La Tierra es vulnerable a los meteoritos. No es asunto de ciencia ficción: uno de ellos generó una catástrofe planetaria hace 65 millones de años que acabó con los dinosaurios.
En las últimas décadas varios de estos objetos han pasado relativamente cerca de nuestro planeta.
En mayo, un grupo de científicos internacionales se reunieron cerca de Washington DC. Ahí crearon una simulación con inteligencia artificial para simular lo que pasaría si un meteorito se dirigiera a la Tierra.
La situación comenzaba en un observatorio, que se localizaba en la cima de una montaña de Hawai. Dese ahí, los astrónomos vieron un asteroide de 800 pies de ancho, llamado 2019 PDC, cuando estaba a 35 millones de millas de distancia. Según los estándares de medida de los asteroides, eso era relativamente pequeño ya que, ni siquiera se comparaba con el trozo de roca proveniente del espacio, que se cree eliminó a los dinosaurios hace 65 millones de años.
Aun así, dicho asteroide viajaba a 31 mil millas por hora, y si llegara a golpear a la Tierra, el impacto que se recibiría podría ser equivalente a 500 megatones (unidad de medida de la energía producida en una explosión nuclear) de TNT.
Para esta situación, los científicos del Laboratorio de Propulsión de la NASA calcularon que el asteroide que amenazaba la Tierra se dirigía hacia Denver. Y a menos que la roca pudiera ser desviada, dos millones de personas tendrían que ser reubicadas, mientras que la ciudad sería borrada.
Tan sólo el pensar en tener una situación así resulta espeluznante, pero por fortuna nada de esto fue real.
Toda esta simulación fue para la sexta Conferencia de Defensa Planetaria de la Academia Internacional Astronáutica, en la cual, los científicos participaron en un “escenario hipotético de asteroides” altamente dramatizado, pero científicamente posible.
Esta vez el cielo no se estaba cayendo, pero sí es urgente saber actuar en el supuesto de que un metiorito amenace el planeta.
Muchos científicos argumentan que la forma más efectiva de lidiar con un asteroide sería enviando una nave, no tripulada, pero sí armada con un dispositivo nuclear explosivo para hacer estallar la roca gigante, o por lo menos desviarla.
Esta teoría de destruir rocas entrantes, con opciones nucleares, es muy funcional para Hollywood y Bruce Willis, en la emocionante pero científicamente desafiada película de “Armageddon” (1998).
Pero en la vida real es más complejo debido a que las armas nucleares enfrentarían diversos obstáculos en el espacio. Además, que el enviar este tipo de artefactos, incluso para salva a Denver, pone a mucha gente nerviosa y podría violar los tratados internacionales que rigen la militarización del espacio.
Así que después de un largo debate, los científicos reunidos decidieron que desplegarían una flota de naves espaciales de “impacto cinético” contra el asteroide entrante.
Los impactadores cinéticos son una tecnología que empaca una nave espacial con una carga de metal sólido que al estrellarse con el asteroide disminuye su velocidad en una pequeña fracción. De esta manera, para cuando la roca alcance su punto de encuentro con la Tierra, el planeta ya habrá avanzado en su órbita, y el asteroide volará inofensivamente.
Como resultado de este escenario para Maryland, la Nasa, la Agencia Espacial Europea, Japón, Rusia y China, se obtuvo que lanzaron naves cinéticas apresuradamente, debido a que tres de estos artefactos se estrellaron contra el asteroide haciendo que fuera desviado y Denver salvado. Pero desafortunadamente, no consideraron que uno de los impactos cinéticos rompió una parte de la roca de 200 pies de ancho y ahora ese fragmento viajaba a toda velocidad para golpear a la ciudad de Nueva York.
Ahora la única esperanza era destruir el asteroide con un dispositivo nuclear, pero desgraciadamente los misiles lanzados desde tierra no están diseñados para eso, y simplemente no hay tiempo para preparar y lanzar una nave espacial que intercepte el cacho de asteroide. Entonces, Nueva York tendría que ser impactado.
Así, tendrían que encender una alerta para que millones de personas fueran evacuadas. El asteroide explotó sobre Central Park, y Manhattan fue borrada del mapa.
Por fortuna, Manhattan todavía existe en el planeta y aunque es cierto que las posibilidades de que un asteroide destruya la civilización son extremadamente pequeñas, al menos en un futuro cercano; este juego de guerra fue un recordatorio de que la defensa de los asteroides no es ciencia ficción, sino una situación seria que debe resolverse cuanto antes.
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