Una nueva tragedia ocurrió casi entrada la madrugada de este 11 de marzo. Un choque del Metro se registró en la estación Tacubaya, Línea 1. Se sabe que hay un muerto y 41 heridos.
Esta es la tercera vez que el STC Metro vive un episodio así. El accidente fue aparatoso. Por fortuna, ocurrió ya al cierre del servicio, casi sin pasajeros.
Si hubiera pasado un par de horas antes estaríamos lamentando la peor tragedia en este transporte tan emblemático de la Ciudad de México. Pero ese lugar lo ocupa el accidente de Viaducto, en 1975.
En esa ocasión, el conductor del convoy fue acusado de causar el choque, pero el siempre lo negó, esta es su historia.
El accidente del Metro Viaducto
El primer choque de trenes registrado en el Metro se registró el 20 de octubre de 1975. Eran casi las 10 de la mañana cuando un convoy impactó a otro en la estación Viaducto, de la Línea 2.
Sí, al igual a como ocurrió en Tacubaya hace algunas horas, el segundo tren destruyó el vagón trasero del primero y la cabina del conductor quedo sobre de él. Las imágenes del metal destruido y el humo que emanaba de la zona aun son difíciles de ver sin sentir miedo.
Aquella mañana hubo 31 muertos y más de 70 heridos. Toda la atención se centró en un solo hombre: Carlos Fernández Sánchez. Él fue el infortunado conductor del tren que chocó.
Sobre el accidente hay dos versiones. La de Fernández Sánchez sostiene que el sistema de semáforos falló. Explicó a medios de comunicación, y tribunales, que él recibió la señal de avanzar y que al ver que había otro convoy frente al que conducía, poco o nada podía hacer para impedir la colisión.
Todo era normal—dijo Fernández Sánchez—, las luces de los semáforos me indicaban que el camino estaba franco. Cuando el convoy iba subiendo la loma del Viaducto Miguel Alemán, me di cuenta de que había un convoy estacionado. Quise frenar, apliqué el control PC, pero no me obedeció. Era inminente el choque.
La segunda versión fue la de los peritajes oficiales. Las investigaciones concluyeron que el sistema de semáforos dio la luz roja al conductor y que este no obedeció.
El Sindicato del Metro apoyó a su trabajador y trataron de probar que los resultados no eran correctos. Pero no se pudo salvar a Carlos de ser declarado culpable de aquellas muertes.
En los juicios correspondientes, él negó esa versión, pero no podía hacer mucho para defenderse. Tenía todo en contra.
El gobierno fue tajante con la acusación a Carlos: “El encargado del PCC ordenó detenerse al conductor y éste hizo caso omiso de la orden, y posteriormente desobedeció otra señal de alto que pudo observar en el tablero de sus controles”, se leía en los peritajes publicados en medios de comunicación.
Por muchos años, los defensores del conductor dijeron que las autoridades querían un responsable para no decir que el Metro, el orgullo en el transporte de la CDMX y obra emblemática de la ingeniería mexicana, había tenido un error fatal.
Carlos fue enviado a Lecumberri por nueve años y luego fue trasladado al Reclusorio Norte, donde después de concluir su condena, salió y nunca más se supo de él.
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En el peor choque del Metro, culparon al conductor. Él siempre lo negó.