En el Edomex están convencido que a través del perdón y recobciliación pueden ayudar a los reclusos a reinsertarse exitosamente en la sociedad.
Es noviembre del 2020 y Abraham escucha con atención la conferencia, en silencio reflexiona en un patio del penal Neza-Bordo de Xochiaca en el Estado de México, donde está recluido. Prefiere no contar porque está ahí pero si comparte un breve mensaje para quienes tienen libertad y la desperdician asaltando y cometiendo toda clase de crímenes:
“Échenle ganas, hay que portarse bien porque está difícil la situación aquí adentro”, resalta.
El azul de su uniforme lo distingue de los otros que llevan color beige en sus ropas. El de ellos significa que ya fueron sentenciados y pagan una condena por ello. El color que él porta lo llevan aquellos que apenas están siendo procesados.
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Ante esto subraya que hay que tener empatía y conocer las historias de vida de muchos de ellos. Gracias a esto se puede entender que ellos también deben aprender a perdonar. Ese sentimiento es el que Abraham buscaba encontrar, para sanar las heridas que le fueron provocadas en la infancia.
Los Talleres del Perdón formaron parte del programa “Knockout: No Tires la Toalla”, el cual se buscaba implementar en los 22 Centros de Readaptación Social del Estado de México.
Ahora a casi dos años de ese hecho, las autoridades estatales siguen trabajando para ayudar a los reclusos a recuperar sus vidas por medio de una eficaz reinserción social. Apenas este martes, los privados de la libertad del mismo penal Neza-Bordo se han dedicado a transformar el área de visitas del lugar.
Los #privadosdelalibertad de #Neza continúan transformando el área d visitas, esto como parte d nuestro proyecto de #PrevenciónTerciaria. Repensamos el espacio fortaleciendo las relaciones humanas, y llenándolo d vida y color para concebirlo como un lugar de encuentro. @SS_Edomex pic.twitter.com/H4sOakDd5t
— RED VIRAL NACIONAL (@VIRAL_MX) September 13, 2022
Esta vez como parte del proyecto de Prevención Terciaria, implementado por Red Viral en coordinación con la Secretaría de Seguridad mexiquense. Esta nueva actividad está diseñada para repensar el espacio de reclusión llenándolo de vida y color para concebirlo como un lugar de encuentro. Un sitio para fortalecer las relaciones humanas.
Lo mejor de esto es que en esta ocasión no solo los reclusos se encargan de cumplir con este objetivo. Los custodios y las propias familias de los reos se sumaron a las tareas con tal de promover la acción colectiva.
Al respecto, en mayo de este año, el Subsecretario de Control Penitenciario, Manuel Palma Rangel expresó que en la actual administración estatal se ha hecho un fuerte trabajo en materia de reinserción, de tal forma que con ello y con los programas que se han implementado, se dará un cambio en el paradigma penitenciario que existe en el país; pues es la adecuada implementación de políticas públicas, permitirá que más personas se reincorporen a la sociedad.
Un ejemplo de ellos es el testimonio de José “N”, un interno del Centro Penitenciario de Tenango del Valle, quién indicó que gracias a este taller obtuvo las herramientas para enfrentarse a situaciones, sin la necesidad de reaccionar violentamente, sino todo lo contrario actuar en materia del perdón y la reconciliación.
Otro caso similar es el de Antonio “N”, quién destacó que a unos días de alcanzar su libertad, luego de haber cumplido con su sentencia, ahora contará con los conocimientos necesarios para trasladar lo aprendido a su vida diaria, con su familia y su entorno.
Una vida dura tras las rejas
En la cárcel todo cuesta. El acceso a los derechos más básicos como la salud, artículos de higiene, un espacio digno para dormir, o la protección ante abusos de otros internos y de custodios tiene precio.
Datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) señalan que el 39.3 por ciento de la población penitenciaria ha sido víctima de actos de corrupción y que en el 40.44 por ciento de los centros penitenciarios estatales ocurren actividades ilícitas.
Además, se calcula que el 87.4 por ciento del total de pagos ilegales para obtener servicios, bienes o permisos al interior de los penales fueron entregados a custodios.
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Por si esto no fuera suficiente, solo el 59.2 por ciento de las personas privadas de la libertad únicamente pudo acceder a defensores de oficio. Su desventaja económica, aunada a la corrupción, son factores determinantes tanto en el proceso judicial, como en el tiempo que están recluidos.