En el malecón de Mazatlán, Sinaloa, hay un joven que llama la atención de los turistas y vecinos locales. Casi todos los fines de semana llega al mismo lugar con su cámara en mano y un letrero en cartulina con la siguiente leyenda:
“Hola, hago fotos. Lo que guste cooperar. Padezco esclerosis múltiple”.
Su nombre es José María Robles, pero lo conocen popularmente en redes sociales como ‘Chema, el fotógrafo de 10 pesitos‘. Y es que ese es el precio que normalmente cobra a quienes le piden que tome fotos a lado del mar, en el atardecer o para un recuerdo familiar de sus vacaciones por Mazatlán.
La vida de un joven con esclerosis
Para Chema, la esclerosis no es un impedimento para buscar salir adelante haciendo lo que más le gusta. A sus 24 años de edad, todavía aprende a lidiar con ella, debido a que se trata de una enfermedad de la que poco se sabe.
El fotógrafo de 10 pesitos cuenta que fue hasta que cumplió la mayoría de edad que supo sobre el padecimiento que lo aquejaba. Poco a poco, su cuerpo comenzó a dar señales de que algo estaba mal:
“Hasta mis 18 años todo era normal, pero después comencé con pequeños lapsos. Todavía no sabía lo que tenía, pero eran cosas a las que no les daba importancia, porque no me daba cuenta de lo que eran”.
La esclerosis múltiple es una rara enfermedad que ataca principalmente al sistema nervioso; hasta ahora, los médicos no conocen qué la origina. Se estima que 2.5 millones de personas en el mundo sufren de ella. En México, las cifras indican que entre 11 y 20 de cada 100 mil habitantes la padecen.
El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía indica que algunos síntomas causados por la esclerosis múltiple son cansancio, hormigueo, trastornos en la sensibilidad, alteraciones del equilibrio, temblor involuntario, rigidez, espasticidad, debilidad en las extremidades, alteraciones en la vista o en el funcionamiento de la vejiga o intestinos y cambios en las funciones mentales como olvidos o confusión.
En el caso de Chema Robles, él explica que cuando las molestias comenzaron a ser más frecuentes comenzó a preocuparse y tomar su salud en serio, hasta que llegó el día en que no pudo caminar:
“Cuando me daba un brote, digamos que a la semana el mismo cuerpo ayudaba a sanarse. A veces yo tenía una pérdida de movilidad en un pie, cosas así, pero a la semana desaparecía. Pero luego era otra parte, la mano, el ojo, el habla, etc. Fue hasta los 22 años que me hice una resonancia magnética porque ya estaba grave, al grado de no poder caminar”.
La noticia de la enfermedad de Chema Robles fue inesperada. Nadie sabía de qué se trataba o cómo pudo haberla adquirido. Los médicos les explicaron que no hay una causa concreta, pero que con un tratamiento oportuno podría salvar su vida.
“Tuvimos miedo, más que nada por qué no sabíamos que era esto. Esta enfermedad es muy rara y no hay mucha información recabada por donde le busques. Supe que era grave porque vi muchos casos en internet de personas que habían pasado por esto y no volver a caminar sí es algo que te quita el sueño”.
Los médicos que diagnosticaron a José María le explicaron que llegó al hospital justo en un momento crucial de la enfermedad; pues esta se presenta en adultos jóvenes de entre 20 y 40 años. No existe un patrón que ayude a determinar o predecir quién la tendrá, por lo que en la mayoría de las veces se descubre un paciente es cuando los síntomas se agravan.
Una oportunidad para salir adelante
El organismo del joven fotógrafo estuvo en el límite. Hubieran bastado un par de semanas para que su cuerpo ya no fuera apto para iniciar un tratamiento. Afortunadamente para él, los médicos lograron estabilizarlo a tiempo para seguir vivo.
Chema Robles tiene el apoyo de una fundación que lo ayuda con una parte de su tratamiento; pero los gastos de los medicamentos para enfermedades secundarias derivadas de sus esclerosis múltiples corren por su cuenta.
Con la esperanza de salir adelante, José María empezó a buscar empleo, ya que su intento por estudiar una licenciatura se había visto frustrado tiempo atrás. Así fue que se incorporó al programa Jóvenes Escribiendo el Futuro para trabajar en un hotel como aprendiz.
Sin embargo, con la pandemia de Covid 19, el turismo en las playas de Mazatlán colapsó y el hotel en el que Chema trabajaba no pudo seguir en el programa, por lo que tuvo que buscar otras fuentes de ingreso.
Fue en este punto que Chema Robles hizo un balance de sus opciones, a falta de empleo en su región, solo le quedaba empezar a vender las pocas pertenencias que tenía, pero se le ocurrió una idea que hasta el día de hoy, se convirtió en su nuevo trabajo.
El fotógrafo de 10 pesitos
“Lo único que tenía de valor era mi cámara. Desde la prepa me gusta la fotografía, así que ahí la tenía. Las únicas opciones eran empeñarla o salir a tomar fotos y venderlas. Así que un día hice un cartel: “Fotos por 10 pesitos” y pensé que ya lo que Dios quiera, era lo último que podía hacer antes de empeñar mi cámara”, menciona Chema.
Con su cartel y una cámara réflex de principiante, José María se aventuró al malecón de Mazatlán a probar suerte como fotógrafo. Cuenta que al inicio nadie le hacía caso. No tuvo ni un solo cliente por varios días, pero su determinación por salir adelante le permitió resistir las horas de espera hasta que alguien finalmente se fijó en él.
“La gente pasaba e ignoraba el letrero y se reían de que cobraba tan poquito, pero era algo nuevo. Duré unos siete días más o menos sin hacer alguna foto, hasta que por fin una familia de turistas se hizo la primera foto y desde ahí fue que comenzó a llegar la gente, como que eso los inspiró”.
A partir de ese momento, la presencia de Chema Robles en el malecón fue pasando de boca en boca y las personas lo buscaban para tomarse fotos. Lo empezaron a llamar ‘El fotógrafo de los 10 pesitos’ y en redes sociales se corrió la voz entre los vecinos que empezaron a subir publicaciones sobre él.
Medios locales de Mazatlán también dieron eco a su historia, con el regreso de turistas a las playas, Chema empezó a tener más clientes y poco a poco mejoró su modelo de negocio. Las noticias sobre él llegaron a Nikon México, quien lo patrocino con una nueva cámara para que pudiera trabajar de mejor manera:
“Al principio mi cámara no era muy exigente, no era muy cara. Tenía una cámara muy básica. Yo anotaba en una lista el número de teléfono de la persona y el número de la foto y ya para coordinarnos y al llegar a casa enviárselas. Nunca me imagine que Nikon México me patrocinara y cuando me dijeron que me iban a dar una cámara, vi que tenía una compatibilidad con el teléfono. Ahora me paso la foto al celular y de ahí se la comparto por medio de WhatsApp al cliente, en el momento”.
“Me gustaría tener un estudio”
Ser el ‘fotógrafo de 10 pesitos’ le cambió la vida a Chema Robles, el dinero que gana lo usa para sus gastos personales y médicos para tratar su esclerosis. Además de hacer fotos en el malecón, ya tiene algunos clientes que lo contratan para eventos sociales como comuniones, paisajes, recuerdos, bautizos o quince años.
El joven fotógrafo es muy activo en redes sociales, en donde constantemente sube imágenes que demuestran su progreso en esta profesión. Vivir con esclerosis múltiple todavía le causa temor, pero asegura que siempre que puede habla sobre ella para informar a la gente de este tema del que muy poco conocimiento se tiene a nivel general.
“Me gusta que este proyecto del fotógrafo de 10 pesitos se dé a conocer, porque así se da a conocer también la enfermedad y que llegue la información a las personas que de verdad lo necesitan”.
Para Chema Flores, su futuro es claro: quiere seguir mejorando su fotografía y poco a poco especializarse en el tema de sociales y editorial, pues entre sus sueños está abrir un estudio o trabajar en alguna revista. Pero mientras eso sucede, las personas pueden encontrarlo en el malecón de Mazatlán con su cartel y su cámara, dispuesto a triunfar, con una foto bonita por 10 pesitos a la vez.
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