Actualmente, hablar de un policía, uniformado o cualquier corporación de seguridad, comúnmente se está relacionado con abusos, corrupción o hasta delincuencia, a diferencia de la década de los 50´s cuando existía el Servicio Secreto Mexicano, el cual era considerado a nivel internacional como una de las mejores policías del mundo.
Durante esa época, los agentes de otros países eran enviados para ser capacitados por dicho Servicio, situación que con su extinción y al paso del tiempo cambió pues ahora la mejor carta de presentación es que los elementos policiacos sean enviados a cursos en el extranjero.
En 1917, debido al crecimiento de la población de la ahora Ciudad de México, fue creada la Comisión de Seguridad del Distrito Federal, 21 años después, en 1938 cambió su nombre al de Servicio Secreto Mexicano, denominación que prevaleció hasta la presidencia de López Portillo, quien ordenó la extinción de la institución para dar paso a la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia.
Se podría decir que el Servicio Secreto Mexicano fue la época dorada de los grandes investigadores, quienes siempre vestían de manera elegante ya que eran obligados a usar traje, gabardina y sombrero; atuendo que podían dejar de lado cuando trabajaban de encubiertos para seguir la pista de algún caso.
Por ello, era común enterarse de que algún detective se vestía como comerciante, pordiosero, albañil o cualquier otro tipo de personaje que pudiese estar relacionado con el asunto que investigaban. Los integrantes del Servicio eran personas respetadas y algunas veces hasta temidas, eran los tiempos en que la policía estaba por encima de cualquier banda de delincuentes.
El cuartel se localizaba atrás del viejo edificio de la Lotería Nacional. Las celdas para los detenidos se encontraban en los sótanos. El tiempo mínimo que los capturados pasaban ahí era de 15 días, así hubiesen cometido un delito menor.
El esclarecimiento y detención del primer asesino serial en México, Gregorio Cárdenas Hernández “El Estrangulador de Tacuba” quien después de invitar a salir a jóvenes y mantener relaciones sexuales las estrangulaba con un cordón y se deshacía de su cadáver, estuvo a cargo de esta organización.
Los casos de Higinio Sobera de la Flor, “El Pelón” otro asesino serial considerado como uno de los más peligrosos psicópatas de la época y el de Santiago Reyes Quezada, “El Capitán Fantasma”, famoso por sus fugas; fueron otros de los asuntos resueltos por el Servicio Secreto Mexicano.