Los meses en los que hay más probabilidad de que caiga nieve en el Popocatépetl e Iztaccíhuatl son enero, febrero, marzo, noviembre y diciembre. Es decir, al final del otoño y durante toda la temporada invernal, de acuerdo con notas de prensa de los últimos cinco años y empresas que se dedican a los tours y actividades en la zona.
Durante esos meses, las bajas temperaturas y precipitaciones favorecen la caída de nieve. Aunque como pasa con cualquier pronóstico del clima, no es del todo una garantía.
Las maneras más sencillas de saber si hay nevada en el Popocatépetl e Iztaccíhuatl es a través de la página del CENAPRED, que las 24 horas del día monitorea las condiciones sísmicas y la vista en vivo de la zona volcánica, a través de Webcams de México.
Da clic en el video para acceder a la vista en vivo del volcán.
Con o sin nieve en el Popocatépetl hoy, está prohibido subir hasta la cima
Aunque en muchas ocasiones suelen publicarse notas o vides de personas que escalan hasta las partes más altas del volcán, esto no está permitido por las autoridades. De hecho, los accesos al Popocatépetl están cerrados al público desde 1994, año en que comenzó esta etapa eruptiva, señala explícitamente el CENAPRED en un artículo sobre el tema.
El Popocatépetl no es como otros volcanes del mundo que pueden pasar décadas o siglos sin actividad. El Popo es bastante activo y casi a diario tiene constantes explosiones, fumarolas, emanaciones de ceniza fría y explosiones de rocas de hasta 1000 °C.
Esto no significa que los turistas no puedan visitarlo. El área que comprende el Parque Nacional Izta-Popo es segura para hacer caminata y otras actividades en temporada de nieve, siempre y cuando no se rebasen los límites establecidos por la autoridad.
Todas las personas que se acerquen a una distancia menor a 12 kilómetros del cráter del volcán están en inminente riesgo de morir, ya sea por perderse en el camino, hipotermias, avalanchas de roca, caídas, intoxicación por cenizas o por ser impactados por una roca tras una explosión.
El CENAPRED advierte que no hay que dejarse llevar por videos de Internet en los que se incita a subir al cráter, ya que ni siquiera los científicos a bordo de transporte especial consideran estar presentes para estudiar la actividad del volcán:
“Actualmente, no es tarea de ningún científico o técnico subir hasta el cráter para poder evaluar su comportamiento. Las fotografías y videos que circulan en redes sociales, producto de iniciativas personales que imprudentemente buscan demostrar su arrojo aproximándose al cráter, no son de utilidad. Además de contar con imágenes satelitales, el CENAPRED realiza regularmente sobrevuelos que, sin poner en peligro la vida de su personal, sirven para obtener las mediciones y las imágenes necesarias para elaborar un diagnóstico”.
Ascensos al Iztaccíhuatl son más seguros, pero no te confíes
Una alternativa recomendable para los turistas es optar por subir al Iztaccíhuatl, que está aunque sí está catalogado como un volcán activo, este se encuentra en un periodo de reposo, pues no ha tenido erupciones desde el Siglo XIX.
Los meses con mayor probabilidad de nieve en el Iztaccíhuatl son octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo. Empresas que se dedican a los tours en la zona, recomiendan esta temporada, debido a que las épocas de lluvia elevan el riesgo de accidentes y extravíos.
No se recomienda hacer los tours de propia cuenta. La ayuda de un guía y equipo especializado es prácticamente necesaria para todos los turistas busquen subir al volcán.
En las diferentes rutas de ascenso hay refugios en los que se puede contratar los servicios de un guía. Algunos de los más concurridos son Los Portillos, Ayolco y Grupo de los Cien, que se encuentran por el camino del Paso de Cortés.
Sin embargo, aunque sí se permite subir al volcán, las autoridades suelen recomendar no hacerlo, ya que las condiciones climatológicas son bastante impredecibles.
Cada año, se reportan decenas de alpinistas y turistas que quedaron perdidos entre la neblina y muertos que han caído desde zonas altas, ya sea por haber resbalado de las rocas congeladas o por la poca visibilidad a causa del clima.
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