El Santuario de Chalma, ubicado en el municipio de Ocuilan, en el Edomex; es uno de los destinos religiosos más visitados en todo el país. Cada año, millones de feligreses hacen peregrinaciones para rendirle culto al Señor de Chalma, una figura cuya leyenda asegura que su propia existencia es el resultado de la aparición de Jesucristo en este lugar.
Han pasado casi 500 años desde que inició la leyenda del Señor de Chalma y evidentemente hay demasiadas teorías sobre este hecho; desde la versión católica en la que la es más un asunto de fe, hasta las versiones antropológicas que aseguran se trató de un engaño para impulsar la evangelización de los indígenas tras la Conquista.
Lo que los investigadores han podido reconstruir con las fuentes documentales disponibles es que la historia del Señor de Chalma empata mucho con el relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en el cerro de Tepeyac. Por lo que dependerá de cada lector sacar sus propias conclusiones. Así que sin más, vamos directo a la información.
Las cuevas de Chalma
En la época prehispánica, los indígenas ocuiltecas habitaban en la región que hoy conocemos como Chalma, en el Edomex.
Entre sus tradiciones se encontraba el culto a Tlazolteótl, una divinidad femenina que representaba la lujuria, la basura y las cosas inmundas. También, entre los nativos de Ocuilan, se le rendía adoración a Oztoteotl, una deidad que se le relacionaba con las cuevas y la energía.
En Chalma, los ocuiltecas solían hacer rituales a estas divinidades en una zona de cuevas. De acuerdo con el INAH, los indígenas ofrendaban sangre y los corazones de
niños, así como animales en sacrificio e incienso.
Tras la conquista, los evangelizadores llegaron a Chalma y encontraron que los nativos veneraban a una figura tallada en piedra, de tamaño humano y color negro y en la que los ocuiltecas creían que tenía poderes mágicos.
Sobre esta información hay muy pocas fuentes. El INAH atribuye esto a que los evangelizadores quedaron escandalizados por el horror de los sacrificios que realizaban los nativos; por lo que actuaron de inmediato para revertir la situación.
Las primeras referencias a esto se encuentran en un escrito del padre Francisco de Florencia, quien en 1689 describió el asunto:
“En tiempo de su gentilidad tenían en gran veneración los naturales de Ocuila y sus contornos un ídolo de cuyo nombre, ni aun entre ellos –así por el mucho tiempo que ha pasado, como por la total mudanza de religión, y costumbres– ha quedado memoria alguna. Hay quien piense, que se llamaba Ostoc-Teotl, que quiere decir Dios de las Cuevas; pero es adivinar”.
Lo que sí se sabe con cierta precisión es la historia de cómo el culto a Oztoteotl y Tlazolteótl cambió por el del Señor de Chalma, ya que este relato figura en las crónicas de los evangelizadores.
La aparición de Jesucristo en Chalma
Los primeros evangelizadores agustinos que llegaron a la región en el año 1537 a la región de Chalma fueron los padres Fr. Sebastián de Tolentino y Fr. Nicolás de Perea, quienes se horrorizaron con lo que presenciaron en las cuevas.
Los evangelizadores no lograban convencer a los nativos de dejar a sus deidades y convertirse al catolicismo y es en este punto en donde la historia comienza a tener variaciones.
La aparición según la Iglesia
La versión de la Iglesia señala que tres días después de que los evangelizadores entraron a las cuevas de Chalma, la escultura de piedra de Oztoteotl estaba partida por la mitad y que arriba de ella se apareció una figura con la imagen de Jesucristo crucificado.
Este milagro fue crucial para que los ocuiltecas reflexionaran sobre su culto y se dieran cuenta de que el Dios de los evangelizadores era más poderoso que el suyo; por lo que ellos mismos se encargaron de destruir por completo la roca de Oztoteotl y pasarse al catolicismo.
Desde ese momento, la figura del Señor de Chalma ocupó el espacio que el ídolo prehispánico tenía en las cuevas y con el paso de los años se le construyó un adoratorio, que se transformó en iglesia, luego en templo y finalmente en un Santuario.
La aparición según los antropólogos
Los antropólogos e historiadores consideran que la aparición del crucifijo fue más un acto premeditado por los evangelizadores, que un milagro.
En una publicación oficial sobre el acontecimiento, investigadores del INAH señalan explican que los evangelizadores no lograron convencer de ningún modo a los nativos de Chalma para dejar sus costumbres, por lo que se planeó fingir un milagro:
“Trataron de persuadir a los indígenas que abandonasen la veneración de su deidad. Según
la descripción del Fr. Diego Aguiar quien hizo relataría de estos sucesos, los indígenas no estaban muy convencidos de derrocar a su ídolo y se veían presionados por los frailes, sobre todo por el Fr. Nicolás de Perea.
Así ciertamente tuvo que surgir la idea de los evangelizadores de crear un ambiente de milagro, ya que, de un día para otro, los pobladores se encontraron con su ídolo roto en pedazos, cuyos restos estaban esparcidos por fuera de la cueva y en su lugar, sobre el altar, estaba un crucifijo con la figura de Cristo, todo de tamaño natural”.
Versiones similares estiman que los evangelizadores agustinos crearon la imagen del Jesucristo crucificado, conocido como el Señor de Chalma, con las propias rocas de la piedra de la divinidad prehispánica, para representar la derrota de estos seres ante el hijo de Dios.
La figura del Señor de Chalma se perdió hace muchos años
Actualmente es imposible conocer más acerca de estos relatos. Fuera de la tradición católica, no hay muchos textos de la época que narren estos hechos.
La mayoría de los estudios y crónicas sobre el Señor de Chalma comenzaron a publicarse casi un siglo después, cuando la popularidad de la aparición empezó a ser relevante en el Valle de México.
Tampoco hay manera de comprobar si la figura del Señor de Chalma tiene un origen distinto al natural, debido a que la Iglesia documentó que el crucifijo original se perdió en un incendio ocurrido en algún momento entre los siglos XVII y XVIII.
La tradición marca que la figura actual del Señor de Chalma es una réplica creada por los feligreses con los restos del templo consumido por las llamas.
Actualmente, el Santuario de Chalma es un punto de encuentro de la fe católica, recibe a millones de peregrinos cada año, quienes viajan desde diferentes puntos del país para pedir un milagro a la figura de Jesucristo.
De hecho, popularmente se acuñó el término ‘ni yendo a bailar a Chalma‘ que hace referencia a que algo es tan imposible que ni la figura milagrosa podría cumplirlo.
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