Hace unos días fue clausurado un predio con material de hospital en el municipio de San Rafael, Querétaro. Ahí tiraban deshechos médicos al aire libre, de manera insalubre y sin protección.
Una de las personas que rentaban el lugar transportaba material de hospital.
Gracias a una denuncia anónima las autoridades fueron a verificar el sitio que ya despedía un olor desagradable.
Elementos de Protección Civil encontraron varias camionetas con restos expuestos al aire libre.
La zona fue acordonada de inmediato con la leyenda “clausura temporal”.
En estos casos, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) deberá sancionar a los responsables debido a que el mal manejo de material de hospital implica un riesgo y un foco de infección.
A los basureros de la ciudad llegan residuos biológico-infecciosos mezclados con el resto de la basura.
Los residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI) son los que se generan durante la atención médica.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 40% de los casos de hepatitis y 12% de los de VIH en el mundo se deben a la exposición a los RPBI por manejo inadecuado.
Estos pueden causar efectos nocivos a la salud y el medio ambiente. Se clasifican en sangre, cepas y cultivos de agentes infecciosos, tejidos y órganos que se extirpan durante cirugías, muestras biológicas para análisis clínicos, cadáveres y partes de animales infectados con microorganismos.
De 2011 a abril de 2019 la Profepa registró 255 denuncias en 29 estados del país por contaminación ambiental.
De acuerdo con El Universal, los estados con más casos de este tipo son Estado de México, con 33 registros; Jalisco, con 24 y la Ciudad de México, con 22.
En 2018, un laboratorio de la alcaldía Tlalpan, dedicado a la detección del cáncer cérvico-uterino, fue denunciado por tirar las batas y el material utilizado para los estudios, directo en la basura.
Los especialistas aseguran que se debe tener mayor vigilancia en el manejo de estos residuos, pues son un riesgo para la salud.
Añaden que la falta de información sobre cómo deben desecharse y una legislación más estricta ocasionan que no se les dé el tratamiento adecuado.
Hay algunas empresas que se dedican a darle el destino correcto a este tipo de desechos, por eso es considerable que los hospitales y laboratorios cuenten con este tipo de servicios.
También lo pueden hacer en sus mismas instalaciones pero con el cuidado necesario.
Además, para los ciudadanos, la recomendación es que tapen las jeringas y todo el material que haya estado en contacto con los tejidos sanguíneos.
De acuerdo con la Guía para el manejo de los residuos biológico infecciosos, estos son los pasos que deben seguir los hospitales para darle tratamiento a estos desechos:
1. Identificación de los residuos: Los desechos deben ser identificados inmediatamente. Así se evita su reclasificación y disminuyen los riesgos de infección para quienes recogen la basura. Pueden ser objetos punzocortantes: jeringa, pinzas, bisturí; o residuos no anatómicos: gasas o algodones con algún líquido corporal.
2. Envasado: Deben separarse de acuerdo a su tipo y estado físico: sólido en recipientes rojos, y líquido en color amarillo.
3. Almacenamiento temporal: Para evitar que se mezclen con la basura común, deben estar en un lugar aparte. De preferencia en un contenedor cerrado y señalado con el tipo de residuo que contiene.
4. Recolección y transporte externo: El personal debe estar capacitado para su manejo, conocer el tipo de desecho y usar guantes, cubre bocas, cofia y lentes (si es necesario).
5. Tratamiento: Los hospitales pueden darle tratamiento al separar las bolsas por color y someterlos a un proceso de calor y presión durante unos minutos para esterilizarlos.
6. Disposición final: Los desechos que hayan sido desinfectados podrán tirarse en el camión de basura, y los que no hayan tenido este tratamiento deberán enviarse a empresas recolectoras autorizadas.
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