El tuit de una ciudadana estadounidense que invita a los extranjeros a quedarse en la Ciudad de México para hacer trabajo remoto abrió un extenso debate sobre la gentrificación y otros problemas inmobiliarios que existen desde hace muchas décadas.
Si bien, es cierto que colonias como La Condesa, Roma, Hipódromo, San Miguel Chapultepec, Doctores, Obrera, Juárez, Centro, Buenavista, Tabacalera o San Rafael son muy atractivas para los extranjeros que residen en el país, esto no es para nada algo nuevo y, por muchos años, parte de la economía local (no toda) sí se favoreció de ello.
Evidentemente, no todo fue bueno. Estudios sobre evolución del uso de suelo en la Ciudad de México (como este de la UAM) explican que la plusvalía y estilo de vida en estas colonias (y otras aledañas) se encareció con el paso de los años.
Lo anterior, consecuentemente, llevó al desplazamiento de los habitantes originarios, quienes tuvieron que moverse a otras colonias con viviendas y servicios más asequibles a sus ingresos. En términos técnicos, este fenómeno forma parte de otro todavía más completo conocido como migración interurbana.
Extranjeros en la Condesa no son el problema, sino una consecuencia
La gentrificación no tiene toda la culpa del encarecimiento de la vivienda, más bien es una consecuencia. Los orígenes de la mayoría de los problemas inmobiliarios de México están precisamente en las mismas leyes que lo regulan.
En México, la especulación inmobiliaria es muy permisiva. Los grandes desarrolladores tienen, prácticamente, el poder de controlar el mercado de precios de la vivienda en las zonas metropolitanas.
Esto no es una acusación especulativa, son hechos documentados por investigadores especializados en desarrollo urbano, medios de comunicación y las propias autoridades.
Coloquialmente, en la Ciudad de México se habla de un “cártel inmobiliario” que comenzó a formarse en 2003 y que obtuvo muchas facilidades del gobierno para llevar a cabo grandes desarrollos de vivienda en zonas en las que se sabía que el valor aumentaría con el paso del tiempo. Varios funcionarios de a gestión del ahora senador Miguel Ángel Mancera son investigados por ser presuntos cómplices.
El hecho de que gran parte de la oferta de la vivienda esté controlada por unos cuantos repercute directamente en las aspiraciones patrimoniales de la mayoría de los mexicanos.
Esto se ejemplifica mejor al comparar el costo de venta promedio de una vivienda en México, estimado en 1 millón 324 mil pesos (Índice SHF de Precios de la Vivienda), con la media salarial del país, que son unos 7 mil 380 pesos al mes (INEGI).
Es claro que la mayoría de los mexicanos no pueden pagar por una casa o un departamento si su sueldo apenas les alcanza para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
En este sentido, sí se favoreció que personas extranjeras, e incluso mexicanos, con mucho mayor poder adquisitivo que el promedio nacional, desplazaran a los habitantes originales de zonas de alta especulación inmobiliaria. Aquí entran La Condesa, Roma, Doctores, Obrera, Tabacalera y Centro, que son algunas de las colonias que mejor ejemplifican este fenómeno en la Ciudad de México.
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No se piden rentas baratas, sino una mejor legislación
El tuit de la estadunidense sobre rentar en la Ciudad de México trajo a discusión varios temas que vale la pena rescatar. Uno de ellos es la de exigir a las autoridades el estudio y elaboración de una Ley Inquilinaria que ayude a la regulación de la renta de vivienda.
Los datos demuestran que no todos los mexicanos podrán comprar una casa. Carla Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, hizo un Space en Twitter en el que abordó más a profundidad en este tema (clic aquí para escuchar).
En su transmisión explico que en México se normalizó el comprar una casa como una de las metas primordiales para los trabajadores. En ese sentido, las autoridades priorizaron los créditos hipotecarios y los títulos de propiedad como las principales políticas públicas en materia de vivienda popular.
Pero incluso con esos programas, como los del Infonavit o del INVI, todavía hay muchos mexicanos que no podrán comprar una casa y es por ello que se recurre a la renta como alternativa para tener un lugar en donde habitar, especialmente en las zonas metropolitanas o cercanas a los centros de trabajo.
La Ley Inquilinaria que se busca crear no es para obligar a los arrendatarios dar precios bajos, sino para impedir los excesos e injusticias que se cometen. Y en la CDMX hay muchos casos desde los cuales se puede partir.
Los desalojos abusivos, los aumentos exagerados en las rentas, la falta de mantenimiento a los inmuebles, los requisitos cada vez más complejos para firmar un contrato y las condiciones poco favorables para los inquilinos son algunos de ellos.
En todo el mundo se da un fenómeno conocido como “rentas de segregación”, el cual explica que el precio de la renta del suelo residencial (casas, cuartos, locales o departamentos en renta, prácticamente) es una forma de controlar la especulación inmobiliaria y segmentar a la población por nivel adquisitivo.
“Se trata de precios de monopolio de distintos rangos jerarquizados, surgidos de lo que Jaramillo (2009) denomina rentas de segregación, donde las características de la vivienda (ubicación, estilo, dimensión) simbolizan prestigio y diferenciación social. Aprovechando la importancia que se le otorga a estos bienes posicionales y dado que el suelo se encarece en esas zonas, los promotores tienden a buscar continuamente otras para construir nuevos barrios elegantes”, explica esta tesis de Guillermo Ejea, de la UAM Xochimilco.
Tener una mejor legislación en temas de renta de vivienda ayudaría a dar certeza y seguridad a las personas que habitan espacios alquilados de que no serán víctimas de aumentos agresivos o desalojos violentos, como muchas veces ocurre en edificios del Centro Histórico.
No se busca rentas baratas en La Condesa o en la Roma Norte, sino establecer topes de alquiler que sean justos y proporcionales a las zonas en las que está ubicado el inmueble, sin que estos fluctúen por la especulación inmobiliaria.
Esto pondría mayor orden en la oferta y demanda de espacios en renta. Una Ley así no se hace de la noche a la mañana, es por eso que se busca dar a conocer estas inquietudes a las autoridades para trabajar en ella lo antes posible.
Y por cierto, en otro tuit, la mujer estadounidense que provocó todas estas discusiones en Twitter publicó otro mensaje en el que aclaró que solo estuvo en la Ciudad de México un par de días para visitar a algunos amigos y que no era su intención ofender a nadie, aunque tuvo que cerrar los comentarios y mensajes directos en sus cuentas por todo el odio que recibió.
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