Dentro de la tradición prehispánica, el Mictlán era el inframundo a donde las personas llegaban al morir. Es conocido popularmente como el “infierno mexica” y está gobernado por Mictlantecuhtli, señor de la oscuridad y la Mansión de los Muertos.
El paso de los muertos por el Mictlán, de acuerdo con la cosmogonía mexica, no era sencillo. Diferentes códices coinciden en que estaba dividido en varios niveles y sólo accedían a él las personas que morían de causas naturales.
El recorrido por los nueve infiernos de la Tierra de los Muertos iniciaba con un Xoloitzcuintle como guía y culminaba con el descanso eterno del alma y las palabras de Mictlantecuhtli: “Ha terminado tus penas, vete, pues, a dormir tu sueño mortal”.
Los 9 niveles del Mictlán
Itzcuintlán
El primer estrato de los nueve niveles del Mictlán era la casa de Xólotl, Señor del Ocaso. Aquí, los muertos eran guiados por perros Xoloitzcuintles para cruzar el Río Apanohuacalhuia.
Tepeme Monamictlán
El segundo nivel era decisivo. Estaba formado por una cadena de cerros y montañas en movimiento que chocaban entre sí. Los muertos debían cruzar con mucho cuidado para no ser triturados.
Quienes no lo lograban, quedaban atrapados de manera eterna en el choque de las montañas, lamentándose y sufriendo para siempre.
Itztépetl
La Montaña de Obsidiana. Este nivel era una tortura para todos los muertos, los caminos eran afilados y desgarraban los cuerpos.
Pedazos de obsidiana también eran arrastrados por los fuertes vientos, causando heridas a los muertos, quienes debían seguir adelante si no querían vivir ese tormento para toda eternidad.
Cehuelóyan
A partir de este nivel inicia una región llamada Itzehecáyan, que no es más que un infierno congelado. El paso de los muertos se dificulta por la espesa nieve. Quienes se rinden, sentirán el peor de los fríos.
Pancuetlacalóyan
En esta zona, los códices sobre el Mictlán señalan que los vientos eran extremadamente violentos. Los muertos eran arrastrados de un lado a otro y mantenerse de pie es prácticamente imposible.
Podían pasar años hasta que los vientos lograran arrastrar a los muertos al punto exacto de la salida.
Temiminalóyan
Este era un sendero por la que los muertos debían cruzar con mucho cuidado. Ocultas en la oscuridad, había miles de manos invisibles que lanzaban flechas de saeta incansablemente.
Los muertos podían desangrarse y sufrir por siempre si no eran astutos y rápidos para salir de ahí lo más pronto posible.
Teyollocualóyan
Los muertos ya no necesitaban su corazón en el Mictlán, por ello había bestias salvajes que les abrían el pecho y se los arrancaban.
Apanohualóyan
Se trata de un enorme río de aguas negras en el que el muerto, ya sin corazón, deberá luchar para no caer a las profundidades.
Chiconahualóyan
Aquí hay una espesa neblina que no permite ver nada al rededor. Este es el momento en el que los muertos deben reflexionar sobre sus actos y redimirse.
Una vez que lo hace, está limpio para poder entrar al Mictlán y escuchar así, de la boca del Señor de la Mansión de los Muertos, las palabras de bienvenida: “Ha terminado tus penas, vete, pues, a dormir tu sueño mortal”.
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