El cirujano Walter Kunz Martínez motivado por hacer un cambio en la problemática de diabetes mellitus, que afecta a millones de mexicanos, desarrolló la Bipartición del Tránsito Intestinal (BTI).
Esta cirugía practicada en el Hospital General de San Juan del Río (HGSJR) en Querétaro ha permitido a 62% de los pacientes sometidos a ella dejar de tomar medicamentos para controlar la enfermedad.
Los diabéticos tipo dos son quienes más pueden beneficiarse del tratamiento. La BTI es resultado de una modificación de técnicas quirúrgicas existentes y ha permitido reducir costos entre un 60-70% comparado con otras operaciones que favorecen el control del padecimiento.
La diabetes mellitus es una enfermedad crónico degenerativa que puede provocar amputaciones, ceguera y fallos renales. Fue la segunda causa de muerte en 2017 en México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Aunque no es curable, quienes la padecen pueden controlarla con medicamentos y cirugías, incluso pueden alcanzar un estado de remisión en el que no requerirán antidiabéticos.
Aunque los tratamientos quirúrgicos son eficaces, es reducido el número de pacientes que los recibe. Esto se debe al desconocimiento de los médicos o a limitaciones económicas.
Para afrontar estas dificultades, el especialista en cirugía endócrina, Walter Kunz Martínez, “tropicalizó” técnicas existentes para hacer un procedimiento más barato que se adecuara a la realidad económica en México.
Fue así como desarrolló la Bipartición del Tránsito Intestinal (BTI), una cirugía que no es de alto riesgo, es fácilmente reproducible en hospitales de segundo nivel (que no son de alta especialidad) y que requiere menos control postoperatorio.
¿Cómo es la Bipartición del Tránsito Intestinal?
La BTI es un tipo de cirugía metabólica. Estas operaciones pretenden, mediante modificaciones anatómicas controlar enfermedades crónicas como diabetes, problemas de colesterol y otros.
Estos procedimientos son una rama de las cirugías bariátricas, diseñadas para bajar de peso al paciente independientemente de sus enfermedades metabólicas.
La BTI consiste en unir la parte inicial y final del intestino delgado, a cada paciente se le realiza una medición del intestino para saber en qué punto hacer la unión.
Se forma un “atajo” por el que después de comer pasarán los alimentos; también lo harán por el trayecto intestinal normal.
Esto favorecerá que la parte final del intestino delgado entre en contacto temprano con los nutrientes que proporcionan los alimentos, se estimulará y producirá hormonas incretinas.
Estas hormonas, que funcionan como mensajeras químicas, incitarán al páncreas a secretar más insulina, la cual regula el nivel de azúcar (o glucosa) en la sangre.
Además de aumentar la producción de insulina, la BTI promoverá cambios en el comportamiento de ácidos biliares (proteínas que ayudan a procesar alimentos) y bacterias que están en el intestino. Estos ejes de acción mejorarán el control de azúcar en el paciente.
Las mangas gástricas y bypass gástrico, son otras operaciones eficaces para el control de diabetes mellitus, pero al ser procedimientos restrictivos, producen malabsorción de nutrientes por lo que los pacientes deberán obtenerlos de forma externa. Para realizarlos se requiere un elevado grado de especialización y el material requerido es costoso.
Se usan engrapadoras quirúrgicas y los disparos de grapas cuestan entre 5 y 10 mil pesos. La BTI es 60-70% más barata que dichas operaciones.
¿Qué pasa después de la cirugía?
Walter Kunz enfatiza que la BTI solo se practica en el Hospital General de San Juan del Río (HGSJR) en Querétaro, donde él es jefe del Departamento de Cirugía Metabólica y Endocrinología.
Ahí se han realizado alrededor de 60 operaciones, pero sólo 30 casos han tenido seguimiento por más de un año, de estos, 62% está en remisión, es decir sus niveles de azúcar están bajo control sin que necesiten medicamentos.
En el HGSJR, hospital público, los pacientes han pagado entre 500 y 3 mil pesos para recibir la operación. La variación del costo ha sido según el resultado del estudio socioeconómico que se les realiza. En el sector privado el precio podría ir de los 60 a los 120 mil pesos; depende de si se practica mediante cirugía abierta (tradicional) o en modalidad miniinvasiva (laparoscópica).
En opinión de Kunz Martínez, la BTI puede verse como una inversión, que reducirá costos y aumentará la satisfacción de los usuarios.
Los diabéticos tipo 2 son los pacientes a quien más beneficia la BTI pues tienen más posibilidades de entrar en un estado de remisión completa.
Metabólicamente estas personas presentan niveles de colesterol y triglicéridos elevados; la bipartición intestinal también les permitiría controlarlos.
Aunque la remisión, después de recibir la BTI, no es un objetivo probable para diabéticos tipo 1 y otras variedades como la autoinmune latente del adulto (LADA por sus siglas en inglés) el tratamiento en estos casos puede volverse más sencillo, puede reducirse la medicación, las complicaciones de la enfermedad pueden reducirse y ser menos intensas.
¿Y los beneficios?
Toda cirugía supone un riesgo, por eso cada caso debe ser evaluado detalladamente para definir qué puede ofrecérsele a los pacientes y analizar si esto empata con lo que ellos esperan.
Los resultados son variables en cada paciente; dependerán entre otros factores de la edad, el uso de medicamentos y las complicaciones microvasculares o renales que se tengan.
Entre menos tiempo de diabéticos y más jóvenes sean las personas, los resultados serán mejores; la BTI no ha sido aplicada en menores de edad.
No pueden ser sometidos a la bipartición intestinal quienes han tenido cirugía abdominal, recibido quimioterapia introabdominal o pélvica y aquellos a quienes se les ha quitado un pedazo de intestino.
Después de la BTI, los pacientes deben estar en constante monitoreo médico. Habitualmente se van a casa sin el uso de insulinas y con metformina (antidiabético) recetada.
Después se realizan revisiones cada tres meses; se toman controles de hemoglobina glicada, para ver el comportamiento del azúcar. Entre el sexto y noveno mes, aproximadamente, los niveles de glucosa tienden a la baja.
El acompañamiento médico es necesario pues no puede asegurarse que la enfermedad pueda volver en un futuro; también se necesita dieta apropiada y actividad física constante.
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