Fue en Japón, cuando Ibeth “La Roca” Zamora se coronó campeona mundial de boxeo peso mosca por primera vez, venciendo a la japonesa Naoko Shibata. A catorce horas de distancia se encontraba su pueblo natal: San Cristóbal Huichochitlán, una zona rural de Toluca en el Estado de México.
“Ahí todavía se vive con la idea de que si eres mujer y te tratan mal, está bien y es normal; y si te pegan, pues te tocó ser mujer y ni modo”, contó La Roca para la agencia EFE. Ahora Ibeth porta con orgullo su origen indígena otomí, aunque reconoce que hay tradiciones que le gustaría cambiar, especialmente aquellas que involucran a las mujeres.
“En un principio yo no decía mis orígenes, pero con el tiempo me di cuenta que puedo hacer grandes cosas por mi comunidad, se están implementando algunos proyectos y quiero que las mujeres de ahí se den cuenta que pueden hacer otras cosas”, afirmó Zamora.
La joven recuerda que desde pequeña sus padres le enseñaron que tenía más posibilidades, y que ella no tenía que ser mamá y cuidar a sus hijos si eso no la hacía feliz.
“Nos educaron de una forma diferente, pero tú ves que en tu entorno no es así y te das cuenta de que lo que está bien es educarte para ser mamá y ser ama de casa”, señala.
Para ayudar a las mujeres, Ibeth ha decidido no sólo ser una boxeadora ejemplar, y romper el estereotipo dedicándose a un deporte ‘de hombres’. También decidió estudiar la carrera de Derecho en línea en la Universidad Autónoma del Estado de México, para defender a las jóvenes de su comunidad.
Sin embargo estas decisiones le han causado burlas en su pueblo natal, donde le han llamado “machorra” por dedicarse al boxeo. “Los hombres me dicen así en otomí porque tengo una actividad diferente ‘a lo que debe hacer una mujer’”.
No obstante, eso nunca la ha desanimado y siempre da lo mejor de ella en el ring. De las 36 peleas que tiene, sólo ha perdido 6 y su nombre como profesional del boxeo le ha valido para ayudar a otras mujeres.
Ibeth cuenta que muchas mujeres de su comunidad se acercan para pedirle consejos, especialmente cuando sufren violencia dentro de sus hogares. “Lo que hago es aprovechar el nombre de “La Roca” Zamora en las instituciones, para que les hagan caso”.
Zamora cuenta que a pesar de haber ganado un torneo mundial, las mujeres no ganan la misma cantidad que los hombres boxeadores, por lo que no pueden vivir sólo de este deporte, aunque le gustaría. A pesar de esta situación, le enorgullece saber que su historia de vida, es un ejemplo para las niñas y jóvenes de su comunidad.
“Soy de raíces indígenas, soy otomí. Es complicado salir de una comunidad rural, al principio se veía como un tabú que yo fuera boxeadora, pero ahora que soy campeona, hay varias chicas que están en el gimnasio y quieren ser boxeadoras”, dice.