La cuenta de Instagram de Arii, una joven estadounidense considerada “Influencer” tiene más de 2 millones 639 mil de seguidores con tan sólo 142 publicaciones, en contexto, el perfil oficial del Presidente Andrés Manuel López Obrador cuenta con apenas 378 mil followers.
Aún con esa cantidad de seguidores Arii no fue capaz de vender 36 camisetas a su público, por lo que se pone en duda si realmente sus número reflejan una influencia real a posibles compradores de los productos que promociona en su cuenta.
En una publicación Arii se quejó del poco interés de sus seguidores por su marca de ropa, pues no pudo vender el mínimo requerido de camisetas para hacer el primer envío de esta nueva línea de moda.
Se queja de sus seguidores
El ‘reproche’ a sus seguidores fue a través de una foto que ya no aparece en su perfil, pero que circuló a manera de captura por la red. El mensaje muestra un claro regaño a su comunidad que decía apoyarla, pero en el momento de la verdad la ignoraron.
Los puntos más relevantes de esta carta son:
- “Para la sesión de fotos he tenido que traer de fuera a un fotógrafo y un maquillador, lo he tenido que planear con semanas de antelación”.
- “Para que yo pueda encargar y fabricar mis productos (incluso para poder seguir trabajando con ellos), tengo que vender al menos 36 piezas”.
- “Por lo visto me he vuelto súper irrelevante, así que sabía que iba a ser difícil, pero me estaban dando tan buen feedback que pensé que a la gente le gustaba y lo compraría”.
- “Nadie mantuvo su palabra así que la empresa no va a poder atender los pedidos de la gente que sí que hizo alguna compra y me rompe el corazón”.
- “Esto no es el final de mi marca, sólo es un bache”.
¿Los influencers realmente venden?
El pedido que la influencer Arii logró acumular fue de tan sólo 27 unidades, ni siquiera representa el 1% de sus seguidores.
Diferentes medios como El Comercio o El Mundo han hecho análisis sobre si las empresas deberían seguir promocionando sus marcas a través de los diferentes influencers.
Un artículo firmado por Rodrigo Terraza publicado en elmundo.es señala que el primer factor que las empresas ven para contratar a un influencer es precisamente el tamaño de su comunidad, pero se han registrado casos en donde a pesar de los millones de seguidores que pueden tener no siempre se obtienen las ventas esperadas.
Algunas de las razones que se explican son que los posteos de los jóvenes utilizando los productos de la marca, como ropa, lentes, maquillaje o accesorios, suelen verse muy forzados entre las publicaciones habituales de estos “embajadores de marca”.
Por ello se están reformulando las estrategias de marketing para dejar de lado a los influencers de millones de seguidores y con enorme fama, por personas con una comunidad mucho más pequeña, pero con un impacto real en ciertos estratos.
Lo anterior se refiere a que las marcas están volteando a ver a personas más “reales”, que efectivamente influyen en pequeños estratos sociales. Esto se traduce a ventas menores pero seguras.
En un artículo en el New Yorker se señala que desde hace tiempo los expertos en comunicación advierten que las redes sociales cambian opinión, pero no hacen que la gente salga a la calle o realice acciones a partir de lo que dicen en sus cuentas.
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