GINEBRA – Las dificultades, las crisis, las desgracias y los errores proporcionan a menudo las percepciones más valiosas. La pandemia de COVID-19 es un ejemplo de ello. A pesar de todo el sufrimiento que ha causado el virus, también ha puesto de relieve las medidas que deben tomar los países, tanto colectiva como individualmente, para prepararse para futuras emergencias de salud pública a escala mundial. Ahora, con la pandemia aparentemente en el retrovisor, la cuestión es si los líderes políticos de todo el mundo tomarán en serio sus lecciones.
No se trata de una cuestión trivial. En las últimas décadas, los brotes de enfermedades han desencadenado un ciclo recurrente de pánico y negligencia entre los responsables políticos. Pero a la luz de la devastación humana, económica y social causada por COVID-19, podemos y debemos romper este patrón.
Si algo nos ha enseñado COVID-19 es que factores como el cambio climático, la invasión humana de los hábitats de la fauna salvaje, el crecimiento de la población, la urbanización y los viajes de bajo coste hacen cada vez más probable que nos enfrentemos a pandemias más devastadoras en un futuro no muy lejano. Según un estudio de 2021, la “probabilidad anual” de epidemias extremas podría “multiplicarse hasta por tres” en las próximas décadas. Sería extremadamente imprudente no tomar ahora medidas decisivas para mitigar esta amenaza inminente.
Otra lección crucial de COVID-19 es que todos los países deben contar con sistemas sanitarios robustos, capaces de responder rápida y eficazmente a una emergencia y, al mismo tiempo, atender las necesidades sanitarias en curso. Durante la pandemia, incluso los países con más recursos tuvieron dificultades para realizar este complejo ejercicio de equilibrio, que causó millones de muertes y graves daños económicos.
Los gobiernos de todo el mundo deben a sus ciudadanos realizar inversiones significativas y sostenidas en áreas como la vigilancia de enfermedades, la capacidad de respuesta ante brotes, los servicios de atención primaria y la formación del personal sanitario. Tales inversiones son necesarias no sólo en los países más ricos, sino también en los países de renta más baja que no pueden permitírselas por sí mismos.
Todo esto subraya el imperativo de que los países ricos intervengan y proporcionen una ayuda crítica. A lo largo de la pandemia, los gobiernos de estos países, reconociendo que los patógenos mortales son indiferentes a las fronteras nacionales, repitieron el mantra de que “nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo”. Y, sin embargo, a pesar de esta elevada retórica, los países de renta más baja se encontraron los últimos en la cola de diagnósticos, vacunas, tratamientos y otros suministros cruciales. Gavi, la Alianza para las Vacunas (cuya junta presido) tuvo que esperar meses antes de que la instalación COVAX que estableció en 2020 consiguiera superar el acaparamiento de vacunas y las prohibiciones de exportación y empezara a enviar cantidades significativas a los países más necesitados.
La buena noticia es que garantizar un acceso equitativo a las vacunas y otras intervenciones cruciales es un objetivo alcanzable. Hay varias medidas que los gobiernos pueden adoptar para prepararse para la próxima pandemia y garantizar que todos los países, independientemente de su riqueza, dispongan de los recursos necesarios para gestionar la crisis.
En primer lugar, en lugar de recaudar dinero durante una emergencia, las herramientas de financiación innovadoras podrían asegurar la financiación por adelantado y garantizar que esté lista para ser desplegada inmediatamente. Además, la crisis de COVID-19 demostró que concentrar una gran parte de la fabricación mundial de vacunas en el Norte Global puede obstaculizar gravemente el acceso equitativo. Teniendo esto en cuenta, la Comisión de la Unión Africana y Gavi han anunciado recientemente un esfuerzo conjunto para establecer instalaciones de fabricación de vacunas en varias docenas de lugares de África. Esta red de fabricación podría minimizar los posibles cuellos de botella en el suministro y mejorar la disponibilidad de otras vacunas vitales, como la del cólera, cuya producción actual no satisface la demanda.
Iniciativas como el acuerdo sobre pandemias, que se está debatiendo actualmente entre los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud, prometen promover una mayor equidad y eficacia en la prevención y respuesta a las pandemias. Aunque las negociaciones sobre los detalles aún están en curso y lo más probable es que continúen hasta que el acuerdo se someta a votación en la Asamblea Mundial de la Salud de 2024, los gobiernos podrían beneficiarse de participar en el proceso y deberían comprometerse a acatar el acuerdo una vez aprobado.
Aunque COVID-19 ya no domina los titulares de las noticias, es crucial que mantengamos la voluntad política de establecer un acceso equitativo a las vacunas y no volvamos a nuestra complacencia anterior a la pandemia. Los líderes políticos de hoy tienen una oportunidad histórica de fomentar un orden mundial más inclusivo, y tienen la responsabilidad de actuar con valentía antes de la próxima emergencia de salud pública. No hacerlo nos condenará a todos a revivir los traumas de los últimos tres años.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/preparing-for-the-next-global-public-health-emergency-by-jose-manuel-barroso-2023-08
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