La muerte de Magui ha llenado de indignación las redes sociales. Una perrita de edad avanzada que, tras vivir un ataque de pánico ocasionado por los ruidos de la pirotecnia, murió abrazada a su dueña.
El suceso ocurrió en Argentina, pero la historia de Magui se repite en todo el mundo. El uso de los cuetes o fuegos artificiales para celebrar las fiestas decembrinas puede generar en los caninos taquicardia, temblores, ataques de pánico, confusión, pérdida de control e incluso, la muerte.
Sin embargo, los perros no son los únicos afectados. Las aves, los gatos y otros animales pequeños experimentan taquicardias y desorientación debido al sonido de los explosivos. Incluso, niños y niñas también son susceptibles a daños físicos en el aparato auditivo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el umbral del dolor para el sonido está señalado hasta los 120 decibelios, aunque la pirotecnia puede alcanzar hasta los 170.
Ante esto, el uso de fuegos artificiales “silenciosos” se ha hecho popular en algunas partes de Europa. La empresa italiana Setti Fireworks es pionera en la fabricación de este tipo de pirotecnia, que si bien aún genera ruido, explota con menor fuerza y se dispersa sigilosa.
Una alternativa que no impide disfrutar los espectáculos, incluso, los hace más coloridos. Debido a que los gránulos donde se empaquetan los colores, conocidos como “estrellas”, tienen una explosión inicial menos intensa que permite no perder todo el color a medida que suben hacia el cielo.
Entre menos explosiva y ruidosa sea la atracción, más colorida lucirá.
En 2015, la ciudad de Collecchio, Italia, aprobó una ley para que todos los fuegos artificiales sean silenciosos. Aunque en México aún no existe esta alternativa comercial.
Por eso, algunas otras medidas para evitar el sufrimiento de las mascotas son: mantenerles aislados o en una habitación propia donde escuchen música relajante, evitar sacarlos de sus espacios seguros, no intentar brindarles comida o medicamentos tranquilizantes sin la recomendación de un veterinario y nunca dejarles atados o en lugares donde puedan autolesionarse.
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