La política y quienes se sumergen en ella en favor de la ciudadanía necesitan saber que las reglas del juego han cambiado; ahora son los jóvenes quienes, hartos de la política tradicional, dictan la pauta al exigir más oportunidades, mejores condiciones económicas y un entorno más seguro.
Esos jóvenes son quienes, en su mayoría, dieron a López Obrador su gran margen de victoria en 2018, y quienes ahora, de acuerdo con las encuestas de aprobación presidencial, han sido más desencantados. Por eso, en zonas como Nuevo León, buscan opciones distintas.
El fenómeno de Samuel García surge en ese contexto de necesidad de innovación. Su estilo dinámico y su forma de comunicarse es lo que ha propulsado al candidato por Movimiento Ciudadano a la antesala de la gubernatura del estado de Nuevo León, como puntero en las encuestas.
Joven, pero con ideas propias, Samuel García es quien sostiene ahora en el norte del país el estandarte de cambiar la vieja forma de hacer política, algo que Morena no ha sabido aprovechar en gran parte del país. Las propuestas del candidato de MC, además, hablan a los muchos votantes en esa región mexicana que están convencidos de que las dádivas no son el camino al progreso. Bien supo leer García que sus propuestas tenían que girar en torno al emprendimiento sin desechar el papel del Estado en necesidades básicas como mejorar la seguridad y dar mayores oportunidades de educación a menores de edad en el servicio público.
Comete un error quien cree que este es un fenómeno Fox reeditado. Es decir, una vuelta al esquema de la popularidad mediática sin sustancia. Hacer esa analogía implicaría minimizar que el electorado en Nuevo León tiene más experiencia que el resto del país en transiciones de poder. Tienen hambre de transformación y votarán por quien se las ofrezca, más allá de los escándalos de la corrección política que generan mucho ruido en la Ciudad de México pero que impactan poco en otras partes.
“Un piso parejo para todos”, es uno de los eslóganes del aspirante de Movimiento Ciudadano. Es un concepto clave de contraste frente al “primero los pobres” de AMLO. Esa idea, junto con una imagen de honestidad pese a los problemas que eso le acarrea entre sectores de la izquierda, es el cimiento real del éxito de García.
Hay que recordar, además, que el político ha construido esa imagen y esa noción de político “genuino” desde antes de su candidatura: sus videos en Facebook explicando temas fiscales y energéticos a la población, en términos llanos y con ejemplos, lo hicieron persona conocida aún antes de que otros temas vitales en facebook sobre su vida personal, como el color de los zapatos de su esposa, fueran retomados en medios de comunicación.
Ante los ojos de las personas de a pie, el político maneja con expertise, pero sin pretensiones intelectuales, temas relevantes de política pública que, sumado a su manejo de las redes sociales y el uso de canales de comunicación, lo acercan a ciudadanos ávidos de información sin formalidades. Ningún candidato de otros partidos políticos ha comprendido siquiera la importancia de estos recursos.
No hay que menospreciar, tampoco, su capacidad de interlocución dentro de la propia clase política. Hace unos meses escribí en este mismo espacio:
“Esta idea de que Nuevo León es un estado que es rico porque trabaja y no porque la Federación lo mantenga es motivo de orgullo entre la gente neoleonesa. Hasta ahora ningún político de la entidad ha logrado aprovechar esta noción y trasladarla al plano nacional.”
Samuel García ha dibujado en discursos y entrevistas esa línea divisoria entre la Federación y lo que hace único a Nuevo León. Los demás desaprovecharon la oportunidad y por eso ahora pierden frente a él.
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