La madrugada del 28 de abril de 2019 murieron once personas, entre ellas tres menores de edad, luego de que el camión de turismo en el que viajaban se volcó en Río Grande, Zacatecas.
Los sobrevivientes, la mayoría con heridas físicas y emocionales permanentes, afirman que el conductor manejaba a exceso de velocidad y en estado somnoliento. A tres años del incidente, exigen justicia para sus familiares fallecidos.
El autobús involucrado en el accidente tenía número de serie WMAR33ZZ1BC015774, placas de circulación 215RV3 y salió de la Ciudad de México con 42 pasajeros rumbo a Torreón, Coahuila. El conductor está identificado como Diego Maximiliano Cendejas Esparza, quien está en libertad al día de hoy.
De acuerdo con los datos del incidente, la empresa detrás de la línea de autobuses es “Turismo García”.
Pero precisamente el 27 de abril de 2019, por falta de vehículos, la empresa subarrendó dicho camión para dar el servicio; el propietario está registrado como Óscar Aragón Almaráz, todos ellos son los señalados directos por los daños causados a las víctimas.
Algunos de los sobrevivientes mantienen activa una demanda penal en contra del conductor, la empresa de la línea y el propietario del camión. Hasta ahora, no han tenido muchos avances.
Ruta de camiones casi clandestina
Los pasajeros del autobús del “camionazo” de Río Grande eran principalmente familias de bajos recursos que tomaron esa ruta debido a que fue la más accesible que encontraron.
Patricia Heredia, una de las pasajeras, explicó en entrevista con Datanoticias que el motivo de su viaje fue para visitar a su esposo, que se encuentra recluido en una cárcel federal en Durango. Ella se enteró de la existencia de la ruta por una persona que promociona la empresa entre grupos de mujeres que también tienen a familiares en prisiones del norte del país:
“Nosotros tenemos un grupo de familiares de personas privadas de la libertad. En el primer grupo en el que yo estuve hay una señora que se llama Lilly Escorza y ella es la que promueve los autobuses de esa compañía.
Hasta donde yo tengo entendido, ella tiene un convenio con el dueño de esa empresa, que se llama Turismo García. A ella le dan una comisión por cada boleto que vende.
A través de la señora Lilly Escorza es que yo sé de esos autobuses. Me dijo que eran seguros y muy económicos. Y sí, en ese momento daban el boleto en 400 pesos, cuando normalmente uno de Omnibus costaba hasta mil 200 pesos.
Yo tomé el autobús el sábado 27 de abril de 2019 por la tarde, mi visita la tenía programada para el lunes. Pero no llegué.
La base está exactamente a espaldas del Teatro Blanquita, esa vez que yo llegué a tomar el autobús, vi que hay varias empresas que se dedican a eso y cada empresa tiene su oficina y adaptaron ahí sillas para que la gente espere”.
“Estallaron los vidrios y al despertar, vi mucha gente muerta”
La señora Patricia recuerda pocos detalles de la noche del accidente. Se dice afortunada por haber sobrevivido, pero las imágenes de su cuerpo prensado entre el metal caliente, mujeres desesperadas por salvar a hijos y personas que suplicaban por no morir son algo que, dice, llevará consigo toda la vida:
“Al volcarse el camión, estallaron los vidrios, volaron piedras, ramas y tierra. Yo me golpeé toda la parte izquierda del rostro y perdí el conocimiento.
Al despertar todo era un caos, abajo del autobús había cuerpos. Yo vi varios cuerpos. Un señor que estaba a lado de mí tenía su muñeca atrapada con un tubo que estaba a punto de destrozársela.
Yo quedé prensada del tobillo izquierdo, entre el descansabrazos del autobús y todas las piedras y tierra que arrastró al derrapar. Quedé boca abajo.
Arriba de mí había otra persona herida, una señora también. Me tocó ver fallecer un niño, murieron tres esa noche. La mamá desagarrada, gritaba y pedía ayuda para salvar a su hijo de entre 6 y 9 años.
Por el dolor y los golpes, sentía que me había estallado algo por dentro. Llegaron los paramédicos y los de protección civil para cortar metal, pero no pudieron. Las barras del autobús eran muy gruesas.
Hasta que llegó una grúa a medio levantar el autobús fue que nos pudieron sacar a los que estábamos prensados. Yo duré como una hora ya consiente, se me hizo la hora más larga de toda mi vida porque yo ya no sentía la pierna”.
“Mi hijo murió esa noche, solo pido justicia por él”
Yolanda es otra de las sobrevivientes del accidente en Río Grande que busca justicia por lo que ocurrió. Ella es originaria de Torreón, Coahuila. En abril de 2019, hizo un viaje familiar junto a sus hijos: dos niñas y un varón.
Ella también recibió una recomendación para viajar por la ruta de la empresa “Turismo García”. Explica que durante el trayecto, el conductor manejaba a exceso de velocidad y que, tras el accidente, abandonó a los pasajeros y huyó:
“El chofer venía muy rápido, pensé que manejaba así para llegar a las 7:00 u 8:00 de la mañana a Torreón, que es la hora a la que se acostumbra en los autobuses.
En el momento que sentí el golpe estaba despierta. Cuando se volcó, fue un buen tramo en el que derrapó de lado el camión. Me quedé impresionada porque como yo lo sentí, no creí que fuera a ser de tal magnitud.
Hasta que el camión se paró, me levanté y empecé a buscar a mis hijos. Mi hija comenta que ella vio cuando el chófer se salió. Rompió el vidrio y se fue. No le importó lo que nos pasaba”.
Al darse cuenta de la gravedad del accidente, la señora Yolanda busco a sus hijos. A pesar de estar herida, se apresuró para encontrar a su familia y ponerla a salvo.
Sin embargo, a pesar de sobrevivir, esa madrugada se convirtió en la peor experiencia de toda su vida. Su hijo menor, Erick, fue una de los fallecidos. Tenía apenas ocho años de edad:
“Yo solamente tuve golpes y buscaba a mis tres hijos. Una estaba a mi lado y salimos juntas. Vi a mi otra hija parada, tenía el pie atorado y al que no encontraba era a mi niño.
Cuando llegaron las ambulancias, le dije a mis hijas que se fueran. Yo me quedé porque no encontraba a mi hijo. No sabía si él seguía adentro del camión.
Yo estuve ahí viendo si salía. Empezaron a decir que atrás del camión había personas fallecidas y me atreví a pedirle a alguien que me acompañara a ver.
Una policía echó luz en la zona y no sé si fue mi instinto, pero inmediatamente vi a mi hijo. Él quedó atrás del camión. Me quedé impresionada, no me podía entender cómo quedó ahí.
Empezó a amanecer y se vio mejor la escena del accidente. Llegaron las personas que se llevan a las personas fallecidas y veo que se llevan a mi hijo. Yo me fui en la última ambulancia que mandaron para encontrarme con mis hijas”.
La muerte de Erick fue un golpe devastador para Yolanda y su familia que les duele recordar. Tanto ella como sus hijas, resultaron con heridas físicas y psicológicas que dejaron una enorme huella en ellas.
Menciona que ella quiere justicia para su hijo fallecido y que está indignada porque las autoridades no hacen nada, a pesar de que cuenta con toda la evidencia de lo que pasó y que incluso hay antecedentes de más accidentes en la misma empresa:
“Ya van a ser tres años y no nos han dado solución a nada. Dicen que por la pandemia y por muchas otras cosas que ha retrasado todo esto. En este tiempo que paso, supe de otros dos accidentes de esa misma línea.
Lo del chófer siento que sí se necesita un escarmiento. Ya es muy feo para uno viajar en camión. Si me da mucho coraje. Porque aunque tengas la evidencia y tengas fotos, no hacen nada”.
Víctimas del “camionazo” de Río Grande tienen nombre y apellido
El accidente le dejó grandes problemas físicos a Patricia Heredia. Los médicos lograron salvar su pierna que había estado prensada, pero no sanó por completo. Hoy en día, sufre de constantes dolores y malestares por los tratamientos que tendrá que hacer toda su vida.
Explica que la atención médica recibida la madrugada del incidente fue mala. En el primer hospital al que la llevaron no la atendieron por falta de equipo. Luego, señala, un ejecutivo de la aseguradora Qualitas intentó convencerla de otorgarle el perdón a la empresa de camiones para que pudieran operarla. Ella rechazó el trato.
Junto con otras víctimas del “camionazo” de Río Grande inició una demanda penal en contra del conductor y la empresa dueña del camión.
“El día que yo recibí mi alta del hospital, yo en silla de ruedas, me reuní con las familias de las víctimas y estuvimos hablando con los abogados”.
Sin embargo, debido a que la aseguradora del autobús, Qualitas, tiene sede en Monterrey, todo el proceso penal se tiene que hacer en esa entidad. Esto dificulta a la mayoría de los afectados darle continuidad al proceso:
“Se tardó mucho el proceso para meter la demanda porque en la Fiscalía de Zacatecas tardaron en dar la carpeta de investigación judicializada, porque así es como la pedía el juzgado”.
La demanda pide indemnizaciones justas por el fallecimiento de Erick Elías Díaz, Miguel Guillermo Luján, María Patricia Morales, Pablo Damián Martínez, Luis Sebastián Martínez Gallegos y Marlen Samara. De los otros muertos, sus familiares no se unieron al proceso.
También se pide reparaciones por los daños físicos y psicológicos, así como gastos médicos, de siete sobrevivientes con heridas permanentes, causadas por la negligencia del conductor y la empresa.
El proceso ha sido lento para quienes esperan una respuesta de las autoridades. A tres años del accidente, los avances son pocos y las víctimas buscan que su caso sea visible.
Patricia confía en el trabajo de los abogados que cubren el caso, se muestra positiva a que la juez designada pueda analizar toda la evidencia y darles la razón.
Comenta que ha mandado mensajes por redes sociales al gobernador de Nuevo León, Samuel García, para que pueda conocer su caso y preguntar por qué se demora tanto, pero no ha obtenido respuesta:
“La pandemia nos atrasó todavía más. Hubo muchos factores que no estuvieron nuestro favor en ese momento. Afortunadamente, ya procedió y ahora se está esperando fecha de audiencia”, explica.
Este 28 de abril de 2022 se cumplen tres años del “camionazo” de Río Grande, Zacatecas. Los pasajeros eran familias, trabajadores y comerciantes que tuvieron la mala fortuna de subirse a un camión en el que el conductor actuó con negligencia, aseguran los sobrevivientes.
La línea de camiones “Turismo García” todavía opera en la Ciudad de México. La ruta hacía Torreón sigue activa y las personas que promocionan los viajes baratos aún trabajan ahí.
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