El positivismo tóxico existe. Es un fenómeno que tomó relevancia con la pandemia de Covid-19. Diversos especialistas en psicología la definen como propagar la falsa idea de asumir que todo está bien y actuar de manera feliz ante todo. En términos coloquiales, es lo mismo que vibrar alto.
El ser humano no puede estar feliz todo el tiempo. Hay una amplia lista de emociones que nos ayudan a formar nuestra personalidad y definir la manera en que enfrentamos los problemas y situaciones del día a día.
Ignorar la tristeza o el dolor es como una “bomba de tiempo” que al estallar causa un enorme caos en la mente de los sujetos y sus relaciones personales.
“Cuando asumes esta mentalidad de positividad tóxica en tu vida no te das espacio para sentir otras emociones y cuando ya no puedes más llegas incluso a castigarte por sentirte triste, enojado o con miedo. Luego, comienzas a atacar a otras personas, a tus amigos o familiares porque no quieren pensar como tú, les dices ‘oye, no estés triste, ponte feliz’ y la realidad es que nadie puede estar todo el tiempo feliz.”, señaló la licenciada en psicóloga Claudia Rosas en entrevista para Datanoticias.
La especialista en temas de terapia personal, de parejas y reclutamiento para empresas, menciona que durante los casi dos años que el mundo ha estado en pandemia, se hizo común el minimizar las emociones debido a la proliferación de influencers y gurus que promueven este tipo de mentalidad desde las redes sociales.
Internacionalmente, los casos de personajes de Internet y creadores de contenido que predican la positividad tóxica o el “echaleganismo” se cuentan por miles. Se han dado casos, incluso, de gente que cobra enormes sumas de dinero por cursos online, seminarios y retiros para aprender a vibrar alto y hacer de la eterna felicidad un estilo de vida.
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Vibrar alto, sí ¿pero a qué costo?
The Psychology Group, una de las consultoras de psicología más grandes del mundo, explica en su portal online que hay muchas maneras de identificar casos de positividad tóxica en gurus, influencers, cursos, libros y contenido de internet, a través del uso de frases como:
- ¡No lo pienses, mantente positivo!
- ¡No te preocupes, sé feliz!
- ¡Si yo puedo hacerlo, tú también puedes!
- Todo sucede por una razón.
- Busque el lado positivo de las cosas.
- ¡Hay que vibrar alto!
Todo este tipo de frases conducen, de manera peligrosa, a la represión de emociones fundamentales, como la tristeza, el enojo o el miedo, las cuales son importantes para el pleno desarrollo humano y la salud mental.
El encierro por el coronavirus es una prueba de cómo hubo personas y empresas que supieron hacer negocio con este manejo inadecuado de las emociones de la gente.
La psicóloga Claudia Rosas opina que la pandemia de Covid-19 es, hasta ahora, la crisis más fuerte del Siglo XXI a la que varias generaciones se han enfrentado. Con millones de muertes en el mundo, una gran cantidad de personas que perdieron sus empleos, el aumento la pobreza y otros problemas a cuestas, menciona que no es normal que se pretenda evadir la realidad con una sonrisa, ni fingir que no pasa nada:
“A todos nos afecta emocionalmente, pero consumir contenidos de positividad tóxica es como tomar un placebo. Es decir, son una solución que te hará sentir bien momentáneamente, pero no resolverán el problema de raíz. Te vas a quedar con una tristeza, con una ira que no has trabajado”.
En México, hay influencers y gurus que cobran hasta miles de pesos por seminarios y talleres para, básicamente, aprender a vibrar alto. Por ejemplo, los “retiros espirituales” del coach Ricardo Ponce, quien es acusado de agresiones sexuales, tienen costos que van alcanzan los 50 mil y 70 mil pesos.
El rango de precios de los contenidos y actividades que aseguran dar un bienestar emocional a la gente suelen superar el costo de una terapia psicológica con un especialista certificado. Sin embargo, las primeras son más populares debido a que prometen resultados rápidos y la idea de pertenecer a un grupo.
Además, la psicóloga Claudia Rosas comenta que los influencers y gurus han sabido disfrazar bien su negocio como una especie de mantra en que formar parte es bien visto en redes sociales. Mientras que el estigma sobre que ir a una terapia es “para locos” no ha cambiado mucho:
“Tienen la habilidad de leer a las personas y les dicen lo que quieren oír. La terapia, en cambio, es un enfrentarse con uno mismo y es más lenta. La gente no acude con un psicólogo porque prevalece esta ideología de que es para locos. Aun cuando pasamos ya un tema de pandemia, si tú le dices a alguien que estás en terapia, se espanta y te dicen, ‘¿por qué vas? Mejor tómate unas cervezas y ya’. A pesar de que hay más relevancia del cuidado de la salud mental, fueron los coaches e influencers quienes tuvieron más auge que los psicólogos”.
Amigos, dense cuenta
El portal Healthline explica que la autocompasión y aceptar que las “cosas apestan” es el primer paso para recomponer el camino hacia la salud mental. Aprender a elegir sabiamente con quién recorrerlo es el segundo.
La terapia y el coaching no son lo mismo. La primera se sustenta en siglos de conocimiento científico aplicado y la segunda en actividades y rituales empíricos, similares a la astrología o la adivinación.
El contenido de positivismo tóxico se disfraza, a veces, de métodos psicológicos y es ahí donde está el mayor riesgo.
Al tratarse de mentalidades que presionan a la gente para suprimir varias emociones que consideran negativas, las personas pierden la noción de la realidad y no se dan cuenta de que están dañándose a sí mismas o a sus seres queridos. Este artículo profundiza más en el tema.
Buscar y ser feliz no es malo. En cambio, fingir serlo siempre y que nada malo ocurre, sí lo es. No hay equilibrio emocional si la balanza se inclina solo hacia un lado.
La mejor recomendación para no caer en el positivismo tóxico es la misma que han dado expertos a nivel mundial: no confíe en todo lo que ve en redes sociales, busque ayuda profesional.
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