La muerte de un familiar o ser querido es una experiencia emocionalmente desafiante y personal. El proceso de duelo que vive cada individuo es bastante diferente y poco fácil de predecir, algunos lo viven con una profunda tristeza y otros se ven más tranquilos, aunque esto no significa que sean insensibles o malas gentes.
Reconocer y respetar el proceso de duelo de cada uno y, también, el de los demás, es importante. La tristeza no es la única forma de responder a la muerte de un familiar o ser querido.
Por ejemplo, sentir alivio o tranquilidad es otra forma de expresar los sentimientos hacia la muerte de un familiar o amigo. Especialmente cuando la persona vivía ya en malas condiciones de salud y eso es totalmente válido.
De hecho, la Sociedad de Cáncer de Estados Unidos (American Cancer Society) explica que el proceso de duelo es una “montaña rusa de emociones” que parte desde la negación, enojo, tristeza y aceptación antes de llegar al alivio.
No me siento triste por la muerte de un familiar, ¿es normal?
La tristeza es una forma de respuesta humana normal ante la pérdida, y puede manifestarse de diferentes formas, como llanto, sensación de vacío, falta de energía y hasta cambios en el apetito, pero no es la única.
Sentirse tranquilo ante la muerte de alguien puede ser producto de varias situaciones, que van desde una mala gestión de las emociones o, incluso, de no haber desarrollado una relación cercana con el fallecido.
En ese sentido, la reacción hacia la muerte de alguien es resultado, en primer lugar, de la conexión emocional, el apego, cercanía y relación que se tenía con ellos.
Luego, ya se involucra mucho cómo cada una de las personas vive su proceso de duelo y aquí es cuando las cosas cambian para cada individuo.
Habrá personas que, ante la muerte de un familiar o ser querido, tengan que asumir cierto liderazgo para hacerse cargo de los trámites y procesos funerarios, por lo que sus sentimientos pueden ser reprimidos por un tiempo, con la posibilidad de que después los exprese de manera más adecuada.
Otros individuos podrían no mostrar tristeza durante todo el proceso funerario porque su manera de afrontar el duelo es llorar en privado o mostrarse “fuerte” ante los hijos o hermanos, por ejemplo, para hacerlos sentir seguros de que, a pesar de la adversidad, se puede salir adelante.
También hay quienes van a sentir tranquilidad o alivio porque el sufrimiento de su ser querido llegó al final o considera que se murió feliz y realizado. Esto ocurre, particularmente, cuando el fallecido pasó por una larga enfermedad o cuando ya era de edad avanzada.
Todas las situaciones mencionadas son normales y válidas. No existen reglas que seguir en el proceso de duelo.
Sin embargo, expertos en el tema del duelo, sí señalan que reprimir las emociones naturales, como la tristeza y la pena, podrían afectar al individuo en el corto o largo plazo.
Lo anterior, debido a que existe la posibilidad de generar otros sentimientos como culpa o arrepentimiento por no haber “llorado la muerte de un familiar en su momento”.
La organización Tremours Kids Health explica que algunas formas de asimilar, de manera posterior, la muerte de un fallecido son la aceptación de las emociones, hablar con alguien cercano sobre el tema, conservar los recuerdos y obtener el apoyo que se necesita.
Esto se puede hacer en cualquier momento y no necesariamente durante el proceso funerario.
Cuando se acepte con uno mismo que es momento de liberar esas emociones que generan culpa por “no haber llorado a un familiar”, el proceso de duelo puede llegar al final y las personas que no sintieron tristeza en ese momento se sentirán aliviadas.
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