Hace un par de días se popularizó en Internet la historia de Izram Ali, un abogado de Pakistán que pagó 130 dólares en la que supuesta compra de un terreno en la Luna.
El pasado 2 de julio, el portal The Independient Urdu publicó la historia de Izram Ali, en la que explicó que vio la oferta en redes sociales durante el año pasado. Luego de varios correos electrónicos con la empresa Lunar Property Company, compañía que puso a la venta los terrenos, recibió finalmente un supuesto certificado que lo acredita como dueño de 5 acres en la zona conocida como Sea of Vapors.
La nota de The Independient Urdu (que puedes leer en su idioma original aquí) menciona que el abogado sabe muy bien que su inversión es muy especulativa y en ningún momento dice que se siente estafado, como varios medios en México replicaron.
Pero lo cierto es que la venta de terrenos en la Luna, en Marte o hasta en el mismísimo Paraíso o Cielo carecen de una regulación más puntual y detallada, que pueda evitar este tipo de transacciones.
A falta de leyes y tratados más específicos, sí se han dado casos de fraude en la compra/venta de terrenos en la Luna. Pero como en la historia de Izram Ali, también hay empresas constituidas formalmente que llevan varios años lucrando con este negocio.
Y mucha atención: El hecho de que sean empresas reales y con un registro oficial en su país, no significa que el negocio de terrenos fuera de la Tierra sea completamente legal.
Es un limbo jurídico que lleva varios años en discusión y es complicado que se resuelva en el corto plazo, debido a que es un asunto que compete a todos los países del mundo.
Los terrenos en la Luna
La idea de tener un terreno en la Luna suena genial. En Internet hay varias páginas que los venden, todas ellas se sustentan (o al menos eso dicen) en un hueco legal dentro del “Tratado sobre el espacio ultraterrestre”, que es una serie de convenciones acordadas por los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sobre la exploración del espacio y la situación de los cuerpos celestes, como la Luna o los planetas.
En resumen, estos acuerdos establecen que ningún país podrá adjudicarse como de su propiedad a la Luna y otros cuerpos espaciales para lucrar con ellos, ya que son bienes de toda la humanidad. Puedes leer todo lo relacionado con estos tratados aquí.
Pero en 1980, un estadounidense llamado Dennis M. Hope acudió a un tribunal para reclamar la propiedad de la Luna, argumentando que el Tratado sobre el espacio ultraterrestre no impedía que personas físicas pudieran hacer negocio con los cuerpos espaciales, ya que el acuerdo solo limitaba a los gobiernos de los países.
Dennis M. Hope también envió escritos a la ONU para notificar que había reclamado la propiedad de la Luna. Explica que al no recibir una respuesta, asumió que no había problema:
“Envié a las Naciones Unidas una declaración de propiedad detallando mi intención de subdividir y vender la Luna y nunca he recibido respuesta. Hay una laguna en el tratado, no se aplica a las personas”, señala el sitio web Lunar Embasy, la página en la que M. Hope hace la venta de dichos terrenos.
Además de la Luna, este sujeto se adjudicó la propiedad de Mercurio, Venus, Marte y Plutón, de los cuales también tiene terrenos a la venta. Los precios que ofrece son tentadores y accesibles para la mayoría de las personas de clase media. De ahí que su negocio sea rentable.
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No te aseguran que puedas ir a tu ‘propiedad’
Hasta la fecha, The Lunar Embasy asegura que han vendido propiedades a más de 5 millones de personas, incluyendo expresidentes de EU y famosos. Sin embargo, esto no borra un hecho absoluto: la Luna sigue siendo propiedad de toda la humanidad.
Dennis M. Hope asegura que no son un fraude, pero tampoco puede garantizar a sus clientes que su compra sea reconocida por la humanidad.
Él se asume como una especie de presidente del Gobierno Galáctico, entidad que él mismo creó para dar ‘certeza’ sobre sus actividades. Pero ni así puede asegurar que sus clientes viajen o hagan uso de las propiedades que vende. Sobre este tema, su política de venta dice lo siguiente:
“La respuesta es sí, puede ir, si tiene al menos 900 millones de dólares para su propio lanzamiento de cohete personal. Entonces, ¿puedes llegar a la Luna? ¡Sí, pero te costará! ¿Puedes ver tu propiedad? Bueno, eso es más fácil y se puede hacer con cualquier pequeño telescopio aficionado razonable. Recuerde, desde nuestro punto de vista en la Tierra, la Luna no gira sola, y su propiedad siempre está del lado que nos mira, es decir, si puede ver la luna iluminada, puede ver su propiedad”.
La Luna es propiedad de toda la humanidad, no se puede vender
Así como Lunar Embasy, hay otra docena de páginas que se dedican a la supuesta venta de terrenos en la Luna, planetas o hasta estrellas. Todas ellas basándose en el hueco en la redacción del Tratado sobre el espacio ultraterrestre.
Ningún gobierno o institución en la Tierra ha reconocido a Dennis M. Hope como dueño de la Luna y mucho menos a su Gobierno Galáctico. Y en el muy, pero muy imposible escenario de que esto pasara, tanto él como sus clientes tendrían que prepararse para una ola de demandas multimillonarias.
La primera y la más evidente, sería por despojo e invasión. Ya que aunque el tratado dice que ningún gobierno puede adjudicarse la propiedad de los cuerpos celestes, también dice claramente que estos son un bien de toda la humanidad.
En segundo lugar, habría demandas por los múltiples desastres ocasionados por los efectos de la Luna en la Tierra, especialmente los relacionados con la subida de las mareas en los océanos.
Lo anterior no es una broma. Hace unos años, una mujer española quiso seguir los pasos de Dennis M. Hope y se quiso hacer de la propiedad del Sol.
Tuvo que desistir cuando la gente comenzó a hacerle saber que en caso de que siguiera adelante, la demandarían por los daños que la estrella les ha provocado tanto en su salud (como cáncer, quemaduras y otras enfermedades de la piel), como a nivel desastre, como incendios o sequías y hasta el calentamiento global.
Al final, la mujer se retractó al ver que no sería un buen negocio.
Comprar un terreno en la Luna en alguna de estas páginas no te asegura que sea una inversión. Pues el mercado de bienes raíces espaciales no está regulado y ni siquiera existe como tal.
Todo apunta a que solamente es una compra que podrías hacer para presumir a tus amigos o en redes sociales; pero del que no podrías sacarle provecho en ningún momento de tu vida.
Pero este tipo de ventas no solamente ocurren en la vida real (por así decirlo). También hay gente y organizaciones que venden ‘espacios o pases directos’ al Paraíso para cuando las personas mueran. Hablemos de eso a continuación.
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El Paraíso tampoco está en venta
Hay algunas variantes del catolicismo y cristianismo que venden pases directos al Cielo o al Paraíso, depende de la forma en como lo llamen.
Algunos lo ofertan de manera directa y otros son más sutiles y piden a sus feligreses que entreguen todas sus propiedades a su iglesia para obtener así un lugar seguro en el Cielo al momento de fallecer.
Estas prácticas fueron muy comunes entre el Siglo XV y XX. Incluso, en nuestra época se han documentado casos en los que pastores en comunidades africanas han engañado a sus feligreses cobrándoles por entradas al Paraíso.
En México las cosas no son muy distintas. Existen iglesias que ‘venden’ la salvación eterna mediante métodos menos obvios, pero igual de peligrosos.
Por ejemplo, la Iglesia Universal del Reino de Dios, conocida popularmente el Latinoamérica por su programa Pare de Sufrir es un negocio en el que los feligreses gastan cantidades absurdas por objetos y rituales que supuestamente los ayudará a limpiar sus pecados y estar en comunión con Dios, asegurándoles que de esta manera podrán entrar al Cielo.
Un reportaje de BBC publicó investigaciones en el que el fundador de Pare de Sufir, Edir Macedo, estuvo involucrado directamente en el desvío de más de 38 millones de dólares de donaciones de sus feligreses hacia sus cuentas personales. Lo puedes leer aquí.
La respuesta de la Iglesia
La autoridad católica, es decir, el Vaticano, han hecho un llamado a los fieles para no caer en ese tipo de fraudes y explican claramente que la entrada al Paraíso no se puede comprar con dinero.
El portal Cathotic Brige explica que aunque la iglesia reconoce que hubo errores en el pasado, ya no se permiten más sucesos de este tipo:
“El catolicismo siempre ha enseñado que es pecado vender los bienes espirituales, incluyendo las indulgencias a pesar de las malas acciones de un grupo de sacerdotes 500 años atrás”.
El Cielo o el Paraíso, explican, no es un bien con el que se puede comerciar en la Tierra, ya que dentro de su dogma es un Reino que le pertenece a Dios y nadie tiene poder sobre él y si propiedad.
También señalan que ningún sacerdote en la Tierra puede vender la salvación eterna o la absolución de los pecados, ya que el perdón de Dios no es un producto del que disponga la Iglesia:
“La línea es muy delgada entre lo legítimo y lo blasfemo en este asunto del donativo de dinero. Es legítimo esperar que Dios considere el don de un corazón generoso y lo bendiga con un favor o con una bendición como lo hizo Jesús con la viuda, pero no está nada bien asegurar favores de Dios desde el púlpito para manipular a la gente ni fomentar una visión utilitarista de Dios (le doy para recibir). La manipulación es una triste y terrible tendencia humana”.
Así pues, si quieres invertir tu dinero, quizá lo mejor es que te asesores por expertos financieros y no por sujetos que dicen tener propiedades a las que nunca vas a tener acceso.
Entre la superstición y los vacíos legales, hay un gran margen de riesgo que podrían hacer que los ahorros de toda tu vida terminen esfumándose, dejándote sin patrimonio en el mundo terrenal en que tú y tus existes sí habitan.
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