De acuerdo con el psicólogo suizo Jean Piaget la mente de los niños se desarrolla acorde a las experiencias que vive, sin embargo, muchos padres a nivel mundial se esmeran por hacerlos crecer y se preguntan como hacerlos madurar más rápido.
En la actualidad la mayoría de los padres creen que es mejor desarrollar el cerebro y la capacidad cognitiva de sus hijos lo más rápido posible, es por eso invierten gran parte de sus ingresos al rápido desarrollo de los niños y desde que son están en preescolar reciben una enorme presión para crecer.
Sin embargo, de acuerdo con diversas investigaciones alrededor del mundo una niñez más lenta, más larga y con más cariño podría ser la mejor manera para prepararse para la vida adulta; si bien el desarrollo de las habilidades como preparación para la vida adulta es parte importante del crecimiento, el tener una infancia feliz podría ser la clave para una vida feliz y próspera.
Niñez dura, hijos menos exitosos
Un estudio realizado en 1998 sobre el efecto a largo plazo de las experiencias adversas en la infancia en niños que vivían en California, Estados Unidos; arrojó resultados inquietantes, puesto que los niños que crecen en situación de pobreza, abuso emocional y físico, divorcio, violencia, o con alguien con adicciones o enfermedades mentales; tienen como resultado experiencias parecidas y con un efecto altamente negativo en sus vidas adultas.
Este sector de niños con infancias complicadas, pueden llegar a sufrir ansiedad, adicciones y/o depresión cuando sean mayores; asimismo, corren un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y cáncer.
Te preguntarás, ¿cómo algo que le pasa a mi hijo a los 5 años podría reflejar un mal cancerígeno en él cuando tenga 50 años?.
Todos los problemas que los niños viven de pequeños aceleran de manera considerable su desarrollo físico. De acuerdo con distintos estudios realizados a nivel mundial, un niño expuesto a grandes cantidades de estrés puede llegar antes a la pubertad que un niño con una vida sana, feliz y tranquila.

Un estudio realizado en la Universidad de Pensilvania por la Doctora Allyson Mackey, Un vínculo entre el estrés infantil y los primeros molares, muestra que los niños con vidas estresantes incluso pierden sus dientes “de leche” más rápido.
En un estudio más reciente llamado Influencias Ambientales en el ritmo del desarrollo del cerebro, de la misma Doctora Mackey y otros colegas, se concluye que la pobreza, el estrés y todas las experiencias adversas a las que es sometido un niño también provocan que el cerebro del infante crezca demasiado rápido; por lo tanto, no solo alcanzan una madurez emocional temprana, sino que también presentan un crecimiento físico acelerado.
El cerebro humano sigue un desarrollo lineal, es decir que, a medida que envejecemos el cerebro se vuelve más eficiente pero menos flexible; mejor para explotar, pero no bueno para explorar; mejor para actuar de manera eficaz pero no tan bueno para hacer cosas nuevas. Si un niño desarrolla su cerebro mucho más rápido de lo normal, es probable que llegue a su madurez cerebral antes de lo planeado y eso le evitará seguir creciendo en su etapa laboral más productiva.
Es probable que las buenas experiencias en la infancia provoquen que el cerebro de los niños se mantenga abierto al aprendizaje constante.
La Doctora Mackey y sus colegas sugieren que todas las malas experiencias que se repiten con frecuencia en la infancia podrían tener el peor efecto de aceleración en madurez cerebral; pero por el otro lado, las experiencias buenas, variadas y amorosas podrían mantener al cerebro joven y abierto al aprendizaje.
En términos generales los niños que asisten a escuelas prescolares de alta calidad no obtienen mejores resultados en pruebas escolares; sin embargo, se sugiere que las experiencias vividas en esta etapa escolar de los infantes podrían mejorar los ingresos, la salud y la prosperidad cuando se llega a edad adulta.
En el artículo Teoría de la historia de vida en psicología y biología evolutiva de Willem Frankenhuis y Daniel Nettle en donde se habla de la vida animal y el tiempo que invierten en vivir, criar y madurar; concluye que una vida larga y lenta va acompañada de un cerebro grande e inteligente; así que todo lo que vives cuando eres joven dice el tipo de mundo al que te enfrentarás cuando seas mayor.
Si un niño tiene una infancia dura su periodo de aprendizaje no será extenso puesto que por naturaleza se centrará en buscar técnicas de supervivencia; si por el contrario tiene una infancia tranquila, afectiva, y sin presiones, tendrá su tiempo para aprender, explorar y mantener una mente abierta y un cerebro flexible; por lo tanto, apoyar a los niños desde temprano edad es la mejor manera de asegurar que las nuevas generaciones de adultos estén colmadas de personas prósperas.
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