El 3 de junio de 1924 murió el escritor checo Franz Kafka, a los 41 años de edad, víctima de una tuberculosis pulmonar —diagnosticada desde su temprana juventud— y sin que el mundo descubriera sus extraordinarias dotes literarias. A cien años de este acontecimiento luctuoso, le dedicamos esta colaboración en homenaje a su calidad creativa y por ser, según la crítica especializada, uno de los escritores más representativos del siglo XX y principios del XXI.
Su literatura es considerada un reflejo del estado de ánimo y de las inseguridades existenciales en que viven muchos de los seres humanos de las sociedades de nuestro tiempo, esto es, del malestar social de la modernidad, por lo que hoy en día a Kafka se le ve como un escritor cuyos personajes se caracterizan por tener una vida llena de angustias y sentimientos de culpa.
La obra de este escritor checo salió a la luz pública después de su muerte, en la década de los treinta del siglo XX, gracias a que su amigo y albacea, Max Brod, desoyó los deseos del autor de que sus manuscritos fueran destruidos. Su fama se extendió después de la Segunda Guerra Mundial, primero en Austria y Alemania, luego en Francia, Inglaterra y España, y finalmente en América Latina, debido a las traducciones hechas por editoriales argentinas.
¿Quién no ha leído o ha oído hablar de Metamorfosis ? Novela corta en el que un día el personaje central, Gregorio Samsa, despierta “después de un sueño agitado (…) convertido en un insecto monstruoso. Estaba echado sobre su quinoso caparazón de su espalda, y al levantar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, (…) innumerables patas, (…) [que] ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia.”
¿Quién no alguna vez se ha sentido atrapado en las redes de la burocracia como los personajes de las novelas El proceso, El Castillo y el cuento En la colonia penitenciaria, condenados a sufrir una pena de muerte y sin que en verdad nadie sepa la causa de tal castigo, por qué, ni cómo es que se llegó a tal veredicto? Franz Kafka logró plasmar tal irracionalidad una y otra vez en sus creaciones literarias, según ejemplificamos en el párrafo siguiente tomado del cuento arriba citado, y en el que se establece un diálogo absurdo ante la lógica del viajero, aunque no así desde la perspectiva del juez.
“[El condenado] ¿conoce su sentencia? No, repuso el oficial, y ya iba a continuar con sus explicaciones, pero el viajero lo interrumpió: ¿no conoce su propia sentencia? No, repitió en oficial, (…) sería inútil comunicársela. Ya la conocerá en su propio cuerpo. (…) Pero sí sabrá que ha sido condenado, ¿verdad? Tampoco, dijo el oficial, (…) ¿entonces tampoco sabrá cómo fue asumida su defensa, (…) No ha tenido ninguna oportunidad de defenderse, dijo el oficial. (…) Yo he sido nombrado juez aquí, en la colonia penitenciaria. (…) El principio por el cual me rijo es: la culpa está siempre fuera de duda.”
El estilo literario del autor checo-judío, pero que escribió en lengua alemana, se distingue por recrear personajes que se sienten perdidos en circunstancias que no controlan, en realidades hostiles que los vuelven infelices e inseguros. Se trata de individuos indefensos que no encajan socialmente, que no entienden el orden ni las reglas en las que se mueven los actores sociales. De ahí que sean individuos ensimismados y tímidos. Sus relaciones con el poder, sea en el ámbito privado o familiar —padre— o público —alguna autoridad representante del Estado— siempre resultan conflictivas, lo que irremediablemente desemboca en una permanente sensación de vivir en un entorno absurdo cuya lógica está más allá de su comprensión.
El término kafkiano, tan difundido en nuestro tiempo, hace referencia precisamente a una noción o condición humana en la que la gente se siente abrumada por la burocracia, el papeleo y los trámites que debe realizar en su vida cotidiana sin tener claridad de la lógica a que obedecen esos procesos. También hace referencia a relaciones de poder en las que se oculta o ignora quien ocupa la máxima jerarquía, por lo que los personajes se sienten atrapados en situaciones laberínticas, complejas y contradictorias de las que no pueden o no saben cómo escapar.
Según los biógrafos del escritor checo, su corta vida estuvo marcada desde la infancia por muchos de los sentimientos que encarnan sus personajes centrales, en particular, una relación conflictiva y de desamor con su padre, lo cual se constata en el texto titulado Carta al padre. Aquí un extracto. “ Hace poco me preguntaste porque afirmaba yo que te tengo miedo. Como de costumbre no supe contestarte nada, en parte precisamente por el miedo que te tengo, y en parte porque en la argumentación de ese miedo entran muchos detalles. (…) Como padre has sido demasiado fuerte para mí, más aún porque mis hermanos murieron siendo niños pequeños, y las hermanas vinieron sólo mucho más tarde, de modo que tuve que soportar completamente solo el primer embate, y me encontraba muy débil, demasiado débil para ello. (…) Tú puedes tratar a un niño solamente como tú mismo estás hecho: con fuerza, alboroto e iracundia, y esto te parecía más adecuado aún para el caso, ya que querías educar en mi a un muchacho fuerte y valiente. (…) Pues en verdad ya estaba yo aplastado por tu mero físico. Recuerdo, por ejemplo, cómo nos desnudábamos frecuentemente en una casilla de baño. Yo flaco, débil, angosto; tú fuerte, grande, ancho. (…) Me veía miserable, y no solamente frente a ti, sino frente al mundo entero, porque tú eras para mí la medida de todas las cosas.”
Este testimonio literario refrenda la sentencia tan conocida en el ámbito pedagógico de que infancia es destino, sin embargo, en el caso de Franz Kafka la literatura fue la alternativa por la que este autor sublimó sus inquietudes y pensamientos más íntimos en torno a la naturaleza humana: lo personal tratado de manera universal. De ahí que, en los primeros cien años de su fallecimiento, lo recordemos como uno de los escritores más genuinos y representativos de la literatura contemporánea. Y el mejor homenaje que se le puede hacer a este autor es seguir leyendo sus obras.@NohemyGarcaDual
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