La Iglesia católica tiene un peso importante en la política mexicana. Es habitual que aspirantes a cargos públicos de alto nivel busquen la forma de reunirse tanto con el cardenal de México, como con el Papa de esta religión, tal y como sucede ahora con las candidatas presidenciales Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum.
De acuerdo con el último censo del INEGI, el 77% de los habitantes de México todavía se identifican como católicos, esto se traduce a unos 97 millones de personas, aproximadamente. Cerca de dos terceras partes de esa cantidad tienen la posibilidad de votar en las elecciones de 2024.
Históricamente, la Iglesia católica en México se ha mostrado a favor de ideas consideradas de “derecha”; por ejemplo, el rechazo a los matrimonios igualitarios o la legalización del aborto, que son dos de las consignas que suelen ser impulsadas o apoyadas por las “izquierdas progresistas”.
En ese sentido, al catolicismo mexicano se le asocia más con partidos de corte conservador como el PRI del Siglo XX, el PAN, Nueva Alianza o el PES.
A pesar de que constitucionalmente el Estado mexicano debe ser laico en el manejo de las instituciones públicas y los asuntos que esto le conlleva, el gobierno, en todos sus niveles, y la iglesia católica mantienen una fuerte relación.
Incluso, todavía en pleno 2024 y en algunas regiones del país, el mando católico local tiene la misma o hasta mayor autoridad en la población que las instituciones de gobierno.
Tanto es así, que en varios estados del país todavía hay congresos que votan en contra de los matrimonios igualitarios y el aborto asistido, debido a la prepronderancia de los valores católicos en las deciciones tomadas por algunos los legisladores.
La influencia de la Iglesia en las últimas elecciones presidenciales
En la campaña presidencial del año 2000, Vicente Fox, candidato del PAN, se hizo con el apoyo de la Iglesia católica y abiertamente presumía contar con ese respaldo.
Incluso, en su precampaña, Vicente Fox usó un estandarte de la Virgen de Guadalupe para promoverse entre los sectores católicos. Esto desató la molestía del gobierno de Ernesto Zedillo, que lo acusó de violar las leyes electorales.
La respuesta de la autoridad católica en México defendió a Fox y justificó que él solo ejerció su libertad de expresión y, que a su parecer, evocó más al simbolismo patriótico (especificamente a Miguel Hidalgo y su levantamiento en armas por la Independencia del país), que a una cuestión puramente religiosa.
Inmediatamente que se dio a conocer que Fox ganó las elecciones del 2000, se movilizó a la Basilíca de Guadalupe para celebrar su triunfo y luego presentó a los integrantes de su gabinete mientras sostenía la figura de un Cristo.
Al asumir el poder, la iglesia se volvió más “colaboradora” con las instituciones federales y este vínculo se hizo más fuerte con la visita del Papa Juan Pablo II en el 2002, evento en el que el entonces presidente besó el anillo papal, causando polémica entre políticos, pero aprobación generalizada en la población mexicana, según encuestas realizadas en ese momento.
Con Felipe Calderón, en el 2006, las cosas no fueron muy diferentes. De hecho, en ese momento, sectores de la iglesia católia mexicana abiertamente se unieron a la campaña negra contra Andrés Manuel López Obrador, que era el candidato de la izquierda.
Por ejemplo, una filtración de documentos y correos clasificados hecha por Wikileaks permitió conocer que en el marco de las elecciones presidenciales de 2006, el cardenal Juan Sandoval había pedido a Estados Unidos frenar la carrera política de AMLO, con la justificación de que era necesario frenar el avance de la izquierda en Latinoamérica.
Para ese momento, el cardenal Norberto Rivera, máxima autoridad de la Iglesia católica en ese entonces, afirmaba que había neutralidad con los candidatos; pero reconocía a López Obrador como un amigo.
Esa relación se rompió luego de que el PRD y otros partidos de izquierda hicieron protestan contra él y la Iglesia por supuestas intervenciones en las elecciones que AMLO perdió. “No estoy decepcionado; estoy triste, porque a un amigo no se la paga de esa manera”, dijo Norberto Rivera sobre el tema tras varias semanas de protestas de simpatizantes de López Obrador.
En las elecciones de 2012, la simpatía de la Iglesia se mantuvo con la candidata panista, Josefina Vázquez Mota, que abiertamente se pronunció en contra del matrimonio igualitario y el aborto; sin embargo, en esos comicios quien se llevó la victoria fue Enrique Peña Nieto, del PRI.
En la administración de Peña Nieto, la relación con la Iglesia se rompió, tanto así que en las elecciones intermedias de 2015, el gobierno federal los señaló por, presuntamente, operar electoralmente para sabotear a los candidatos del PRI en varios estados.
La Iglesia negó las acusaciones y mantuvo una postura de confrontación con el gobierno priísta el resto del sexenio.
Finalmente, en 2018, hubo una “reconciliación” entre AMLO y la Iglesia debido a dos factores: el mutuó interés de ambos de evitar que el PRI mantuviera el poder y la suma de un partido conservador, en este caso el PES, a la alianza que lo lanzó como candidato.
Durante la campaña, AMLO, de creencias cristianas, se mostró abierto a la diversidad religiosa y defendió la libertad de las personas en este aspecto.
Esto le trajo buenos comentarios entre integrantes de la iglesia católica, como fue el padre Solalinde, que lo llegó a comparar con Jesucristo.
Asimismo, López Obrador se dejó ver como una persona respetuosa a los símbolos religiosos, aceptando el Libro del Mormon como regalo de un misionero o defendiendo a la Virgen de Guadalupe:
«Yo estoy muy consciente de que el pueblo de México tiene veneración por la Virgen de Guadalupe, como tiene veneración por Juárez, como tenemos los mexicanos veneración por las madres, como tenemos también los mexicanos mucha veneración por nuestra Patria, dijo en un evento.
Actualmente, la situación entre la Iglesia y AMLO es tensa. Los problemas de inseguridad y el avance de políticas progresistas en los congresos locales hay deteriorado la relación con su gobierno.
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