Una publicación reciente de Vice, revista canadiense, explica el sentir de varios jóvenes que vivieron una infancia con padres extremadamente estrictos y cómo les ha afectado en su vida adulta. Desde mentirosos compulsivos hasta perfeccionistas con ansiedad.
De acuerdo con la publicación existen padres extremadamente rígidos con respecto a su manera de crianza, desde cuidar la ropa que usan sus hijos hasta castigarlos y encerrarlos en cuartos oscuros durante horas para aprender una lección por haber roto las reglas.
Aunque en algunas culturas los castigos tan extremos pueden tomarse como abuso infantil, en algunas culturas utilizan el estilo de crianza denominado como “mamá tigre” que habla sobre una crianza hiperdiciplinaria y un desempeño por arriba del promedio.
La psicóloga y experta en trauma Seema Hingorrany explicó que la educación y crianza recibida durante la infancia tiene un impacto directo en la forma en que de adultos ven el mundo: “Como terapeuta informada sobre trauma, me he encontrado con muchos casos en los que las personas que crecen con padres estrictos tienden a tener creencias distorsionadas, ansiedad o son muy autocríticas”.
“Los padres a veces pueden sentir que están haciendo un buen trabajo al inculcar disciplina, pero en la mayoría de los casos el niño madura demasiado pronto o hace cosas solo para mantener felices a sus padres en lugar de descubrir lo que quieren como individuos. Pueden tomarse la vida demasiado en serio, dudar constantemente de sí mismos e incluso experimentar agotamiento y síndrome de fatiga crónica”, asegura la Hingorrany.
Testimonios
- “Escondí un teléfono secreto en mis toallas sanitarias”, Debadhrita, una estudiante de 23 años.
Debadhrita asegura que crecer con un padre conservador le trajo muchos problemas como adulta joven. Su padre le prohibía y controlaba todo, desde qué amigos podía o no tener hasta prohibirle usar el baño por demasiado tiempo. Ella cree que la relación con su padre ahora es muy complicada ya que no se siente cómoda tratando con él.
Era tanto el control que tuvo que esconder un teléfono que le prestó su mejor amigo para poder hablar con su novio y lo escondió en un su paquete de toallas sanitarias, así su padre no buscaría.
“Creo que la peor parte es que me convirtió en una mentirosa compulsiva porque sentí que la verdad no haría nada por mí”, aseguró la chica de 23 años.
Cuando comenzó la universidad, se mudó de casa y finalmente pudo probar la libertad, perdió el control. “Comencé a hacer cosas que causaron daño tanto a mi salud física como mental”. Asimismo ella asegura que el daño psicológico la ha dejado marcada, porque suele perder el control cuando no tiene algún tipo de supervisión y miente sobre todo, incluso cuando no lo necesita hacer.
2. “Siempre sentí la presión de ser perfecto”, Usman, 27, escritor de contenido.
Sus padres lo presionaron para ser perfecto desde que era un niño y nunca le permitían cometer errores y si los cometía no le dejaban olvidarlo. Vivía con miedo de ser regañado o golpeado.
No se le permitía salir y por eso ahora es un mentiroso compulsivo. Comenzó a beber desde temprana edad pero la culpa no lo dejaba disfrutar los momentos con sus amigos.
Constantemente vive con culpa cuando hace cosas que su madre no le dejarían hacer y aunque ya no vive con ellos aún tiene la presión de cometer errores porque, en caso de que se enteren, lo castigarían con sus palabras de desprecio.
No los visita a menudo porque siempre siente una tensión incómoda entre ellos y constantemente siente que le exigen por ser perfecto.
De acuerdo con SUNY, la Universidad Estatal de Nueva York, aunque la participación de los padres en la infancia de un niño puede potencializar su éxito académico, un estilo de crianza autoritario, principalmente regido por reglas estrictas, un alto grado de control y énfasis en la obediencia, puede causas desmotivación en el menos y por lo tanto provocar una mala aceptación de las responsabilidades.
SUNY utilizó un diseño correlacional para determinar si las actitudes, comportamientos y autopercepciones de los adultos que vivieron en estas condiciones son distintas a los adultos con padres permisivos durante su infancia.
Los resultados de la investigación arrojaron que los adultos que tuvieron padres estrictos tenían menos probabilidades que los adultos con padres permisivos de describirse a sí mismos como “inteligentes” pero solían describirse como “responsables”.
También encontraban muy atractiva la idea de mudarse solas y que, cuando fueran padres, no serían estrictos, aunque sí tomarían castigos severos si sus hijos rompieran las reglas.
Los hallazgos del estudio sugieren que los padres deben ser educados sobre los efectos potenciales a largo plazo del estilo de crianza que adoptan ya que podría afectar a sus hijos en la edad adulta.
Otro estudio realizado por la Universidad de Georgia, muestra que los conflictos entre padres e hijos pueden afectar negativamente la capacidad de los niños para hacer frente al estrés, así que sugiere que: La próxima vez que le grite a su adolescente desafiante, podría considerar que puede estar haciendo más daño que bien.
El estudio dirigido por Assaf Oshri, demuestra que para los padres con hijos que se estresan durante las confrontaciones, ser estrictos puede ser contraproducente, porque hará que sea más probable que el niño se porte mal en el futuro.
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