Carmen Sánchez fue quemada con ácido en el rostro luego de que no quiso regresar con su ex pareja. Esto ocurrió hace cinco años, la sustancia dañó la mitad de su cara, cuello, pecho y piernas.
En ese entonces tenía 36 años, recuerda que pasó ocho meses en el hospital y desde entonces se ha sometido a 55 cirugías. Desde entonces, su agresor sigue libre y denuncia que las autoridades del Estado de México no le han hecho justicia.
Carmen relata que cuando conoció a su ex novio, él era amoroso pero con el paso del tiempo demostró su violencia hacia ella. Por eso decidió separarse.
En 2014, en Ixtapaluca, el hombre la buscó para pedirle una nueva oportunidad. Ella se negó y ante la ira del sujeto, le lanzó un ácido.
El delito fue clasificado como “lesiones dolosas”, algunos colectivos de mujeres y ella misma afirman que debió haber sido catalogado como “intento de feminicidio”. “El ataque con ácido fue un intento por destruirnos en vida”, añadió.
Al ver el estado en el que se encontraba, Carmen pensó varias ocasiones en el suicidio. Pero ahora está motivada y forma parte del colectivo “Resurgiendo”, para prevenir a las mujeres sobre la violencia de género.
Se ha sumado a la lucha contra las agresiones y también contra la impunidad de la cual fue víctima. “El ácido no tocó lo que él quería. No me he reconstruido por fuera pero sí por dentro” dijo Carmen.
Este tipo de ataques son frecuentes en lugares como la India, Reino Unido y Colombia, debido a la facilidad para tener acceso a sustancias corrosivas. No se requieren permisos ni licencias especiales para comprar, incluso puede ser por internet y sin registro de la identificación de quien lo adquiera.
En el caso de México, la regulación de este tipo de sustancias tampoco está del todo clara. A raíz de varios ataques de este tipo, el Congreso de la Ciudad presentó una iniciativa para regular la venta, distribución y almacenamiento de ácidos como el sulfúrico, clorhídrico y nítrico, entre otros.
Estos químicos, son usados en varias industrias, pero también provocan lesiones graves cuando se arrojan a mujeres, niñas y varones para desfigurar su rostro. También están involucradas en casos de crímenes como disolver restos humanos o para elaborar drogas sintéticas, como las metanfetaminas.
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