El día de ayer fue asesinada la cantante mexicana Yrma Lydya de 21 años por quien presuntamente era su esposo, Jesús “H”. La noche del 23 de junio, en el restaurante Suntory ubicado en la Ciudad de México, la mujer recibió tres disparos que acabaron con su vida.
Desde que se hizo público el feminicidio y el arresto del abogado Jesús H. Alcocer, diversos medios buscaron ‘colgarse’ de la historia y así generar polémica al respecto. Principalmente resaltaron como “interesante” la diferencia de edad que existía entre la pareja.
La revictimización por parte de los medios en casos de feminicidio y denuncias ha hecho mayor presencia durante los últimos años. Mientras que las notas dicen informar sobre lo que sucede y narrar los hechos, se ha denunciado que los títulos, el contenido y las imágenes utilizadas irrespetan la situación y a la víctima.
¿Qué hacía Yrma Lydya con alguien mayor? Se preguntan los medios
La joven de 21 años que recibió tres disparos, 2 en el pecho y 1 en la cabeza, en un restaurante ubicado en la Colonia del Valle, CDMX, fue identificada por las autoridades y testigos como “Yrma Lydya”. La joven era una reconocida cantante de regional mexicano.
Desde que los medios informaron el suceso, se comenzó a hablar que quien había acabado con la vida de la joven era su esposo, un hombre de 79 años identificado como Jesús “H”. Posteriormente se cuestionaron las razones del asesinato y se concluyó de forma preliminar que se debía a que la joven encontró a su esposo con otra mujer y llegó al lugar a cuestionarlo.
A raíz de esto, diversos medios de comunicación y noticieros centraron su atención no solo en reportar el incidente, sino en recalcar la diferencia de edad. “¿Quién fue el sugar daddy de Yrma Lydya?”;”Las infidelidades de la joven lo llevaron a él a asesinarla”; entre otros, es lo que se puede leer en algunos titulares.
La mayoría cuestiona el por qué alguien tan joven podía mantener una relación con alguien 58 años mayor, qué recibía a cambio y/o qué pudo hacer ella para que su marido decidiera actuar de esa forma.
Estas acciones, comentarios y cuestionamientos evidencian actitudes que son consideradas “revictimizantes”. Ya que si bien reconocen el carácter de víctima de la joven, cuestionan qué fue lo que hizo ella para “ganarse” ese destino, cómo iba vestida, qué era lo que buscaba, etc.
Al tiempo que se realizan las investigaciones sobre la muerte de Yrma y las razones de Jesús para realizarlo, han surgido diversas versiones de los hechos, todas extraoficiales. La mayoría se abstiene a la más reconocida, en la que el hombre se encontraba con otra mujer cenando e Yrma acudió al restaurante a ‘encararlo’; otras sugieren que ella acudió al lugar a cobrarle dinero al hombre y éste “se hartó”.
Ninguna de estas versiones ha sido confirmada y mucho se ha hablado sobre que es “insensible, revictimizante e irrespetuosa” con la víctima, la situación y el contexto. La mayoría menciona que al tratarse nuevamente de un caso polémico, los medios de comunicación se han aprovechado para realizar artículos que sólo buscan generar morbo, al mismo tiempo que faltan al respeto a la memoria de la joven de 21 años, dicen.
¿Qué es la revictimización?
Cuando una persona es agredida o se comete un delito en su contra, se convierte en víctima. Desde ese momento, la persona que padeció el delito ya sufre daños por ese mismo hecho, ya sea físicos, monetarios, psicológicos, etcétera.
En este momento las autoridades se encargan de seguir la denuncia y se busca resolver la situación ateniéndose al debido proceso jurídico.
Según la Organización de Estados Americanos, cuando se comete un segundo proceso de victimización o lo que se determina como revictimización, la víctima es doblemente vulnerada.
Esta se da cuando las autoridades muestran mayor interés en la vida privada de la víctima o la familia, que en el esclarecimiento de los hechos y la sanción de los responsables. Se cuestiona el porqué de la situación que llevó a la persona a ser víctima del delito e incluso se puede llegar a culparle por ‘lo que le pasó’.
La revictimización es común en casos de violencia de género, desapariciones y feminicidios. Mayormente por parte de las autoridades, pero también por los medios de comunicación que difunden e informan de los casos.
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