Contrario a lo que se cree, esperar dos horas después de comer para poder nadar puede ser contraproducente para los niños.
Comienzan las vacaciones y con ello los hábitos de los pequeños cambian. Los padres buscan actividades para ocupar a los niños durante el periodo de descanso que tienen, justo antes, de comenzar un nuevo ciclo escolar.
En este caso los lugares con actividades acuáticas se vuelven fundamentales en el entretenimiento de los niños. Este es el momento donde se aplica la enseñanza de los abuelos – dejar pasar dos horas después de comer para volver entrar al agua-.
En un artículo publicado por el pediatra Jesús Martínez, en el periódico El País, comenta que esas dos horas de espera para regresar al agua, sin tener algún malestar, es una falsa técnica ancestral.
Retomemos un ejemplo expuesto por el pediatra Martínez: un niño que ha comido poco, es obligado a permanecer dos horas reposando antes de regresar a jugar al mar. Mientras tanto está bajo el rayo del sol haciendo castillos de arena junto a su padre. Cada cinco minutos el pequeño pregunta, cuánto tiempo falta.
Por fin acaba la espera, pasaron las dos horas (120 minutos o 7 mil 200 segundos), tanto padre como hijo salen corriendo directo al mar… en ese momento ambos se sienten mal.
Pero, ¿por qué paso esto, si esperaron el “tiempo reglamentario” para poder volver al agua?
El pediatra Martínez explicó que el problema no es comer y esperar a hacer digestión, realmente lo que uno debe cuidar es que no haya un choque brusco de temperatura, ya que un cuerpo acalorado al entrar en contacto con agua, de distinto temple, puede ocasionar un shock con mareo y desmayo.
Entonces, si se acaba de comer y se está acalorado, lo primero que se debe hacer es bajar la temperatura corporal, comenzando por las extremidades (brazos, piernas), después cuello, cabeza y así poco a poco todo el cuerpo. De igual manera, al momento de meterse al agua, será de forma lenta, permaneciendo un rato en la parte donde el líquido vital no cubra por completo el cuerpo (esto con el fin de irse ambientando).
Sin embargo, a la más mínima sensación de náusea, mareo, visión borrosa o cualquier otro malestar, se debe salir lo más pronto posible de la alberca o mar.
En conclusión, reposar dos horas para hacer la digestión puede ser contraproducente si se aprovecha ese tiempo para tomar el sol o realizar cualquier actividad que aumente demasiado la temperatura en el cuerpo y luego se salga corriendo para adentrarse en el agua.
“No hay porque sufrir el castigo de la espera, pero al entrar al agua se hace con prudencia”, escribió el pediatra Jesús Martínez.
Síguenos en redes sociales
Facebook: Datanoticias
Twitter: @datanoticias