La ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Sinaloa, también conocida como Ley Antichancla, pretende acabar con la idea equivocada de que una nalgada a tiempo siempre es necesaria.
El Congreso de Sinaloa aprobó hoy el dictamen que prohíbe a los adultos que ejerzan la patria potestad, tutela o guarda y custodia de los menores, ejercer cualquier tipo de castigo corporal.
El Pleno aprobó el dictamen de la Comisión de Equidad, Género y Familia que armoniza la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Sinaloa, con la legislación general.
Este dictamen quiere enfatizar que la violencia familiar no se justifica en ningún caso como una forma de educación hacia el menor, pues en vez de formar, daña la dignidad humana y el derecho del niño a ser protegido en su integridad personal.
Los niños son un grupo vulnerable que está en mayor riesgo de sufrir de discriminación, disminución o negación de sus derechos fundamentales por lo que este dictamen busca precisar sus derechos en cuanto a los castigos.
Anteriormente, el Artículo 83 de la ley vigente ya establecía las obligaciones de quienes ejercen la patria potestad, de niñas, niños o adolescentes.
El dictamen aprobado por la Comisión de Equidad, Género y Familia tuvo su primera lectura en la sesión de este martes 30 de julio y aprobado este 31 de julio
Una nalgada a tiempo no es necesaria
En México seis de cada 10 niños y adolescentes, de uno a 14 años, han sufrido algún método violento de disciplina, uno de cada dos ha sufrido presión psicológica por algún miembro de la familia y uno de cada 15 ha recibido alguna forma severa de castigo, afirmó Gabriela Ruiz Serrano, especialista de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
La especialista advierte que la niñez mexicana enfrenta entornos difíciles al exterior y al interior de sus hogares, pues dentro de la familia pueden vivir una violencia sistematizada.
Suele pensarse que la disciplina violenta en el hogar es un concepto amplio que abarca múltiples formas, por lo que su diferenciación es más compleja, pues no sólo hacen uso de ella los padres y tutores, sino hermanos, abuelos y tíos, entre otros.
El problema es que hay una perspectiva ‘adultocentrista’, que coloca a los pequeños en condiciones de inferioridad, que de alguna manera han legitimado los estilos de crianza que hemos repetido generacionalmente, dijo Ruiz Serrano.
El imaginario cotidiano cree que un golpe puede transformar el comportamiento; pero estudios muestran que en realidad sucede lo contrario: “el golpe no corrige el comportamiento, se instala en la memoria y hace proclive a repetir estos patrones de violencia, pues hay un impacto a nivel neurológico cuando éste se da de forma sistemática”, comentó la especialista.