Judith González iba en el turno de la tarde al entrar a primer semestre. Sus clases acababan a las nueve de la noche. En una ocasión al salir del plantel y antes de llegar al semáforo frente a la estación del metrobús, un hombre se le acercó y le pidió que entregara su celular. A pesar de dárselo, el sujeto que emanaba un fuerte olor a solvente, la atacó con una navaja.
“Pasé una semana en el hospital porque la herida fue de gravedad, en el abdomen del lado derecho. Presenté la denuncia pero la policía me dijo que no podía hacer nada porque las cámaras de la zona no lo habían captado y no había registro de los hechos. También las autoridades del plantel lo supieron y no hicieron nada para mejorar la seguridad”, añade.
Por este incidente, además de los otros tres casos que ya tiene el CCH Oriente, Judith ya hizo su examen para estudiar Mercadotecnia en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. “Yo no soy de la ciudad, nunca me adapté aquí. Por tanta inseguridad prefiero irme, en lugar de seguirme arriesgando”.
Ella no es la única que lo percibe así. Tanto Rafael como Hendrik, compañeros también de sexto semestre, coinciden en que no se sienten seguros en el plantel. Aunque para ellos no es un impedimento seguir estudiando en la UNAM, sí les gustaría que el CCH mejorara sus medidas de seguridad para generaciones futuras.
Rafael Márquez asegura que sus padres le han pedido ser más precavido y estar atento en su camino a la escuela. Aunque también siente miedo de la inseguridad en la zona, no ha pensado en cambiarse de escuela por este motivo.
“He escuchado comentarios de mis compañeros que se sienten inseguros por la zona en la que está ubicada el plantel ya que las colonias de aquí al lado, incluyendo la avenida de atrás, en las mañanas es un poco peligrosa. Hay muchos callejones y no hay luz, la gente se queja, dicen que los asaltan, les quitan sus cosas, incluso a muchos los han navajeado o empistolado”, dice Rafael.
Algunas de las acciones tomadas por el plantel han sido poner patrullas a las afueras del recinto, pero la delincuencia ha aumentado a pesar de la presencia policiaca. Los tres alumnos coinciden en que una de las razones por las cuales la inseguridad se ha incrementado es porque cualquier persona puede ingresar a las instalaciones después de las nueve de la mañana, debido a que no a todos les piden credencial, sólo basta presentar alguna tira de materias.
Reconocen que es durante las asambleas cuando llega más gente externa, aunque también han visto a personas extrañas en los salones. Asumen que son egresados o conocidos de los alumnos, pero algunos introducen drogas o alcohol.
“Yo sí me siento con miedo porque alguien puede llegar y matarte dentro del plantel, eso es una realidad. Se está analizando la propuesta de poner torniquetes, un detector de metales y pedir la credencial para que si no eres alumno no puedas entrar. Pero históricamente hay un grupo de alumnos que no lo permite, pues dicen que la universidad debe ser abierta para todo público. Pero lamentablemente en estos tiempos la violencia ya nos rebasó”, lamenta Hendrik.