En las postrimerías del sexenio del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) circula en librerías, en medios académicos y periodísticos un texto por demás peculiar por su contenido, y cuyo título es en sí mismo detonador de múltiples interpretaciones: Ternuritas. El linchamiento lingüístico de AMLO (2023), del investigador y doctor en filosofía David Bak Geler (México, 1982) por la New School for Social Research de la Universidad de Nueva York, en los Estados Unidos de América.
Se trata de un pequeño volumen de menos de 200 cuartillas en el que el autor presenta las conclusiones a las que llega después de analizar cientos de notas periodísticas, columnas e incluso algunos libros en los que diversos intelectuales, académic@s y periodistas de diversos medios nacionales, a su vez, examinan el lenguaje y vocabulario empleados por el titular del poder Ejecutivo del país, en un intento por comprender su popularidad y respaldo político entre la sociedad mexicana.
Lo interesante de este trabajo de David Bak es el enfoque, la metodología y las herramientas de análisis empleadas, pues recurre a teóricos de la sociolingüística, de la sociología del lenguaje, de la filosofía del lenguaje ordinario y de autores tan reconocidos en el ámbito académico como Pierre Bourdieu, Michel Foucault, Roland Barthes, Judith Butler, Mijail Bajtín, Winttgenstein y Austin, entre otros. Asimismo, hace referencia a ejercicios discursivos semejantes al suyo realizados recientemente en México y Perú, con lo que enfatiza la pertinencia y utilidad de estos planteamientos interdisciplinarios para entender la realidad actual.
Contrario a lo que podría pensarse por lo arriba señalado, Ternuritas. El linchamiento lingüístico de AMLO es un texto divertido y de fácil comprensión, escrito con humor y con un manejo didáctico de las palabras clave con las que el escritor logra comunicar sus hallazgos —traducción, colonialismo, resignificar, racionalidad, repetición, insulto, pluralidad, entre otras—. En este sentido, resulta muy eficaz el hecho de que sea un texto ilustrado por los caricaturistas políticos Hernández y Rapé.
La conclusión más relevante del análisis que David Geler realiza es que en la mayoría de los medios de comunicación masivos, y también en redes sociales, prevalece un “linchamiento lingüístico” del lenguaje y vocabulario que caracterizan el habla del presidente de México, según sus detractores, carece de racionalidad, “está lleno de trucos verbales, pasionales, mágicos, atavismos y ocurrencias”, es decir, es un uso incorrecto del español. No obstante, apunta el también docente de la Universidad de Guadalajara, “la realidad es que no hay dos lenguajes, uno formal o correcto y otro informal o incorrecto. En la sociedad, en momentos y lugares específicos, conviven una enorme pluralidad de vocabularios, entre los que es imposible encontrar uno ´normal´o ´típico´”.
Según los “agentes del lenguaje único”, como denomina el autor a los críticos de AMLO, ellos son los “administradores exclusivos de la razón”, cuando en los hechos esta actitud se puede entender como una discriminación lingüística que suele hacerse extensiva a las formas diversas de hablar el español. “Un único español correcto condena a los otros repertorios lingüísticos a ser jocosos, ocurrentes o graciosos en el mejor de los casos, y bárbaros o salvajes cuando lo que está en juego son cuestiones como ¿con qué palabras se puede participar en el discurso político? ¿qué lenguajes sirven para producir y comunicar conocimiento? ¿quién tiene derecho a hablar?”
Para este filósofo del lenguaje, el éxito y la popularidad alcanzada por el aún presidente de México se debe a que López Obrador ha logrado resignificar y traducir el lenguaje y las palabras que usa con el propósito de activar y movilizar a sus oyentes. Se trata de una lucha por reivindicar los diversos vocabularios que circulan socialmente, pues “reconocer el valor de los vocabularios de los otros” es tanto como reconocer que las vidas de esos otros son valiosas en sí mismas.
Especial atención tiene el análisis de “la mañanera” como un género discursivo creado por el primer mandatario para comunicarse con sus representados. “No es precisamente un Informe, una conferencia, una comparecencia ante el Congreso, una rueda de prensa, un programa radiofónico o una clase universitaria de historia de México, aunque guarda con todas esas prácticas parecidos de familia y retoma de ellas convenciones o reglas”. En síntesis, considera David Bak, “la mañanera es uno de esos géneros mixtos y heterogéneos” en los que a diario se establece una lucha agonística [en disputa] por los vocabularios, y donde las palabras se han vuelto un campo de batalla democrático. @NohemyGarcaDual