El país anfitrión de las Olimpiadas tiene que invertir millones de dólares en infraestructura, personal, seguridad, publicidad y hospitalidad que pocas veces dejan ganancias reales para el gobierno y la población, afirman economistas de diferentes naciones.
Los Juegos Olímpicos de Verano y la Copa Mundial de la FIFA son los eventos deportivos más importantes de todo el planeta, debido a su gran impacto mediático; pero ser la nación anfitriona de cualquiera de los dos no es una garantía de obtener enormes ganancias. De hecho, los especialistas afirman que es más probable que resulten ser un duro golpe a la economía de un país en el corto plazo.
Un estudio de la Universidad de Oxford explica que desde las Olimpiadas de 1960, el siguiente país sede gasta aproximadamente 172% más que el anfitrión anterior.
Una constante que se repite es que cada cuatro años, señala el documento, los nuevos anfitriones buscan la forma de superar en innovación, infraestructura, tecnología y entretenimiento a la anterior, para lo cual destinan “cheques en blanco” a fin de causar una buena impresión al mundo.
Si son tan mediáticos, ¿Por qué las Olimpiadas generan pocas ganancias para los anfitriones?
Expertos señalan que muchos países comenten los mismos tropiezos a la hora de planificar unos Juegos Olímpicos. Por ejemplo, los economistas Robert A. Baade y Victor A. Matheson, ambos investigadores y académicos en Estados Unidos, explican en un artículo especializado sobre el tema que las ciudades anfitrionas no suelen contar con los espacios de hospedaje, entrenamiento y deportivos mínimos requeridos por el Comité Olímpico Internacional, por lo cual los gobiernos deben gastar millones de dólares en obras exprés, que pocas veces son utilizadas luego de las competiciones:
“Un primer conjunto de gastos importantes involucra la infraestructura general para acomodar a la ola anticipada de turistas y deportistas que arriban la ciudad elegida. El Comité Olímpico Internacional requiere que la ciudad anfitriona de los Juegos de Verano tenga un mínimo de 40 mil habitaciones de hotel disponibles para los espectadores y una Villa Olímpica capaz de albergar a 15 mil atletas y oficiales”.
Toda la infraestructura construida a toda velocidad suele incrementar potencialmente los costos y los presupuestos se disparan. Luego de que termina el evento, los gobiernos no le dan el mantenimiento necesario a muchos estadios, albercas o gimnasios de alto rendimiento, convirtiéndose en “elefantes blancos” para la economía local.
Un ejemplo reciente son los Juegos Olímpicos de Río 2016, los cuales tuvieron un presupuesto inicial de 14 mil 400 millones de dólares; pero la mala planeación, casos de corrupción, sobrecoste de las obras y otros problemas hicieron que el gasto total ascendiera a más de 21 mil millones de dólares.
El estado de Río de Janeiro no pudo solventar todo el gasto y el gobierno federal de Brasil tuvo que desembolsar más dinero de los contribuyentes para terminar las obras inconclusas. Las aportaciones de la industria turística privada, que es la más beneficiada en estos eventos, puso apenas el 9.2% del precio total de organizar las Olimpíadas, de acuerdo con un estudio de la Autoridad Pública Olímpica (APO).
Al final, las ganancias de Juegos Olímpicos de Río 2016 no cubrieron ni un cuarto de la inversión total; pues se recaudaron poco más de 3 mil millones de dólares entre derechos televisivos, patrocinios, entradas y licencias comerciales.
Además, medios internacionales que dieron seguimiento a la infraestructura construida para las Olimpiadas en la ciudad de Río de Janeiro reportan que muchas instalaciones quedaron completamente abandonadas, También, en 2019, el organizador y principal promotor de estos Juegos, Carlos Nuzman, fue acusado y condenado a 30 años de prisión por actos de corrupción, tráfico de influencias y sobornos que llevaron a la ciudad brasileña a obtener la sede.
Hasta ahora, el estudio de la Universidad de Oxford ya mencionado anteriormente, señala que 10 de los últimos 19 Juegos Olímpicos tuvieron sobrecostes por arriba del 100% del presupuesto inicial.
En promedio, desde las Olimpiadas de Roma 1960, el evento ha tenido costo promedio de 4 mil millones de dólares para los gobiernos anfitriones. Para las Olimpiadas de Tokio 2021, celebradas en 2021 por la pandemia de Covid-19, se tuvo un presupuesto inicial de 15 mil millones de dólares; la cifra real, luego de los gastos adicionales por la reprogramación, todavía no se conoce.
En varias regiones de Europa, los habitantes rechazan las candidaturas de sus ciudades para albergar unos Juegos Olímpicos. Este continente ha albergado a más de la mitad de las sedes de la competición moderna, con 16 Olimpiadas desde 1896.
Los ciudadanos europeos conocen mejor que nadie los estragos que pueden dejar la justa olímpica en su economía en el corto y mediano plazo.
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