Un estudio estadounidense realizado por el Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) analizó los resultados de 12 ensayos clínicos, y reportó que más de la mitad de los efectos secundarios experimentados después de la vacuna por Covid-19 pueden ser causados por un efecto que denominan ‘nocebo effect’, o en español, efecto “nocebo”.
El “efecto nocebo” se refiere a los efectos perjudiciales o contrarios del efecto placebo.
Según el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán en México, el efecto placebo es conocido como un fenómeno de mejoría comprobable en la salud después de tomar un tratamiento placebo; es decir, después que al paciente se le administra –sin saberlo– una sustancia o un procedimiento que CARECE de fármacos contra la enfermedad, los síntomas disminuyen.
Aunque aún no se conocen los fundamentos biológicos, psicológicos y genéticos exactos del efecto placebo, algunos científicos lo atribuyen a las expectativas y los factores no conscientes que se tienen sobre el tratamiento.
Ahora bien, el efecto ‘nocebo’, contrario al placebo, se produce cuando una persona experimenta efectos secundarios desfavorables después de que le haya sido administrado un tratamiento sin fármacos activos o el “tratamiento mentira”.
El estudio publicado en la revista médica JAMA Network Open, informó sobre la aparición de efectos secundarios en 22,578 receptores de placebo y 22,802 receptores de la vacuna.
Según los investigadores, aunque se descubrió que fue mayor el porcentaje de efectos secundarios en participantes que SÍ recibieron la vacuna, casi un tercio de los participantes que recibieron el tratamiento placebo también informaron experimentar al menos un efecto secundario (dolor de cabeza y fatiga leve fueron los más comunes).
Tras la primera dosis, el efecto ‘nocebo’ se presentó en más del 35% de quienes recibieron placebo (se registró que experimentaron efectos secundarios sistémicos como dolor de cabeza y fatiga).
En cambio, tras la primera aplicación, el 46% de los receptores de la vacuna experimentaron al menos un efecto secundario sistémico.
Después de la segunda dosis, los efectos secundarios en el grupo de placebo aparecieron en el 32% de los participantes, mientras que un 61% en aquellos que recibieron la vacuna.
*Se argumenta que el incremento en el porcentaje de efectos secundarios de la segunda dosis en quienes recibieron la vacuna se puede deber a una “sugestión” y miedo por la experiencia previa.
Se llegó a la conclusión que los efectos secundarios registrados, el 76% en la primera dosis y 52% en la segunda dosis, se debían al efecto nocebo.
Las pruebas sugieren que los efectos secundarios sistémicos (dolor de cabeza, fiebre, fatiga) no son completamente producidos por los componentes de la vacuna Covid-19, sino por otros factores que generan el ‘efecto nocebo’, incluidas la ansiedad, la expectativa y la información que se da sobre los posibles síntomas al recibir el biológico.
Quienes realizaron los ensayos clínicos mencionan que los programas de vacunación deberían informar a la población acerca de los posibles efectos ‘nocebo’ y hacer conciencia al respecto.
Consideran que en vista de los resultados, “informar a los pacientes sobre la posibilidad de experimentar efectos ‘nocebo’ reduce considerablemente la ansiedad y el miedo a recibir el biológico, y por lo tanto, los posibles efectos secundarios”.
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