Es un gran artista, pero no pinta cuadros. Es conocido y reconocido en el mundo del arte por sus creaciones que rompen el molde de lo que tradicionalmente se considera una obra de arte, pues sus herramientas de trabajo y materias primas no son los pinceles, el lienzo sobre un caballete ni las pinturas al óleo. Y, sin embargo, Damián Ortega es uno de los artistas mexicanos contemporáneos con más trayectoria y prestigio a nivel internacional gracias a sus dotes innovadoras para transformar objetos cotidianos en obras de arte. O dicho con sus propias palabras: “intervengo la realidad de lo que ya está ahí”.
De formación autodidacta, Damián Ortega (Ciudad de México, 1967) saltó a la fama a finales de los años noventa del siglo XX, en particular, con su obra The Cosmic Thing (2002), presentada en la 50 Bienal de Arte de Venecia. Se trataba de un auto Volkswagen sedán de tamaño natural con sus piezas separadas y suspendidas del techo —la deconstrucción de un coche que desafía la gravedad—, que puesto en ese espacio y contexto transformó su significado original de una mercancía automotora de origen alemán, a una obra de arte conceptual que enfatiza el trabajo industrial propio de la modernidad capitalista.
Esa capacidad de experimentar con diferentes medios y técnicas para transformar objetos cotidianos en obras de arte le han valido a Damián Ortega un merecido lugar entre los artistas contemporáneos más influyentes de su generación. En esta ocasión, y por primera vez, en México se hace una exposición retrospectiva de su trayectoria artística desarrollada principalmente en el extranjero.
La muestra se titula Pico y elote, se inauguró el 10 de abril del año en curso en el Palacio de Bellas Artes, y debido a su éxito de público expendió su fecha de cierre al 28 de julio de 2024. En ella se presentan más de 80 obras —instalaciones de gran formato, esculturas, fotografías, películas y tejidos— representativas de su trayectoria artística. Originalmente, la exposición se presentó en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) y en ambos casos la curaduría estuvo a cargo de José Chong Cuy, actual director ejecutivo y comisario en jefe de la Galería de Arte de Nueva York, Storefront for Art and Architecture, dedicada a la promoción de posiciones artísticas novedosas.
La exhibición ocupa varias salas y espacios abiertos del Museo de Bellas Artes debido a que algunas de las obras más reconocidas del artista son de gran formato, mientras otras se integran por creaciones escultóricas en serie moldeadas con materias primas como barro del estado de Oaxaca, u orgánicas propias de la región mesoamericana como el maíz, el elote y la mazorca. En contraste, la exposición también da cuenta de aquellas creaciones en las que Ortega emplea materiales industriales como el plástico, la varilla o el vidrio, entre otros materiales de construcción industrial, para la creación de sus obras de arte.
La propuesta narrativa que el curador nos ofrece para explorar el mundo artístico de Damián Ortega se divide en tres partes: Cosechar, Ensamblar y Colapsar. En la primera, como su nombre deja adivinar, se muestran objetos de arte creados a partir de granos de maíz y de enfatizar a la agricultura como una de las actividades prioritarias de la economía global. Algunas de las obras relevantes de esta sección son Módulo de construcción con tortillas (1998) y Elote clasificado (2005).
En la segunda sección de la exposición se aprecian los intereses del artista por explorar objetos y herramientas cuyo sentido original sirven de motivación para crear una obra de arte que provoque en el público una reflexión crítica al respecto. Es el caso de dos de sus instalaciones más famosas: Cosmic Thing [Objeto cósmico] (2002) y Controller of the Universe [Controlador del universo] (2007). Esta última, por ejemplo, ocupa una sala completa en la que se ven decenas de herramientas —picos, palas, tijeras, serruchos, entre otros— suspendidas del techo y que en conjunto su colocación en el espacio da la idea de una supuesta explosión, con un espacio vacío en el centro, donde el espectador puede colocarse y desde ahí visualizar la perspectiva de las piezas dirigidas hacia afuera. O también, el público tiene la posibilidad de rodear la instalación y apreciar las distintas perspectivas de la composición a medida que hace el recorrido.
La tercera y última sección de la exposición —Colapsar—, alude a los peligros de la era industrial y su impacto en los países del Sur global, derivados de malas prácticas en el uso de la tecnología, en el contexto de un modo de producción capitalista generalizado en la época actual. Una de las creaciones artísticas más famosas de Damián Ortega es la llamada Movimiento en falso (estabilidad y crecimiento económico) (2003), que alude precisamente a dichos riesgos. Se trata de una obra compuesta por tres barriles de petróleo, apilados uno sobre otro, pero unidos sólo en un pequeño punto de base, lo que da la idea de ser una columna zigzagueante e inestable.
En conjunto, las tres secciones construyen una iniciativa estética que invita a reflexionar sobre las formas de producción de nuestra sociedad: el tránsito de las modalidades más simples y naturales a otras más complejas e industrializadas. En el camino, esta relación del hombre con la naturaleza ha ocasionado efectos negativos y, en ocasiones incluso devastadores para el planeta.
Finalmente, y a modo de cierre, esta exposición de Damián Ortega es lúdica y novedosa para el público mexicano en general, pero más aún para quienes no estén familiarizados con las corrientes artísticas contemporáneas del arte conceptual. Por ello, a mis lector@s les hago una abierta invitación a que disfruten de esta inusual muestra de arte de gran calidad, tanto por las piezas reunidas como por la oportunidad que representa para que los asistentes a la misma se diviertan y experimenten con los emociones que esta muestra les provoque anímicamente Como dijo el propio Damián en una entrevista para el MARCO: “yo creo que el público debe reaccionar con libertad, con gusto de ver algo, la [exposición] invita a conocer a un artista que tuvo alguna idea, pero la gente es libre de interpretarlo como quiera, (…) es un juego. (…) La interacción con las obras es verlas, pensarlas, reflexionarlas y disfrutarlas u odiarlas. Como quieran ¿no?” @NohemyGarcaDual
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