Desde hace varios años y por diversos motivos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se suceden una y otra vez paros de actividades. Esto ha pasado también en otras facultades, pero ahora llama la atención lo que pasa en filos, como le dicen coloquialmente los estudiantes.
La facultad es por antonomasia diversa y esencialmente plural. La tolerancia y el respeto son moneda de cambio desde su origen. ¿Por qué digo esto? Filosofía y Letras contiene una gran amplitud de carreras asociadas a las humanidades, la componen once licenciaturas de enorme relevancia para la cultura universal y nacional. La integran, Bibliotecología y Estudios de la Información, Desarrollo y Gestión Interculturales, Estudios Latinoamericanos, Filosofía, Geografía, Historia, Letras Clásicas, Letras Hispánicas, Letras Modernas, Literatura Dramática y Teatro y Pedagogía. Tiene en sus diversas modalidades educativas más de diez mil estudiantes.
La Facultad se funda en la segunda década del siglo XX y tiene como antecedente a la Escuela Nacional de Altos Estudios. En la UNAM y en el país encabeza el área de las humanidades y las artes. Sus múltiples reconocimientos internacionales dan cuenta de ello, Premio Marcos y Celia Maus, Premio Marianne Oeste de Bopp, Premio Enrique Ruelas, Premio Alaide Foppa, Premio Norman Sverdlin, entre muchos otros.
Hoy está a la cabeza de la dirección una geógrafa de gran reconocimiento internacional y nacional, no podemos, sino celebrar, que Frances Rodríguez Van Gort sea la encargada de dirigir esta compleja facultad de la UNAM. Y ello se muestra no solo en la intensa actividad académica que promueve, sino también en la perspectiva que, sin duda, distingue a su gestión, el enfoque de género y la erradicación de la violencia, así como el fortalecimiento de la cultura de la igualdad.
Sin embargo, hoy si hacemos un balance rápido de los sucesivos paros, los logros de estos no alcanzan a nivelarse con el deterioro académico de los constantes cierres de las instalaciones. La pandemia fue de un impacto aún no dimensionado adecuadamente para las instituciones educativas. Perdimos y ganamos cosas. Aprendizajes y trabajo a distancia. Crisis emocional, ruptura de lazos sociales y comunitarios esenciales al quehacer universitario. Entre muchos, muchos otros elementos a considerar y que por ahora escapan a este escrito. Echemos una rápida mirada al paro que inició en noviembre de 2019 y que duró varios meses. El leit motiv fue el acoso sexual y como sabemos tuvo repercusiones de diversa índole, extendiéndose el problema a otras escuelas y facultades y a diversas instituciones de educación superior. El paro duró demasiado y la afectación enorme. Las llamadas de la directora a reconstruir el tejido comunitario a través del diálogo respetuoso entre todas las posturas e ideologías son más vigentes que nunca.
Me pregunto en este contexto, sí son los paros una estrategia adecuada para solventar los innumerables problemas que hoy vivimos al interior de la comunidad universitaria. O bien, sin ser ingenuos, los paros son un mecanismo utilizado por intereses ajenos para desestabilizar y provocar reacciones, principalmente en el sector estudiantil. Este sector legítimamente tiene demandas genuinas, que como sucedió en el largo paro de 2020, fueron debidamente recogidas por las autoridades y confluyeron en el rediseño institucional con los temas de género y derechos de los universitarios y universitarias y con todas las variantes que merecen nuestro respeto.
Los canales de discusión siempre están abiertos en filos y por ello asombra que se busque una y otra vez la estrategia del asambleísmo y los cierres. Quienes vivimos la UNAM en los setenta y ochenta, sabemos lo que significa convocar a asambleas desgastantes y que al final un grupo pequeño termina tomando las decisiones. Suena obsoleto y extraño en tiempos de redes sociales altamente eficientes en términos comunicativos. O me pregunto, ¿a la cabeza de estos paros están personas que se anclaron en dichas estrategias de lucha y nada tienen que ver con los estudiantes de esta importante facultad de nuestra casa de estudios?
Las preguntas quedan en el aire. Sólo deseo que por el bien y futuro profesional de tantos y tantos jóvenes que integran las once carreras de la FFYL, pronto retomen con estabilidad sus actividades académicas y logren sus sueños.
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