Por más de 2 mil años, la medicina tradicional China (MTC) ha utilizado derivados de animales exóticos y en peligro de extinción para experimentar y crear diferentes remedios para padecimientos que ahora se pueden aliviar con medicinas de laboratorio.
Entre las especies más amenazadas por estas técnicas están los tigres, ciervos, caballitos de mar, tortugas, pangolines, rinocerontes, leones, osos y hasta la población de la vaquita marina, de México, ha sido mermada por la MTC.
Incluso existen granjas de especies en donde se crían animales con el único propósito de ser asesinados para utilizar sus fluidos, pieles o huesos como remedios caseros basados en la superstición y simbología, ya que se basan, principalmente, en la carga de energía del animal y no es un estudio científico concreto.
La filosofía por la que se rige la medicina china tiene millones de seguidores por todo el mundo, quienes ven en el chi o el yin yang, (dos de los conceptos más usados en la MTC) una forma de aliviar sus males y mejorar la energía que los rodea.
Esto crea una gran demanda de artículos derivados de animales, un artículo al respecto publicado por National Geographic, señala que hay gente en 180 países que son seguidores de esta forma de curar y buscan constantemente adquirir los productos necesarios para practicarla.
La globalización y la popularidad de la MTC generan, según estimaciones del último años, que haya una industria alrededor de ella de al menos 60 mil millones de dólares.
Algunos de los artículos más buscados son las escamas de pangolín, una especie de armadillo, las cuales la MTC señala que de deben moler y que son benéficas para la lactancia y para aliviar los síntomas de la artritis.
Los osos malayos, que habitan los bosques de Birmania, Indochina, Malaca, Sumatra y Borneo, en Asia, son una de las especies que más sufren, pues son cazados para vivir encerrados el resto de sus vidas mientras se les extrae de forma permanente la bilis de su vesícula como remedio para la hepatitis.
Otro caso que llama la atención ocurre en Laos, donde existen granjas de tigres, una especie declarada en peligro de extinción, en las cuales se crían para que al crecer sean asesinados para vender sus huesos.
Este tipo de prácticas fueron las que redujeron la población de rinocerontes libres, la cual prácticamente ya no tiene salvación. Los cazadores los asesinaron para tomar sus cuernos y comercializar el marfil entre los seguidores de la MTC.