Como cada 12 de octubre, fecha en que se conmemora la llegada de Cristóbal Colón a América, la escultura de este personaje, ubicada en el Paseo de la Reforma vuelve a ser objeto de discusión entre los habitantes de la CDMX y en general de las redes sociales.
Si bien, Cristóbal Colón nunca pisó el territorio que ahora es México, fuentes históricas señalan que sí se dedicó al tráfico de esclavos indígenas, motivo por el cual este ‘Día de la Raza‘ se le critica en redes sociales. Aunque también hay usuarios que lo confunden con el conquistador Hernán Cortés, pero ese ya es otro tema.
El monumento a Cristóbal Colón, ubicado en la glorieta del mismo nombre, en Paseo de la Reforma, fue retirado el fin de semana por autoridades de la CDMX, con el argumento de que se le harían algunos trabajos de mantenimiento.
Sin embargo, es de conocimiento público que cada 12 de octubre esta estatua siempre es pintada o agredida. Por lo que este año, desde las redes sociales se defiende la idea de que realmente fue movida para evitar que la dañen más.
En los últimos años, esta estatua comienza a generar mayor rechazo en la población y no solo en México, en varios países latinoamericanos, muchos de los monumentos en honor a Colón están siendo retirados por la presión pública.
El rechazo a un monumento o escultura no es algo nuevo en la CDMX. Desde tiempos de la colonia, han existido diferentes casos como este, en los que los habitantes de la ciudad han presionado a las autoridades para mover y hasta incluso ocultar una estatua. Aquí unos ejemplos y su historia.
Monumento a Cristóbal Colón
Esta escultura es una donación que el empresario mexicano Antonio Escandón hizo a la Ciudad de México en 1877. El artista encargado de realizarla fue Charles Cordier. Un dato curioso es que otro de los regalos que la familia hizo a la capital, fue un kiosco que se instaló en la explanada del Zócalo que hoy, evidentemente, ya no existe.
La estatua del monumento a Colón se realizó en Francia, directamente en los talleres que Cordier. Luego fue traída a México en barco y postrada en el lugar que actualmente tiene, pues en las cercanías, la familia Escandón tenía una mansión.
A inicios del Siglo XX, comenzó a surgir entre la comunidad política, artística y cultural un movimiento de reivindicación de las culturas prehispánicas. Incluso, en tiempos de Porfirio Díaz se hicieron proyectos de rescate muy importantes, como el de Teotihuacán que despertó un interés especial por el pasado indígena.
Tras el triunfo de la revolución, este sentimiento se incrementó y fue a partir de este momento en que la figura de Colón comenzó a ser muy castigada entre la población. Como ya se mencionó, una de las causas es que se suele confundir con Hernán Cortés, lo cual ha provocado que cada año se le arrojen piedras o pintura.
Los Indios Verdes
Los Indios Verdes, que actualmente se ubican en el Parque del Mestizaje, en la alcaldía Gustavo A. Madero, estuvieron alguna vez entre el Paseo de la Reforma y Bucareli. Luego fueron movidos a la Calzada de la Viga, después a Insurgentes Norte, pasaron por el paradero del Metro que hoy lleva su nombre, hasta llegar a su punto actual.
Estas dos colosales esculturas son obra de Alejandro Casarín, un artista mexicano que en tiempos del porfiriato tenía una fama en ascenso. Los personajes que representan son a los tlatoanis mexicas Itzcóatl y Ahuizotl.
Fueron creados para formar parte del pabellón de México en la Exposición Universal de París de 1889, un evento en el que las naciones del mundo enviaban muestras de sus avances tecnológicos y artísticos.
La idea de Don Porfirio era mostrar al mundo un México conectado con sus raíces indígenas y comenzó un movimiento estético conocido como neoprehispanismo, el cual se puede apreciar en fotografías de la época o en monumentos como el de Cuauhtémoc o La Raza.
En fin, los Indios Verdes fueron hechos por Casarín, luego de que Vicente Riva Palacio, ministro de Fomento solicitó el proyecto. Luego de su develación, la escultura fue criticada por la aristocracia porfirista y más cuando fueron colocados en el Paseo de la Reforma en 1890.
Por cierto no llegaron a exponerse en París, no hay una razón clara de porque no viajaron, pero se sugiere que fue debido a sus grandes dimensiones y peso que hicieron imposible el traslado.
Las estatuas de Itzcóatl y Ahuizotl no fueron bien recibidas en la calle más emblemática de la CDMX. Incluso la prensa de la época decía que estaban fuera de tono y que no merecían compartir el mismo espacio que la escultura de Carlos IV (el Caballito original).
Riva Palacio defendió a los Indios Verdes y su significado a capa y espada. Mantenía la idea de que representaban mucho mejor al pueblo mexicano que la estatua del Caballito, la cual sí era un símbolo de opresión a los indígenas.
Lamentablemente, la defensa de Riva Palacio no fue suficiente y tan sólo unos años después, los Indios Verdes fueron movidos a la Viga, comenzando así el recorrido que los llevó al parque del Mestizaje.
En los últimos años se ha barajado la posibilidad de reubicarlos en un punto donde tengan una mejor contemplación, pero no ha habido un proyecto concreto todavía.
El Caballito (Carlos IV)
El Caballito original, que actualmente a las afueras del Museo Nacional de Arte, es una representación del rey español Carlos IV. Se trata de una obra de Manuel Tolsá hecha por encargo del virrey Miguel de la Grúa, entre 1796 y 1803.
Se le considera entre las estatuas ecuestres más bellas jamás hechas, además el jinete (Carlos IV) y el caballo están labrados sobre la misma estructura, algo que no es común en este tipo de obras, en donde cada elemento se hace por separado.
La historia señala que Miguel de la Grúa no tenía una buena relación con la corona española y su administración estaba siendo muy criticada, así que para ganarse la amistad del Rey Carlos IV mandó a hacer esta obra.
Una primera versión hecha de madera estuvo en el zócalo de la CDMX, pero tuvo un gran rechazo entre la población que solía arrojarle cosas. La escultura de metal fue fundida años después y colocada también en el Centro Histórico.
Tras el triunfo de la Independencia en 1821, la gente exigía su destrucción y se planteó la idea de fundirla para aprovechar el metal. Lucas Alamán logró rescatarla y fue llevada al Patio de la Antigua Universidad, donde se quedó escondida de la población.
Mucho tiempo después, fue llevada al Paseo de la Reforma, en el cruce con Bucareli. Ahí se convirtió en el emblema de ese importante cruce hasta que mediados del Siglo XX fue movida nuevamente, esta vez a su punto actual.
Monolito de Coatlicue y la Piedra del Sol
Pasado un poco más de un siglo desde la conquista, las tradiciones prehispánicas aún se conservaban entre indígenas y mestizos. La evangelización ya estaba muy avanzada, pero algunas comunidades mantenían sus cultos.
En 1790, en el Zócalo capitalino, se encontró el monolito de Coatlicue y la Piedra del Sol. Las enormes esculturas fueron puestas a la intemperie y la comunidad indígena y mestiza reconoció a la Diosa prehispánica y comenzaron a llevarles ofrendas y a hacerles ceremonias.
Esto no cayó bien entre las autoridades coloniales, en especial al clero que ordenó la particular destrucción de Coatlicue. Tras un largo debate entre la iglesia y pensadores de la época, el monolito fue trasladado al patio de la Antigua Universidad (la misma donde también estuvo el Caballito) para mantenerla a salvo.
Aún así, la gente que se enteró de dónde había sido llevada solía entrar a ver a su ‘tonatzin’ y llevarle ofrenda. Por lo que, para calmar el enojo del clero, la Antigua Universidad accedió a enterrar a Coatlicue para evitar su adoración.
Siglos después, fue llevada a su ubicación actual, en el Museo de Antropología e Historia.
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