PARÍS – En el pequeño pueblo de Orehovica, en el norte de Croacia, los alumnos de preescolar se reúnen dos veces por semana para jugar y aprender. Las clases, que incluyen a niños de origen romaní, están llenas de energía. Las actividades adaptadas a las necesidades de cada niño crearon un sentido de pertenencia en ellos, independientemente de sus identidades. Los docentes están capacitados en prácticas de educación inclusiva y conocen las mejores formas de apoyar a estos niños pequeños antes de su ingreso a la escuela primaria. Algo más importante aún: los padres tienen un papel central en este instituto preescolar y se sienten apoyados y valorados. El impacto positivo sobre los niños se ha extendido a la comunidad local y mejoró la cohesión social.
El éxito del programa de Orehovica pone de relieve una verdad de larga data: el período entre el nacimiento y los cinco años de edad es fundamental para el desarrollo a largo plazo de las personas. Durante este tiempo el cerebro crece rápidamente y desarrolla habilidades importantes que influyen sobre nuestra salud, desempeño escolar y laboral.
El acceso a la educación temprana de alta calidad ayuda a nutrir esas habilidades y puede generar beneficios extraordinarios. Algunos investigadores estadounidenses dedicaron los últimos 50 años a estudiar el impacto de esos programas sobre los niños que asistieron a ellos en la década de 1960. Descubrieron que recibir educación durante la niñez temprana redujo la probabilidad de que los niños fueron enviados a educación especial y aumentó las tasas de graduación en la escuela secundaria en hasta 11 puntos porcentuales. Estos niños fueron suspendidos menos veces en la escuela, lograron mejores resultados en sus empleos y un mayor bienestar mental general, y tuvieron menos probabilidades de ser condenados por crímenes.
La evidencia de otros países señala un claro patrón similar. En Chile, un análisis de alumnos de cuarto grado mostró que los niños que habían asistido al preescolar —especialmente los más pobres— tuvieron mejores resultados en lectura y matemática que quienes no lo hicieron. En Indonesia, la educación en la niñez temprana redujo la brecha entre los niños más pobres y los más ricos en idioma, desarrollo cognitivo, comunicación, conocimiento general y conductas prosociales.
A pesar de la importancia de estos primeros años, un estudio reciente del Informe de Seguimiento de la Educación de la UNESCO, Desde un comienzo, estima que dos de cada cinco niños, especialmente en países con ingresos bajos y medios, aún no acceden en absoluto a la escuela preprimaria. Los niños con desventajas por discapacidades, etnia, idioma, pobreza, migración o desplazamientos no solo enfrentan ya una probabilidad mucho mayor de sufrir desnutrición y mala salud, también es más probable que carezcan de acceso a la educación preescolar.
La brecha en la participación en el preescolar entre los niños de hogares ricos y pobres es patente; en algunos países africanos supera los 60 puntos porcentuales. Las brechas étnicas también pueden ser importantes. En Grecia, por ejemplo, solo el 28 % de los niños romaníes acceden a la educación preprimaria, cuando la tasa de inscripción general es del 84 %.
Desde un comienzo sostiene que brindar a todos las mismas oportunidades educativas desde el primer momento puede tener un poderoso impacto en el aumento de la inclusión. Brindar a todos los niños acceso a la educación preprimaria, independientemente de su origen, identidad o habilidad, igualaría sus oportunidades más adelante en la vida; pero la mayoría de los países deja esto librado a la suerte. Solo en el 28 % la escolaridad preprimaria es obligatoria para todos los niños.
El acceso es solo parte de la ecuación. En los países más pobres, muchos establecimientos preescolares no cuentan con financiamiento suficiente ni equipamiento adecuado para brindar educación inclusiva de alta calidad. Los niños necesitan escuelas seguras, actividades atractivas y apoyo de docentes adecuadamente capacitados para desarrollarse, pero son demasiados los entornos de educación temprana donde eso no ocurre.
En Malaui, una encuesta del personal en los centros de cuidado infantil halló que solo uno de cada tres contaba con calificaciones relevantes; pero los problemas relacionados con la calidad también existen en los países con altos ingresos. En la región italiana de la Toscana por ejemplo, aproximadamente el 60 por ciento de los docentes afirmó que no estaba familiarizado con las necesidades de los estudiantes inmigrantes, refugiados y romaníes.
La pandemia de la COVID-19 empeoró las desigualdades existentes, lo que justifica aún más la inclusión educativa en las etapas iniciales. Durante la cumbre del G7 en el Reino Unido en junio, la primera dama estadounidense, Jill Biden, y Catalina, la duquesa de Cambridge, abogaron por el poder transformador de la atención y educación universal en la niñez temprana. Para intensificar los esfuerzos y estimular la cooperación, los gobiernos y organizaciones internacionales lanzarán una nueva Estrategia de Asociación Mundial sobre educación temprana este otoño, para lograr que todos los niños puedan asistir a la escuela preprimaria.
Es fundamental que los países prioricen adecuadamente la educación temprana, deben garantizar la capacitación de los docentes en educación inclusiva y que los planes de estudio tengan en cuenta la diversidad de los niños. Tenemos que esforzarnos más para obtener datos sobre quienes quedan excluidos y los gobiernos deben aumentar la inversión en los programas de educación temprana.
Los líderes del mundo prometieron en reiteradas ocasiones «reconstruir mejor» después de la pandemia. Cuando de educación se trata, tienen que hacerlo bien desde el principio.