El emperador Moctezuma recibió con honores a Hernán Cortés, a quien alojó en el palacio de Axayácatl. El tlatoani pensaba que era el dios Quetzalcóatl quien había llegado, por eso le dio un gran recibimiento.
Pero después se dio cuenta de la ambición de los españoles y fue tomado como rehén en su propio palacio. Cortés viajó desde Cuba para conquistar nuevas tierras.
Emprendió el viaje con 11 naves, 110 marineros, 32 caballos y 10 cañones de bronce. Esta expedición fue preparada durante el conquistador durante varios años en Cuba, iniciando en la costa de Yucatán, Belice y Guatemala.
El cronista Bernal Díaz del Castillo, quien fue testigo del encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés, lo narró así en la “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”:
“(…)Ya que llegábamos cerca de México (…) se apeó el gran Montezuma de las andas, y traíanle del brazo aquellos grandes caciques, de bajo de un palio muy riquísimo a maravilla, y la color de plumas verdes con grandes labores de oro, con mucha argentería y perlas y piedras chalchihuites (jade)( que colgaban de unas como bordaduras (…) otros muchos señores venían delante del gran Montezuma, barriendo el suelo por donde había de pasar, y le ponían mantas para que no pisase la tierra (…)”
Algunas otras de las impresiones de Cortés al llegar a Tenochtitlán quedaron plasmadas en las cartas de relación que envió al Rey Carlos V de España. Para no tomar el camino principal y así evitar la trampa que le habían puesto los mexicas, se adentraron en medio de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Por eso, a ese camino hoy se le conoce como Paso de Cortés. El conquistador relató la impresión que le causaron las fumarolas que exhalaba el Popocatépetl, “tan grande bulto de humo como una gran casa”, escribió Cortés.
Quedó tan intrigado que mandó a 10 de sus hombres a escalarlo. Pero no lograron llegar al cráter debido al frío y los torbellinos de ceniza.
Después, Hernán Cortés, junto con 450 soldados, aproximadamente, atravesaron los lagos de Chalco y Xochimilco por la calzada que unía al islote de Tláhuac con tierra para llegar a la ciudad de Iztapalapa. Eran 5 lagos los que formaban la cuenca de México: al norte el de Zumpango, Xaltocan y Texcoco; al sur los de Xochimilco y Chalco.
Una de las modificaciones que se hicieron a los lagos fueron las chinampas: islas artificiales hechas de lodo, troncos y hojarasca rodeadas de ahuejotes, árboles altos que les daban estabilidad. El maíz era la planta principal que se cultivaba en ellas, además del frijol, calabaza, tomate, chile y otras plantas como quelites, verdolagas, romeritos y el huauzontle.
El 8 de noviembre, el ejército se acercó por fin a Tenochtitlán, pasando por Mexicaltzingo y Churubusco que eran pueblos en ese entonces. Para llegar al islote donde vería a Moctezuma caminó por Iztapalapa, hoy Calzada de Tlalpan.
De acuerdo con los cálculos de Bernal Díaz del Castillo era un camino en medio del lago, con ocho pasos de ancho. “Y de que vimos cosas tan admirables no sabíamos qué decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, veíamoslo todo lleno de canoas”, relató el conquistador.
Al finalizar el camino de esa calzada, los españoles llegaron al islote de Tenochtitlán. Y quedaron maravillados con lo que vieron, que fue descrito antes, la construcción de esa ciudad y su formación de lagos y canales.
Sus calles, la mitad eran de tierra y la otra de agua, por lo que debían transportarse en canoas. Sus puentes eran tan sólidos que podían pasar 10 caballos juntos.
Los mapas que conservan los registros de esta ciudad son apegados a la realidad porque están basados en testimonios y dibujos hechos por los cronistas que venían con los españoles. Algunos de los lugares que describieron son el Templo Mayor, el edificio del juego de pelota y el tzompantli, o altar de los cráneos.
Algunos historiadores han hecho el cálculo de que había alrededor de 200 mil habitantes en la ciudad, pero es difícil saber si esta cifra es precisa. “Eso equivale a decir que era una de las ciudades más pobladas del planeta, de bastante mayor tamaño que Roma, París o Sevilla y justo por detrás de Pekín, Constantinopla o Bagdad”, dice el doctor en historia de América Esteban Mira.
Moctezuma iba en una litera. Algunos de sus hombres tendieron alfombras para que no pisara el suelo “pues la tierra era indigna de sus huellas”.
Moctezuma dio algunos pasos. Cortés bajó del caballo. En la vestimenta del tlatoani había oro y piedras preciosas. Ese fue el primer encuentro entre el conquistador y el emperador azteca.