La violencia en diversos entornos demográficos, sociales y psicológicos es uno de los temas presentes en la literatura actual. De hecho, forma parte del género denominado novela negra, esto es, de un tipo de novela policiaca en la que lo más interesante no es la resolución del crimen en cuestión, sino el tratamiento moral que la escritora o escritor le da a sus personajes, así como la descripción que hace del contexto social en que se desarrolla la historia. “En la novela negra, la línea entre buenos y malos queda muy difuminada, y todos los personajes tienen algo de decadente y perdedor”. (https://www.planetadelibros.com/blog/actualidad/15/articulo/que-es-novela-negra-caracteristicas-misterioso-genero/460)
Un buen ejemplo de este tipo de narrativa es el que caracteriza a la escritora brasileña Patricia Melo (1962-), conocida como una de las “damas del crimen”, cuya obra ha sido traducida a una decena de países europeos, entre ellos Inglaterra, Francia y España. En México sus novelas no han tenido la misma suerte, con excepción de la titulada Ladrón de cadáveres (2015), traducida del portugués al español por el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, con el apoyo del ministerio de cultura de Brasil.
Ladrón de cadáveres aborda una entretenida historia detectivesca alrededor de un cadáver que el personaje central y narrador en primera persona encuentra a la orilla del río Paraguay, cerca con la frontera de Bolivia, luego de presenciar la caída de una aeronave. “No sé bien como sucedió. De repente, una explosión y el avión se sumergió en el río Paraguay, como un ave pescadora.”
La trama se complica cuando el narrador descubre que en el aeroplano también hay una bolsa de cien kilos de droga, cuya venta en el mercado negro lo podrían sacar de muchos aprietos económicos, incluso resolverle la vida. El problema es saber si tendrá el temperamento suficiente para salir avante de esta aventura que le despierta sentimientos malsanos.
“Toda la vida me sentí hecho de un material corriente, del tipo de los que son abandonados por el padre, pero eso, pensé, es muy diferente a ser malo. No soy perverso, violador, alcohólico. Psicópata. Secuestrador. Ladrón. No tengo valor para hacer ciertas cosas. (…) En lo que se refiere al bien, pensé, si no soy neutro, al menos soy insignificante. Lo que ya es excelente, desde un punto de vista moral. Ser un cero es mejor que estar en negativo en la escala del mal. Especialmente en el mundo de hoy.”
A partir de esta reflexión, la autora nos conduce en la serie de situaciones relativas al contexto de quién fue “el cadáver” —primera parte, que va del capítulo 1 al 16—; quién es “ladrón” del hombre muerto —segunda parte, que va del capítulo 17 al 39—; para finalizar la historia con un “epílogo” que resume y redondea la historia de tal manera que la vuelve creíble y propia del mundo contemporáneo, muy al estilo de su maestro, el reconocido escritor brasileño Rubem Fonseca.
En nuestro país, la obra de Patricia Melo ha sido estudiada por Violeta Cárdenas Hernández, cuya tesis de maestría en letras latinoamericanas, en la UNAM, en 2009, caracteriza la forma narrativa de la autora, esto es, cómo logra plasmar en su literatura la frivolidad consumista de una sociedad acelerada, pobre o rica, pero calificada como ´tercermundista´, además de un Brasil violento, una megalópolis contradictoria, abigarrada y voraz que, frente al tiempo se aprecia vertiginosa y sin futuro. (…) Lo fugaz rodea la vida cotidiana de los personajes como tránsito a lo irracional, espacio predominante donde no e identifica claramente en qué consiste el deseo o cuál es su significado.”
Por otra parte, Patricia Melo hace un homenaje a un cuento de terror homónimo de R. L. Stevenson, autor inglés que con base en hechos reales ocurridos en Londres en el siglo XIX, escribe “una historia sórdida, una gente amoral que sofocaba mendigos y después vendía los cuerpos a las universidades”, como relata uno de sus personajes en la misma novela.
Ladrón de cadáveres es una novela dinámica que se desarrolla en Corumbá, catalogada como la tercera ciudad más importante de Brasil desde el punto de vista económico, cultural y demográfico. Sus múltiples personajes secundarios contribuyen a que la historia avance y recrea el ambiente tropical de este puerto con la ayuda de nombres como Carlao, primo del narrador; Sulamita, novia del narrador; Alceu, amante de Eliana; Gilmar, enterrador del cementerio de Corumbá; y Beraba, apellido de la familia del muerto. También con descripciones de la vegetación de la zona, como por ejemplo el acuri, tipo de palmera usada por los indios guató originarios de esta región.
Esta recuperación de la flora brasileña, así como del lenguaje cotidiano de los personajes de la novela, constituyeron un reto para el traductor de Ladrón de cadáveres, cuya edición al —español, como ya señalamos, recayó en el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos —quien vivió varios años en Brasil y está casado con una brasileña—, lo cual es de agradecerse, pues es garantiza de la calidad literaria con que se realizó este trabajo.
Melo también ha destacado como guionista de cine y escritora de obras de teatro, publicó su primera novela, Acqua Toffana en 1994; al año siguiente se publicó Matador; Elógio da mentira (1998) y Fogo-fátuo (2014), entre otras. La obra que nos ocupa en esta reseña, Ladrón de cadáveres en el año de su publicación, 2015, fue premiada por la Feria de Francfort, Alemania. @NohemyGarcaDual
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