En el histórico Panteón del Tepeyac, en la alcaldía Gustavo A. Madero, hay una de las esculturas más bellas de todo México, pero que pocos en nuestra época han podido apreciar. Se trata del Ángel del Silencio, una obra del italiano Giuilio Monteverde que se encuentra en el mausoleo de la familia Moncada.
La obra resulta ser muy enigmática por sí misma. Los Ángeles del Silencio son comunes en los cementerios antiguos, la mayoría de los más destacados en México fueron hechos por artistas italianos.
De hecho, por mucho tiempo se creyó que el de la familia Moncada, en el Panteón del Tepeyac, fue esculpido por Adolfo Ponzanelli, de quien hay otras obras similares en dicho cementerio. Fue hasta hace unos 30 años que se descubrió que Giuilio Monteverde pudo haber sido el creador.
El Ángel del Silencio del Panteón del Tepeyac está esculpido en mármol blanco, la figura tiene las alas hacia abajo y los brazos cruzados sobre el pecho. Está en la completa oscuridad y hasta hace unos años, aún se podría ver por un pequeño agujero en el mausoleo, cuando la luz del sol todavía se filtraba. Hay ya es más difícil.
Una investigación sobre la escultura señala que una descendiente de los Moncada explicó que la puerta del mausoleo, hecha en cobre, y la escultura del ángel llegaron a México en el mismo barco que traía piezas para la construcción del Palacio de Bellas Artes.
También, dijo que hay una carta que corrobora que fue el medio hermano de José Moncada quien mandó hacer y traer desde Italia la tumba de la familia al Panteón del Tepeyac. Por ese trabajo, habría pagado veinte mil monedas de oro en 1897.
Las fechas en que se construyó la primera etapa del Palacio de Bellas Artes y los envíos de las piezas que formarían el mauseolo de los Moncada sí coinciden.
Robo y recuperación del Ángel del Tepeyac
En el año 2000, el Ángel del Silencio fue robada del mausoleo de la familia Moncada. El sitio, aunque histórico, había caído en un trágico abandono. Esto facilitó que los ladrones pudieran hacerse con la figura con relativa facilidad.
María Luisa Herrero, heredera de los Moncada, fue quien hizo todo lo posible para recuperar la escultura. La denuncia sobre el robo señala que el INAH dio un permiso de restauración a un sujeto llamado Guillermo Garagarza Magallanes, quien dijo ser el dueño legítimo de la escultura y la puerta de bronce.
El Ángel del Silencio salió del Tepeyac con los permisos otorgados por el INAH, pero en lugar de ir a un taller de restauración, se perdió en circunstancias poco claras.
La descendiente de los Moncada acudió a la entonces Procuraduría General de la República para buscar la valiosa escultura, logrando encontrarla en la ciudad de Guadalajara, en donde estaba lista para ser sacada del país.
El INAH tomó la figura para su resguardo, restauración y exhibición. Pero la confianza de María Luisa Herrero con las autoridades que en un principio habían permitido que el ángel estuviera a punto de salir del país, se rompió.
Tras 5 años de varios litigios, el Ángel del Silencio volvió a la tumba de los Moncada en 2005. El mausoleo fue cubierto y desde entonces, la escultura ha permanecido oculta a la vista de los visitantes del Panteón del Tepeyac.
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