultura en su libro Cultura y Sociedad.
La #RevocaciónDeMandatoVa. Las más de 94 millones de papeletas que se imprimieron para este ejercicio de participación directa tienen medidas de seguridad que garantizarán el correcto ejercicio, dando certeza de los resultados. ¡Infórmate y participa! #INEMexico #10DeAbril pic.twitter.com/SDA3ktdDYG
— Carla Humphrey (@C_Humphrey_J) April 5, 2022
La cultura es aprendida
Murdock nos dice que la cultura no es instintiva o innata o transmitida biológicamente, sino que está compuesta de hábitos, o sea, de tendencias a reaccionar aprendidas, adquiridas por cada individuo a través de su propia experiencia en la vida después del nacimiento. Esto significa que la sola existencia de una consulta pública para revocar o refrendar el mando del titular del poder ejecutivo federal en México es una primera experiencia que, con el tiempo, puede germinar en un nuevo hábito: reconocer la potencia del poder ciudadano para cambiar un gobierno socialmente reprobado.
La cultura es inculcada
Todos los animales son capaces de aprender, nos dice el antropólogo, pero solo el hombre puede pasar a sus descendientes sus hábitos adquiridos. Desde esta perspectiva, el ejercicio de revocación de mandato constituye un primer y necesario antecedente para enseñar e inculcar el hábito de evaluar a la autoridad a fin de refrendar o quitarle la confianza ciudadana. Algo que en México apenas estamos aprendiendo a realizar.
La cultura es social
Para Murdock, los hábitos de tipo cultural también son sociales, o sea, compartidos por los seres humanos que viven o se mantienen relativamente uniformes por la presión social. Este primer ejercicio de revocación sirve para introducir y socializar la discusión sobre esta opción democrática, aún entre aquellos que en este proceso en particular alientan el abstencionismo. Este ejercicio es una opción política a la cual podrá recurrir cualquier grupo social que rechace o se sienta agraviado por un gobernante en particular. Es una caja de pandora, cierto, pero es menos mala contar con una vía institucional que sólo con la violenta.
La cultura es ideativa
Los hábitos de grupo en los que consiste la cultura son conceptualizados, verbalizados, como normas o pautas de conducta ideales. De acuerdo con esta hipótesis del investigador norteamericano, el ejercicio de revocación es útil para que en México se conozca y valore el lado b del ideal democrático: Un régimen democrático consolidado no sólo establece reglas para formar gobierno, sino también para cambiarlo mediante consultas públicas reglamentadas e institucionalizadas. En este sentido, el ejercicio del 10 de abril contribuye a reforzar el ideal democrático en México.
La cultura produce satisfacciones
Para pervivir en el tiempo, Murdock afirma que forzosamente la cultura siempre debe satisfacer las necesidades biológicas básicas y las necesidades secundarias que se derivan de ella. Desde esta perspectiva, la prevalencia del ideal democrático se consolida con ejercicios como el de la revocación, porque ofrece una solución igualmente democrática a la eventual insatisfacción social en torno a una gestión pública en particular. Por ello cobra sentido el enojo y decepción de grupos de extrema derecha, como Frena, con sus antiguos aliados que promueven la abstención en el proceso, pues para ellos la revocación es el camino democrático para manifestar su inconformidad con la gestión de AMLO y. por lo mismo, es necesario participar.
No está de más que recordar para todos quienes abanderan el ideal democrático que la satisfacción refuerza los hábitos, los fortalece y los perpetúa, mientras que la falta de satisfacción inevitablemente da por resultado su extinción o desaparición.
La cultura es adaptativa
De acuerdo con Murdock, las culturas también se adaptan, por medio de la copia y la imitación, al ambiente social de los pueblos vecinos. México no está inventando la revocación de mandato, más bien la está copiando de otras experiencias en las que ha servido para encauzar por la vía democrática la insatisfacción social, evitando el desbordamiento social y crisis institucionales mayores. No se nos olvide que Arnold Schwarzenegger llegó al gobierno de California en 2003 y Mariano Rajoy recientemente fue depuesto como primer ministro de España mediante ejercicios democráticos más o menos equivalente
La cultura es integrativa
Como un producto del proceso de adaptación, los elementos de una determinada cultura suelen formar un todo congruente e integrado. Según esta tesis de Murdock, un ejercicio cómo el que se realiza el 10 de abril de 2022 es parte constitutiva de la lenta y tortuosa marcha política que ha tomado México hacia el ideal de institucionalizar y consolidar un régimen democrático en el país. La revocación de mandato significa una nueva etapa de pedagogía política que se inició con la reforma política de 1977 para construir un régimen democrático.
Seguramente estos apuntes son muy generales, vagos y faltan muchos detalles que incorporar a esta reflexión. Recién iniciamos el debate público sobre este aspecto sustantivo de todo régimen democrático: contar con la posibilidad institucional de revocar el mandato de un gobernante en caso de causar insatisfacción social mayoritaria. Es un paso muy riesgoso, entraña grandes peligros, pero es imprescindible para consolidar nuestro régimen democrático. Lleva tiempo y seguramente los primeros ejercicios de revocación que se realicen adolecerán de muchos defectos de todo tipo, pero para no perder el optimismo, recordemos las palabras del comandante Picard en Sart Treck: Los cambios nunca llegan cuando los esperamos. Llegan después, pero siempre llegan.
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