¿Cuántas veces has pasado frente a la Catedral Metropolitana sin detenerte a observarla o pensar en sus orígenes?
Al inicio, la primitiva catedral destacó por su sobriedad pero cundo se realizó un Concilio Provincial en 1585 iniciaron sus remodelaciones y mejoras.
Sus torres miden 65 metros de alto y son un referente del Centro Histórico de la ciudad.
Hace aproximadamente 400 años existió otra catedral, la primera que se construía. Era de dimensiones modestas, con techo de doble agua y vigas. Pero tuvo una corta vida antes de ser demolida.
La traza del templo tenía una orientación poniente oriente, contrario al actual templo que va de sur a norte.
Esto debido a una antigua creencia medieval que decía que los templos tenían que ver hacia Tierra Santa, donde nació, vivió y murió Jesús.
El templo se levantó donde está actualmente la catedral, incluyendo la banqueta y con la misma distancia hacia la plancha del Zócalo.
Su fachada principal daba a la plaza y al palacio del Marqués de Oaxaca, título entregado a Hernán Cortés por el Rey Carlos V de España en recompensa por los servicios realizados a la corona. Cortés mandó levantar su casa en el Palacio de Axayácatl, hoy Palacio Nacional.
El arzobispo Pedro Moya de Contreras, decidió contratar a los mejores artistas de la “Muy Noble y Leal Ciudad de México” para la remodelación de la Catedral.
Como parte de esta se construyó una nueva puerta para el templo, la cual se conoce como la Puerta del Perdón.
Recibió este nombre debido a que fue la condición que la Inquisición impuso al artista para que se le retiraran los cargos que tenía y pudiera recuperar su libertad.
Algunos de ellos tuvieron origen cuando el pintor dijo públicamente: “prefiero pintar retratos que santos”.
La fachada fue inaugurada en 1585, al igual que el coro tallado en madera por el escultor flamenco Adrián Suster.
Pero la remodelación solo duró algunos años porque para 1626 inició la demolición de la nueva y monumental catedral, cuya primera piedra se colocó en 1723.
La parte norte del templo actual fue la que se construyó en esos años. La Catedral fue terminada hasta 1813 por el arquitecto valenciano Manuel Tolsá.
La Puerta del Perdón se rescató, ya que se consideraba un sacrilegio que fuera destruida.
Cualquiera que camine por la calle de República del Salvador entre 20 de Noviembre y Pino Suárez puede observar la portada con más de 400 años de antigüedad, la misma que vio pasar a nobles novohispanos y a los arzobispos que ha tenido la Ciudad de México desde su nacimiento.
Actualmente quedan pocos vestigios de la antigua Catedral, sólo la fachada. Entre estas piezas están los zócalos octagonales de piedra que sostuvieron las grandes columnas el antiguo templo. Están en la esquina sureste de atrio.
Estas piezas se hicieron reutilizando las antiguas representaciones de deidades, serpientes emplumadas y altares que los mexicas usaban para embellecer sus templos y palacios.
Esto es evidente en una de las bases ubicada dentro de la zona arqueológica del Templo Mayor, donde en su parte inferior se ven las estrías del vientre de una serpiente.
También existen ventanas arqueológicas ubicadas en el mismo atrio.
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