Hoy se conmemora el Día de la Marina y por ello es bueno recordar la historia de José Virgilio Uribe, un joven cadete que defendió hasta la muerte a México de la invasión estadounidense de 1914.
En esa época los conflictos políticos y sociales en el país no cesaban y la presidencia estaba ocupada por Victoriano Huerta, quien había participado en la lucha revolucionaria del lado del ejército federalista.
Huerta llegó al poder traicionando a Madero y con el apoyo del gobierno estadounidense, por tanto personajes como Venustiano Carranza se oponían a él.
Las causas de la invasión
En abril de 1914 en Tampico, ocurrió un hecho que desató la ira de los estadounidenses.
Un grupo de marinos de la armada de Estados Unidos fueron detenidos en aguas mexicanas por tropas federales y se les pidió aclarar que hacían en el país.
Tras explicarles que iban en busca de combustible fueron liberados y el asunto debió terminar así, pero un comandante pidió a los mexicanos disculparse con ellos y dar cañonazos en su honor y saludar su bandera, cosa que no sucedió.
El presidente de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, supo de la noticia y se indignó por el trato a sus marinos.
Entonces como respuesta envió al Puerto de Veracruz decenas de buques con tropas listas para invadir México pocos días después del incidente.
Para algunos historiadores, el asunto de los marinos detenidos fue sólo el pretexto necesario para evitar que el ejército de Huerta recibiera armas desde el extranjero, porque el gobierno de Wilson apoyaba a Venustiano Carranza en contra de Huerta.
La defensa de Veracruz
Los barcos estadounidenses llegaron al puerto en la mañana del 21 de abril de 1914, algunos procedentes de Alemania y otros desde el norte americano.
México no estaba preparado para contener a las fuerzas invasoras. Las pocas tropas que había en la región no eran suficientes.
Los civiles se sumaron a la batalla, incluidas mujeres, niños y ancianos.
Los únicos refuerzos que tenían los soldados federales eran el de la Escuela Naval Militar. Pero casi todos ahí eran apenas cadetes que iniciaban su aprendizaje.
Cuando los alumnos supieron de la invasión salieron de los salones de clases dispuestos a defender el país. La mayoría menores de edad.
Entre ellos se encontraba el cadete José Virgilio Uribe. Este joven cadete nació en la Ciudad de México, pero llegó a Veracruz a los 16 años junto a su familia porque quería unirse al oficio militar.
Aunque era sano su complexión era débil y delgada, pero tenía un espíritu de servicio a la patria enorme.
Murió defendiendo su patria
En la mañana de la invasión el Comodoro Manuel Azueta Perillos corrió a reunirse con el director de la Escuela Naval Militar, el Capitán de Fragata Rafael Carrión Blanco, para organizar la defensa del puerto.
Crónicas del evento relatan que el Comodoro y el director gritaban a los cadetes “¡Viva México, viva México, viva México, a las armas muchachos, la Patria está en peligro!”.
José Virgilio no dudó en tomar un rifle y disparar a los invasores. Se colocó en la posición donde se le indicó y empezó a defender su área junto a sus compañeros.
Cuando una segundo desembarcó comenzó se preparaba para continuar el ataque.
Mientras intentaba recargar su arma una bala del enemigo cruzó por la ventana que defendía y le atravesó la cabeza. Para entonces Virgilio tenía pocos días de haber cumplido los 18 años.
Era aproximadamente la 1:30 de la tarde cuando José Virgilio Uribe fue impactado y su sangre corrió por el pasillo frente a sus compañeros.
Virgilio se desangraba rápidamente y sus compañeros lo trasladaron a la Cruz Roja aún con vida, pero la herida era mortal y no sobrevivió.
Héroe de la nación
Al caer la noche, el padre de Virgilio, don Elfego Uribe, se encontró con Azueta y le pidió alguna razón de su hijo.
Apenado el Comodoro le mostró una mancha de sangre que tenía en el uniforme, era de Virgilio y el hombre entendió que significaba.
Destrozado don Élfego lloró arrodillado y besó la sangre de su hijo y con sentimiento exclamó: ¡Murió por su patria! Posteriormente fue a buscar el cuerpo del cadete.
Lamentablemente las fuerzas de la Escuela Naval Militar no fueron suficientes para detener a los estadounidenses la ocupación se concretó.
Días después periódicos de la época resaltaron el valor de los cadetes caídos, entre ellos Virgilio Uribe y los nombraron los “nuevos niños héroes”.
Lo que pasó en las semanas siguientes cuando llegaron a la Ciudad de México y colocaron la bandera de Estados Unidos en el Palacio Nacional es otra historia que contaremos en otra ocasión.
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