ATENAS – El 9 de febrero de 1967, horas después de que la fuerza aérea estadounidense bombardeara el puerto de Hai Phong y varios aeródromos vietnamitas, la cadena de televisión NBC difundió un memorable episodio de Viaje a las estrellas o La conquista del espacio (Star Trek). Con el nombre «El retorno de los arcontes», el episodio marca el debut de la «Directiva principal» —la ley suprema de la imaginaria Federación Unida de Planetas y su flota estelar— que prohibía toda interferencia intencional en los asuntos de los alienígenas, sus civilizaciones y culturas. Creada en 1966, cuando el presidente Lyndon B. Johnson estaba enviando 100 000 efectivos más a Vietnam, la Directiva principal constituyó un desafío ideológico directo, aunque bien camuflado, a las actividades del gobierno de EE. UU.
La Directiva principal sigue siendo parte fundamental de Viaje a las estrellas hasta el día de hoy, cuando resulta más pertinente todavía. Las aventuras militares siempre implican cuestiones diversas, por lo que es difícil mantener un debate racional sobre sus méritos. Por ejemplo, las invasiones estadounidenses a Vietnam o Afganistán, ¿estuvieron motivadas por buenas intenciones (como detener al totalitarismo o salvar a las mujeres de los islamistas radicales)? ¿O fueron esas intenciones invocadas para brindar una cobertura política a cínicos motivos económicos o estratégicos? ¿Estuvieron mal porque EE. UU. fue derrotado? ¿O hubieran estado mal incluso en caso de una victoria?
Lo bueno de la Directiva principal es que atraviesa este laberinto de confusión y engaños: los motivos del invasor, buenos o malos, no importan en lo más mínimo. La Directiva principal prohíbe el uso de tecnología superior (militar o de otro tipo) para interferir con cualquier comunidad, pueblo o especie sensible. Es, de hecho, muy drástica: El personal de la flota estelar debe respetarla aún a costa de sus vidas.
En palabras del capitán James T. Kirk, «el juramento más solemne del capitán una nave estelar es que dará su vida, incluso la de toda su tripulación, antes que violar la Directiva principal». A lo que su sucesor, el capitán Jean-Luc Picard, agregó: «La Directiva principal no es solo un conjunto de reglas; es una filosofía … y muy acertada. La historia demostró una y otra vez que cuando la humanidad interfiere … independientemente de lo bienintencionada que sea esa interferencia, los resultados siempre son desastrosos».
Consolidar esa filosofía en una serie estadounidense de TV establecida, y en medio de la mayor escalada de la guerra de Vietnam, fue un acto audaz. No cabe duda de que se trató de una crítica intencional a la política exterior estadounidense. En el episodio «Por medio de la fuerza» (1968), los guionistas de Viaje a las estrellas conjuraron a un ingeniero social de la Federación que intenta ayudar a que un planeta primitivo se desarrolle infundiendo en su gente una actitud humanista, al tiempo que crea un estado con una eficiencia que solo un régimen autoritario puede lograr. Su intervención bienintencionada rápidamente se derrumba cuando los patrones de autoridad que creó generan un racismo institucionalizado y el humanismo que trata de nutrir es aplastado por un régimen que propugna el genocidio.
Los escritores de Viaje a las estrellas no eran moralistas ingenuos ni aislacionistas, entendían que, como ocurre con todos los imperativos morales rígidos, su Directiva principal no se podía aplicar con sencillez. El simple hecho de visitar un lugar extranjero, u otro planeta, implicaba interferir de alguna manera. Aunque se muestra que los oficiales de la Flota estelar están preparados para morir antes que infringir la Directiva principal, en gran cantidad de situaciones su indignación moral los lleva a torcer esa norma… y hasta a ignorarla. En «La pequeña guerra privada» (1968), encuentran una guerra civil planetaria en la que una de las facciones recibió armamento avanzado de los archienemigos de la Federación, los Klingon. ¿Cómo respetar la Directiva principal cuando la superpotencia rival no lo hace?
Deciden que la mejor forma de respetar la Directiva principal es violarla, e intentan igualar las oportunidades en el campo de batalla proporcionando a la otra facción armas casi idénticas. El resultado es una carrera armamentista descontrolada y un raro final triste.
Pero no todas las violaciones de la Directiva principal conducen al desastre. «El apocalipsis» (1967) muestra una singular guerra entre dos planetas, cuyos líderes acordaron simular sus batallas en una computadora para poner fin a la interminable destrucción de infraestructura. Pero quienes «mueren» en la simulación de computadora son llevados luego a cámaras de ejecución. Convencido de que el riesgo de una guerra convencional es preferible a que continúen con las crueles matanzas simuladas, pero reales, Kirk viola la Directiva principal y vuela en pedazos las cámaras de ejecución.
De todas formas, los guionistas se esforzaron mucho en esos casos para mostrar que la consecuencias positivas tuvieron lugar a pesar de las violaciones de la Directiva principal y no a causa de ellas. O, más precisamente, es debido a que el personal de la Flota estelar lleva grabada en sus mentes y almas la idea de que la Directiva principal es buena y correcta, que violarla a veces produce buenos resultados. De igual manera, los soldados occidentales a veces logran hacer el bien en algún remoto país asolado por la guerra precisamente porque no creen que sea sensato tratar de construir una civilización coherente a punta de pistola extranjera.
La Directiva principal de Viaje a las estrellas usa la cultura popular para destacar que es irrelevante si las afirmaciones de buenas intenciones para justificar aventuras imperialistas son reales o falaces. Dramatiza de manera brillante la forma en que las invasiones verticalistas con alta tecnología, planeadas con antelación para salvar a pueblos «inferiores» de sí mismos, solo pueden llevar inexorablemente a repugnantes mentiras, crímenes y maniobras de encubrimiento como las que encontramos en escándalos como los Papeles del Pentágono (Pentagon Papers) o Wikileaks.
La Directiva principal también es un recordatorio necesario y útil de las contradicciones de la sociedad estadounidense, especialmente de que no solo produjo la doctrina imperialista liberal responsable de tantas matanzas en lugares como Vietnam, Irak y Afganistán, sino también una doctrina antiimperialista liberal que sigue cómodamente instalada en una serie de televisión que ha cautivado a las audiencias estadounidenses durante más tiempo del que la mayoría de su población ha vivido.