BASILEA – El sistema financiero está listo para dar un gran salto hacia adelante. Es hora de explorar nuevas fronteras. Prevemos un tiempo en el que solicitar un crédito hipotecario o un pequeño préstamo comercial podría ser tan fácil como mandarle un mensaje de texto a un amigo o reservar una habitación de hotel por Internet.
Se han hechos algunos progresos en materia de tecnología que permiten este tipo de nueva realidad, tal como demuestra la proliferación de aplicaciones de pago móvil. Pero transformar los servicios financieros exigirá crear un sistema completamente nuevo para igualar los avances hechos en las comunicaciones desde la llegada de Internet y de los teléfonos inteligentes. Después de todo, los teléfonos móviles de hoy son computadoras potentes, así que sería un desperdicio no maximizar su uso.
Con este objetivo, hemos recurrido a nuestra experiencia conjunta en economía y tecnología para ofrecer un modelo para la arquitectura financiera futura. Lo que llamamos “Finternet” es una visión de múltiples ecosistemas financieros que se conectan entre sí, muy parecido a lo que sucede con Internet, para permitir que individuos y empresas puedan ejercer un control pleno sobre sus vidas financieras. Avizoramos un mundo en el que la gente y las empresas puedan usar cualquier dispositivo para transferir cualquier activo financiero -sin importar la cantidad- a cualquiera en el mundo. Estas transacciones serían baratas, seguras, prácticamente instantáneas, y estarían a disposición de todos.
Este nuevo sistema sería particularmente importante para las economías emergentes y en desarrollo, donde siguen existiendo grandes brechas en el acceso a los servicios financieros, a pesar de los esfuerzos por impulsar la inclusión. Muchos servicios directamente no están disponibles, o no de manera generalizada, en especial en el caso de personas que viven en zonas remotas y con bajos ingresos. Y aún cuando la gente puede acceder a productos financieros, usarlos muchas veces resulta costoso y lento.
Los avances importantes de los últimos años le han allanado el camino a Finternet. Un ejemplo es la tokenización, por la cual los tokens que representan activos digitales pueden identificar la titularidad y las reglas aplicables de manera excepcional. Otro son los libros mayores programables, las plataformas digitales que combinan las funciones de mantenimiento de registros de las bases de datos tradicionales con los acuerdos de gobernanza requeridos para actualizarlos.
Para poner en valor la innovación financiera y construir una red fluida e interconectada, debemos combinar todos estos elementos y derribar las barreras y los silos del sistema financiero actual. Específicamente, unir diferentes activos tokenizados en libros mayores programables unificados reduciría drásticamente la necesidad de procesos extensos de mensajes, compensación y pago que generan costos adicionales, insumen más tiempo y limitan el acceso al crédito y a otros servicios financieros.
Los libros mayores unificados también permitirían “contratos inteligentes”, que pueden gatillar una acción -por ejemplo, transferir el título de una casa- si se cumplen condiciones preestablecidas. Hasta podrían unir varias transacciones automatizadas. De modo que, en el caso de la transferencia de una propiedad, el pago del precio de compra y los controles de un posible lavado de dinero podrían suceder en el mismo momento, y demorarse segundos en lugar de semanas. En términos generales, estos libros mayores cumplirían con los estándares regulatorios y de supervisión de hoy -y quizá los superarían-, a la vez que serían más rápidos, baratos y confiables que los sistemas actuales.
Pero la tecnología no es suficiente. Los bancos centrales, en tanto guardianes del dinero público, tienen un rol importante para desempeñar en la nueva arquitectura financiera. El dinero que emiten es el vehículo a través del cual se saldan, en definitiva, todas las transacciones económicas. Una forma digital de este dinero, por ende, es una base necesaria para Finternet. Los bancos comerciales también pueden desempeñar un papel crucial en la interacción con los consumidores, sobre todo si ofrecen depósitos bancarios tokenizados que constituirán la esencia del sistema monetario de Finternet.
Asimismo, una estructura regulatoria y de supervisión robusta debe sustentar a Finternet. Se deberían mantener las salvaguardas como el seguro de depósitos y la supervisión pública de los proveedores de servicios financieros para proteger a los clientes y garantizar que el dinero tenga el mismo valor más allá de si fue emitido por un banco central o por un banco comercial.
El uso radical de nueva tecnología podría acelerar las capas de controles manuales que hoy se exigen para cumplir con las normas y regulaciones. Esto permitiría la creación de productos que, de otra manera, tal vez no se desarrollarían debido a las cargas regulatorias, mientras que también garantizaría que Finternet no sea utilizada por actores maliciosos, deseosos de explotar las lagunas existentes.
Hacer que Finternet sea una realidad llevará años, pero debemos empezar ahora. La tecnología está lo suficientemente madura y, de manera crucial, todavía no estamos acotados por marcos institucionales rígidos o atrapados en “jardines amurallados” de servicios creados por monopolios. Esta es una oportunidad única en la vida para rediseñar la arquitectura del sistema financiero, y deberíamos estar pensando en grande y apelando a nuestra imaginación, en lugar de centrarnos estrictamente en tecnologías individuales.
Sabemos adónde necesitamos ir. Igual de importante es que tenemos las herramientas para llegar allí. Ahora el sistema financiero global solo necesita su “momento Neil Armstrong” -un pequeño paso que representa un salto gigante para la humanidad.
Se han hechos algunos progresos en materia de tecnología que permiten este tipo de nueva realidad, tal como demuestra la proliferación de aplicaciones de pago móvil. Pero transformar los servicios financieros exigirá crear un sistema completamente nuevo para igualar los avances hechos en las comunicaciones desde la llegada de Internet y de los teléfonos inteligentes. Después de todo, los teléfonos móviles de hoy son computadoras potentes, así que sería un desperdicio no maximizar su uso.
Con este objetivo, hemos recurrido a nuestra experiencia conjunta en economía y tecnología para ofrecer un modelo para la arquitectura financiera futura. Lo que llamamos “Finternet” es una visión de múltiples ecosistemas financieros que se conectan entre sí, muy parecido a lo que sucede con Internet, para permitir que individuos y empresas puedan ejercer un control pleno sobre sus vidas financieras. Avizoramos un mundo en el que la gente y las empresas puedan usar cualquier dispositivo para transferir cualquier activo financiero -sin importar la cantidad- a cualquiera en el mundo. Estas transacciones serían baratas, seguras, prácticamente instantáneas, y estarían a disposición de todos.
Este nuevo sistema sería particularmente importante para las economías emergentes y en desarrollo, donde siguen existiendo grandes brechas en el acceso a los servicios financieros, a pesar de los esfuerzos por impulsar la inclusión. Muchos servicios directamente no están disponibles, o no de manera generalizada, en especial en el caso de personas que viven en zonas remotas y con bajos ingresos. Y aún cuando la gente puede acceder a productos financieros, usarlos muchas veces resulta costoso y lento.
Los avances importantes de los últimos años le han allanado el camino a Finternet. Un ejemplo es la tokenización, por la cual los tokens que representan activos digitales pueden identificar la titularidad y las reglas aplicables de manera excepcional. Otro son los libros mayores programables, las plataformas digitales que combinan las funciones de mantenimiento de registros de las bases de datos tradicionales con los acuerdos de gobernanza requeridos para actualizarlos.
Para poner en valor la innovación financiera y construir una red fluida e interconectada, debemos combinar todos estos elementos y derribar las barreras y los silos del sistema financiero actual. Específicamente, unir diferentes activos tokenizados en libros mayores programables unificados reduciría drásticamente la necesidad de procesos extensos de mensajes, compensación y pago que generan costos adicionales, insumen más tiempo y limitan el acceso al crédito y a otros servicios financieros.
Los libros mayores unificados también permitirían “contratos inteligentes”, que pueden gatillar una acción -por ejemplo, transferir el título de una casa- si se cumplen condiciones preestablecidas. Hasta podrían unir varias transacciones automatizadas. De modo que, en el caso de la transferencia de una propiedad, el pago del precio de compra y los controles de un posible lavado de dinero podrían suceder en el mismo momento, y demorarse segundos en lugar de semanas. En términos generales, estos libros mayores cumplirían con los estándares regulatorios y de supervisión de hoy -y quizá los superarían-, a la vez que serían más rápidos, baratos y confiables que los sistemas actuales.
Pero la tecnología no es suficiente. Los bancos centrales, en tanto guardianes del dinero público, tienen un rol importante para desempeñar en la nueva arquitectura financiera. El dinero que emiten es el vehículo a través del cual se saldan, en definitiva, todas las transacciones económicas. Una forma digital de este dinero, por ende, es una base necesaria para Finternet. Los bancos comerciales también pueden desempeñar un papel crucial en la interacción con los consumidores, sobre todo si ofrecen depósitos bancarios tokenizados que constituirán la esencia del sistema monetario de Finternet.
Asimismo, una estructura regulatoria y de supervisión robusta debe sustentar a Finternet. Se deberían mantener las salvaguardas como el seguro de depósitos y la supervisión pública de los proveedores de servicios financieros para proteger a los clientes y garantizar que el dinero tenga el mismo valor más allá de si fue emitido por un banco central o por un banco comercial.
El uso radical de nueva tecnología podría acelerar las capas de controles manuales que hoy se exigen para cumplir con las normas y regulaciones. Esto permitiría la creación de productos que, de otra manera, tal vez no se desarrollarían debido a las cargas regulatorias, mientras que también garantizaría que Finternet no sea utilizada por actores maliciosos, deseosos de explotar las lagunas existentes.
Hacer que Finternet sea una realidad llevará años, pero debemos empezar ahora. La tecnología está lo suficientemente madura y, de manera crucial, todavía no estamos acotados por marcos institucionales rígidos o atrapados en “jardines amurallados” de servicios creados por monopolios. Esta es una oportunidad única en la vida para rediseñar la arquitectura del sistema financiero, y deberíamos estar pensando en grande y apelando a nuestra imaginación, en lugar de centrarnos estrictamente en tecnologías individuales.
Sabemos adónde necesitamos ir. Igual de importante es que tenemos las herramientas para llegar allí. Ahora el sistema financiero global solo necesita su “momento Neil Armstrong” -un pequeño paso que representa un salto gigante para la humanidad.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/finternet-redesign-global-financial-architecture-blockchain-innovation-by-agustin-carstens-and-nandan-nilekani-2024-05/spanish
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