Se veía venir. Marcelo Ebrard quedó fuera, otra vez, de la candidatura presidencial. Claudia Sheinbaum resultó la vencedora en las encuestas organizadas por Morena y se enfrentará en 2024 a Xóchitl Gálvez, la candidata del Frente Amplio.
Analistas, políticos y periodistas le dijeron a Marcelo, una y otra vez, que él estaba destinado a perder si seguía el proceso impuesto por Morena. Al principio, el ex canciller dijo, públicamente, que no creía en eso; que los dados no estaban cargados. Pero en las últimas semanas él y su equipo denunciaron lo contrario. Demasiado tarde.
Ebrard perdió la encuesta. ¿Quién lo engañó?
Morena
Cuando Mario Delgado llegó como dirigente nacional de Morena, muchos creyeron que eso implicaba una ventaja clara para Marcelo Ebrard rumbo a la sucesión presidencial. Parecía obvio: Delgado había sido su secretario de Educación y favorito para sucederlo como jefe de Gobierno.
Con el tiempo, sin embargo, Delgado mostró que no existía tal lealtad. Debía responder al presidente López Obrador y éste le mandó señales claras de quién era su favorita. No sólo eso. Mario Delgado aspira a suceder a Claudia Sheinbaum como jefe de Gobierno, cargo que lo eludió cuando Ebrard tuvo que elegir a Miguel Mancera, su procurador, ante la falta de reflectores del hoy líder partidista.
Mario Delgado tuvo que tragar lumbre para que el jefe real del partido no tuviera que hacerlo. En varios estados lo acusaron de imponer candidatos, cuando en realidad fue el Presidente quien lo hizo. Y en la candidatura presidencial, inclinó la balanza en favor de Claudia por las mismas razones.
Claudia Sheinbaum no necesitó a Porfirio Muñoz Ledo –su apuesta para dirigir al partido– en la dirigencia de Morena para influir más de lo que pudo Marcelo. El peso de su cargo como jefa de Gobierno, incomparable en recursos, más el apoyo claro de Andrés Manuel López Obrador, bastaron para que todos se “cuadraran”.
AMLO
Para ser justos, no es que López Obrador engañara totalmente a Marcelo Ebrard. Él simplemente le dijo que no había dedazo, lo cual era cierto a medias. Apoyó a su favorita, Claudia Sheinbaum, pero si ella se desplomaba, o si otro candidato tenía un desempeño destacado que rebasara a la protegida, AMLO estaba dispuesto a cambiar de caballo a mitad del río.
El problema es que desde el primero de diciembre de 2018 ya no había piso parejo. Es incomparable la exposición, los recursos y el poder que se acumula como jefa de Gobierno versus lo que se tiene como canciller. Marcelo Ebrard debió saberlo: él tuvo ambos cargos.
Entonces, no importa lo que AMLO dijo a Marcelo. La realidad es que el presidente diseñó desde 2018 un escenario favorable a su más cercana. Le dio la posición de mayor poder, después de la suya, y la protegió cada vez que ella cayó en un problema: Línea 12, movimiento feminista, fallas en el Metro, elecciones 2021… López Obrador fue el pararrayos de su sucesora.
Cuando Claudia perdió la mitad de la Ciudad de México a manos de la oposición, AMLO dio un manotazo sobre la mesa e hizo ver a Claudia que debía dejar de creer que un buen gobernante –sobrio, efectivo, “científico”– como es ella, sería, en consecuencia, un político valorado y votado. Debía dedicarse a hacer campaña y delegar el gobierno a otros como Martí Batres que, además, se enfocaran en gobernar con fines políticos.
Lo más que AMLO hizo por Marcelo es apapacharlo de vez en cuando en la mañanera.
Su equipo
Marcelo Ebrard es un hombre brillante. Incluso sus críticos reconocen su elocuencia y preparación. Sin embargo, quedó en evidencia que confió en las personas equivocadas para superar el piso disparejo en el que compitió. Para empezar, ¿quién le dijo que Tik Tok debía ser la punta de lanza de su estrategia de difusión?
Tik Tok es la red social que más ha crecido en los últimos años, pero lo ha hecho principalmente entre los muy jóvenes, la mayoría de los cuales ni siquiera tendrá edad para votar el próximo año… o simplemente no les interesa. Los videos cortos de esa red no transmiten adecuadamente la principal fortaleza de Ebrard: sus ideas. ¿A quién le importa verlo bailar? La trivialidad de esa red va en sentido contrario de la profundidad que una persona como él debió transmitir, su ventaja competitiva.
Si hubiera tenido a su lado a verdaderos expertos, le hubieran dicho que Tik Tok era una apuesta fallida. Debió centrarse en Google y YouTube, las principales fuentes de información política de los mexicanos. Facebook en segundo lugar.
Medios tradicionales eran una batalla totalmente diferente. Claudia Sheinbaum los echó a su bolsa desde hace tiempo con contratos y promesas futuras. El ex canciller no podía competir en esos terrenos; la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la que él era titular, no podía inventarse una campaña de salud, o comprarle a una empresa –hermana del medio de comunicación “amigo”– una flota de patrullas.
Hasta hace un año, Ebrard aparecía en las encuestas como un personaje más conocido que Sheinbaum. Echó a perder esa ventaja y se la entregó a Claudia al no centrar su esfuerzo y atención en lo único que tenía totalmente en sus manos controlar: la estrategia de comunicación digital.
El autoengaño de Marcelo Ebrard
Marcelo Ebrard no vio todas estas señales, o creyó que podía superarlas en unos pocos meses de campaña abierta. Imposible sin un error catastrófico de su contrincante.
La falta de piso parejo sin duda existió. Pero Marcelo dejó ir las únicas oportunidades que tuvo para revertir esas desventajas. La primera de ellas: no empezar antes su campaña, como sí lo hizo Claudia.
El golpe de realidad que significó perder alcaldías en la CDMX hizo que AMLO convirtiera a Claudia de jefa de Gobierno a precandidata. ¿Que hizo Ebrard desde el año 2021 y el 2022 cuando era más conocido entre la población que Sheinbaum? Su trabajo. Muy loable, pero ingenuo. ¿Qué temía? ¿Ser sancionado por el INE? Si algo debieron aprender ya todos los políticos en el actual sexenio es que gana quien se pasa por el arco del triunfo los límites de promoción electoral.
López Obrador reveló muy bien el 18 de marzo de este año su pensamiento. Él no quiera cometer el “error” de Lázaro Cárdenas: dejar que lo suceda un moderado. Esto declaró ese día:
“Era tal la oposición de derecha que el general Cárdenas tuvo que actuar con cautela, y posiblemente eso influyó para que apoyara la candidatura de Manuel Ávila Camacho y no la del general Francisco J. Múgica, con quien tenía más afinidad ideológica y el cual representaba una mayor certeza de continuidad y profundizar la política social y nacionalista. (…)
Al final de la jornada se reportaron 30 muertos y 127 heridos. Sin embargo, poco después Almazán claudicó y sus partidarios, empresarios y políticos de derecha se entendieron y pactaron por concesiones y prebendas con el nuevo gobierno de Ávila Camacho”.
AMLO no apoyará a un “moderado”, como Ebrard, para ser su sucesor. A menos que las circunstancias lo obliguen, como obligaron a Lázaro Cárdenas.
El gran error de Marcelo Ebrard fue no ver esto. AMLO sólo lo hubiera seleccionado por encima de Claudia si él generaba las condiciones para obligarlo. No lo hizo.
¿Quién engañó a Marcelo Ebrard? Él mismo principalmente. Porque creyó que tenía posibilidades de competir bajo instituciones y reglas creadas para favorecer a otra.
Moderación y respeto por las reglas hacen a un gran estadista, no a un buen candidato.
Twitter: @estroman
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