En México, se detectan 16 mil casos nuevos de cáncer de piel cada año. La radiación solar que recibimos sin utilizar bloqueador, el uso de camas de bronceado y la falta de un estilo de vida saludable han aumentado las posibilidades del 300 al 500%, según el Instituto Nacional de Cancerología (INCan).
Sin embargo, un tratamiento altamente curable podría empezar por observar nuestros lunares. Rosa López, dermatóloga de PielClinic, explica que la enfermedad puede desarrollarse como un nuevo lunar o un lunar preexistente, debido al crecimiento anormal de células cutáneas.
Para poder detectar las anomalías existe la regla del ABCD (asimetría, bordes, color y diámetro) de los lunares.
Asimetría (A): la forma debe ser regular, es decir, no tener alargamientos no proporcionales.
Bordes (B): el contorno tiene que estar bien definido.
Color (C): sean negros, cafés o rojos, el color debe ser uniforme, sin manchas o contrastes.
Diámetro (D): su tamaño promedio no debe ser mayor a un centrímetro.
“Los dos tipos de cáncer que pueden presentarse son melanoma y no melanoma. El no melanoma está relacionado con la radiación solar que vivimos a los largo de nuestra vida, y el melanoma también tiene que ver más con cuestiones genéticas. Además, es el más grave de todos”, explica la dermatóloga López.
El melanoma afecta sin importar el tono de piel, el sexo o la edad. A pesar de una genética que proporcione alta susceptibilidad, la atención a factores modificables como el sedentarismo, el uso de bloqueador solar, la exposición al sol y hábitos como fumar podrían ayudar a reducir las posibilidades.
“Siempre es necesario acudir a un dermatólogo cada seis meses para que revise nuestra piel. En caso de anomalías, lo más común es extirpar, enviar a análisis y constatar que tan profundo es y el tipo de tratamiento a seguir”, concluye la doctora López.